— Hacia las orillas sagradas...
El perro veía cosas espantosas.
Un hombre introducía gravemente, en un recipiente, sus manos revestidas de guantes viscosos y sacaba un cerebro; el hombre obstinado, obcecado, trataba siempre de lograr algo, cortaba, examinaba y cantaba con los ojos entrecerrados:
— Hacia las orillas sagradas...