S.T. sintió las pulsaciones que brotaban en lo más profundo del cuerpo de la joven, la curva ascendente de su placer de mujer. Aquella ardiente respuesta y saber que el hijo, su hijo, estaba allí dentro de ella… lo empujó al instante, a ciegas, hacia el estallido final.
Al terminar, su cuerpo se mantuvo en suspenso. Luchó hasta controlar de nuevo la respiración. Bajó la cabeza y le rozó el hombro con ella.
Leigh recorrió su espalda desnuda con las manos y lo abrazó con dulzura. Su respiración suave y rápida le acarició la oreja.
– La llamaremos Sunshine -dijo con la boca en el pelo de Leigh.
– Por supuesto que no. -Y le tiró de la coleta-. Ese nombre es mío.
– Entonces Solaire, que se aproxima bastante.
Ella deslizó la mano por su hombro.
– Y además es precioso.
– Yo le enseñaré a montar. Pintaré su retrato. Os pintaré a las dos juntas. -Cerró la mano hasta convertirla en un puño y, a continuación, a medio camino entre la risa y el sollozo, dijo-: Estoy perdiendo la cabeza. Veintiséis dormitorios, por Dios bendito. ¿Qué voy a hacer?
Los dedos de Leigh recorrieron juguetones su piel.
– Un hogar, monseigneur -dijo-. Y hacerme el amor en cada uno de ellos.
Laura Kinsale
Laura Kinsale es una de las escritoras más admiradas y reconocidas dentro del género de la novela romántica gracias a sus historias muy cuidadas, intensas y originales. Escribe novelas que apetece leer y releer. Ha sido galardonada con el premio que concede la Asociación de Autores de Novela Romántica de Estados Unidos -del cual ha sido finalista también en varias ocasiones- y es admirada por las mejores escritoras de este género.
Laura Kinsale estudió geología y no empezó a escribir hasta los treinta y cinco años. De ella Plaza amp; Janés ya ha publicado, con enorme éxito, la novela Flores en la tormenta. Está casada y reparte su tiempo entre sus casa de Santa Fe (Nuevo México) y Texas.