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II. UNA FORMULA SEUDOCIENTIFICA

Comencemos con un examen de la conformación mental china, que produjo esta filosofía de la vida: gran realismo, inadecuado idealismo, un alto sentido del humor, y una gran sensibilidad poética hacia la vida y la naturaleza.

La humanidad parece estar dividida en idealistas y realistas, y el idealismo y el realismo son las dos grandes fuerzas que moldean el progreso humano» La arcilla de la humanidad se hace suave y dócil por el agua del idealismo, pero la materia que la tiene unida es, después de todo, la misma arcilla, pues de lo contrario podríamos evaporarnos todos, convertirnos en Arieles. Las fuerzas del realismo y del idealismo se tironean una a otra en todas las actividades humanas, personales, sociales y nacionales, y el verdadero progreso se hace posible por la apropiada mezcla de estos dos ingredientes, de modo que la arcilla se mantenga en su condición ideal, dócil, plástica, a medias seca y a medias húmeda, ni endurecida e inmanejable, ni disuelta en barro. Las naciones más sanas, como la inglesa, tienen idealismo y realismo mezclados en las debidas proporciones, como la arcilla que se mantiene maleable y no se endurece quedando fuera del estado en que puede modelarla el artista, ni se hace tan aguada que no pueda conservar la forma modelada. Algunos países se ven arrojados a perpetuas revoluciones porque en su arcilla se ha inyectado algún líquido de ideales extraños que no está debidamente asimilado todavía, y por ello la arcilla no puede mantener su forma.

Un idealismo vago, no crítico, se presta siempre al ridículo, y un exceso de él puede ser un peligro para la humanidad por conducirla en giros constantes e inútiles a la caza de ideales imaginarios. Sí hubiese demasiados de estos idealistas visionarios en cualquier sociedad o pueblo, las revoluciones estarían a la orden del día. La sociedad humana sería como una pareja idealista que siempre se cansara de un lugar y cambiara de residencia regularmente cada tres meses, por la sencilla razón de que ningún sitio es ideal y el lugar donde uno no está parece siempre mejor porque uno no está allí. Por fortuna, el hombre está también dotado del sentido del humor, cuya función, según la concibo, es la de ejercer la crítica de los sueños del hombre, y ponerlos en contacto con el mundo de la realidad. Es importante que el hombre sueñe, pero es quizá igualmente importante que pueda reírse de sus sueños. Este es un gran don, y los chinos lo tienen en abundancia.

El sentido del humor, del que trataré con mayor extensión en un capítulo ulterior, parece estar muy íntimamente relacionado con el sentido de la realidad, o realismo. Si el bromista es a menudo cruel al desilusionar al idealista, cumple de todos modos una función muy importante en ese mismo aspecto, al no dejar que el idealista se dé de cabeza contra el muro de piedra de la realidad, y reciba un golpe más rudo. También alivia gentilmente la tensión del acalorado entusiasta y le hace vivir más tiempo. Al prepararle para la desilusión hace probablemente que haya menos dolor en el impacto final, porque un humorista es siempre como un hombre encargado del deber de dar malas noticias suavemente a un enfermo agonizante. A veces la suave advertencia del humorista salva la vida del enfermo agonizante. SÍ idealismo y desilusión deben ir necesariamente juntos en este mundo, debemos decir que la vida es cruel, y no que es cruel el bromista que nos recuerda la crueldad de la vida.

A menudo he pensado en fórmulas por las cuales se puede expresar el mecanismo del progreso humano y del cambio histórico. Me parecen ser así:

Realidad – Sueños – Un ser animal.

Realidad + Sueños – Un dolor de Corazón (comúnmente llamado Idealismo).

Realidad + Humor – Realismo (llamado también Conservadorismo)

Sueños – Humor – Fanatismo.

Sueños + Humor – Fantasía.

Realidad + Sueños + Humor – Sabiduría.

De modo, pues, que la sabiduría, o el más alto tipo de pensamiento, consiste en atenuar nuestros sueños o idealismo con un buen sentido del humor, apoyado por la realidad misma.

Como puras aventuras en formulaciones seudocientíficas, podemos proceder ahora a analizar los caracteres nacionales de la siguiente manera: Digo "seudocientíficas", porque desconfío de todas las fórmulas muertas y mecánicas para expresar cualquier cosa relacionada con asuntos humanos o con personalidades humanas. Poner los asuntos humanos en fórmulas exactas demuestra ya una falta de sentido del humor y, por ende, una falta de sabiduría. No quiero decir que no se hacen estas cosas: sí, se hacen. Por eso tenemos hoy tanta seudociencia. Cuando un psicólogo puede medir la inteligencia o la percepción de un hombre ( [1]), es porque estamos en un mundo bastante pobre, y han surgido especialistas que usurpan la escolástica humanizada. Pero si reconocemos que esas fórmulas no son más que modos cómodos, gráficos, de expresar ciertas opiniones, y mientras no arrastremos el sagrado nombre de la ciencia para que nos ayude a dar publicidad a nuestras mercancías, no se hace mal alguno.

Las que siguen son mis fórmulas para los caracteres de ciertas naciones, enteramente personales y completamente al margen de toda prueba o verificación. Todos tienen derecho a discutirlas y a cambiarlas o agregar otras, siempre que no sostengan que pueden demostrar sus opiniones privadas con una masa de hechos y cifras de estadística. Hagamos que "R" represente al sentido de realidad (o realismo), que "I" valga por sueños (o idealismo), "H" por el sentido de humor y -añadiendo un ingrediente de importancia- "S" por sensibilidad ( [2]). Y, además, hagamos que "4" signifique "anormalmente elevado", "3" signifique "elevado", "2" "regular", "1", "bajo", y tendremos las siguientes fórmulas seudoquímicas para los siguientes caracteres nacionales. Los seres humanos y las comunidades se comportan diferentemente, pues, según sus distintas composiciones, como los sulfatos y sulfuros, o el monóxido y el bióxido de carbono se comportan diferentemente. Para mí, lo interesante es siempre ver cómo las comunidades humanas o las naciones se comportan diferentemente en condiciones idénticas. Pues no podemos inventar palabras como humorato o humoruro, según se hace en química, lo podremos decir así: "3 granos de Realismo, 2 granos de Sueños, 2 granos de Humor y un grano de Sensibilidad hacen un inglés"( [3]).

R3I2H2S1 – Los ingleses

R2l3H3S3 – Los franceses

R3l3H2S2 – Los americanos

R3I4H1S2 – Los alemanes

R2I4H1S1 – Los rusos

R2I3H1S1 – Los japoneses

R4l1H3S3 – Los chinos.

No conozco a los italianos, los españoles, los hindúes y otros lo suficiente como para ensayar siquiera una fórmula sobre este asunto, y comprendo que las que anteceden son ya bastante vacilantes, y que de cualquier manera alcanzan para atraer sobre mi cabeza una tormenta de críticas. Probablemente esas fórmulas son más provocativas que autorizadas. Prometo modificarlas gradualmente, para mí uso particular, a medida que lleguen nuevos hechos a mi conocimiento o se formen nuevas impresiones. Eso es todo lo que significan hoy: un registro del progreso de mi conocimiento y de los vacíos de mi ignorancia.

Acaso sean necesarias algunas observaciones. Es fácil ver que considero que los chinos están muy íntimamente aliados a los franceses en cuanto a su sentido del humor y su sensibilidad, como es muy evidente por la forma en que los franceses escriben sus libros y comen su comida, en tanto que el carácter más volátil de los franceses viene de su mayor idealismo, que toma la forma de amor por las ideas abstractas (recordemos los manifiestos de sus movimientos literarios, artísticos y políticos). "R4" como señal del realismo chino hace de los chinos el pueblo más realista; "I1" explica algo de la rémora en los cambios de su patrón o ideal de vida. Las altas cifras señaladas para el humor y la sensibilidad de los chinos, así como para su realismo, se deben quizá a mí asociación demasiado estrecha y a lo vivido de mis impresiones. En cuanto a la sensibilidad china, se necesita poca justificación; toda la historia de la prosa, la poesía y la pintura chinas la proclaman… Los japoneses y los alemanes son muy parecidos en su comparativa carencia de humor (tal es la impresión general de la gente), pero es en verdad imposible poner "cero" para cualquier característica en una nación, ni siquiera para el idealismo en el pueblo chino. Es todo cuestión de grado; afirmaciones como la de una completa carencia de esta o aquella cualidad, no se basan en un conocimiento íntimo de los pueblos. Por esta razón doy a los japoneses y a los alemanes "H1" en lugar de "h0", y creo intuitivamente que estoy en lo cierto. Pero creo que los japoneses y los alemanes sufren políticamente en estos momentos, y han sufrido en el pasado, por carecer de un mejor sentido del humor. ¡Cómo encanta a un Geheimrat prusiano que le llamen Geheimrat, y cómo ama sus botones y sus alfileres de metal! Cierta creencia en la "necesidad lógica" (a menudo "santa" o "sagrada"), una tendencia a volar con demasiada rectitud hacia una meta en lugar de girar en torno a ella, nos lleva a menudo demasiado lejos. No se trata tanto de lo que uno cree en estas cosas, como de la forma en que se cree y se procede a traducir esa creencia en acción. Con "I3" para los japoneses me refiero a su fanática lealtad por su emperador y por el Estado, que se hace posible por una baja mezcla de humor. Porque el idealismo debe referirse a cosas diferentes en países diferentes, tal como lo que llamamos sentido del humor comprende en verdad una amplísima variedad de cosas… Hay un interesante tira y afloja entre idealismo y realismo, en América, y a ambos he dado cifras altas; eso produce la energía característica de los americanos. Sería mejor que dejara a cargo de los americanos descubrir qué es su idealismo; pero siempre están entusiasmados por una u otra cosa. Gran parte de este idealismo es noble, en el sentido de que los americanos se sienten fácilmente atraídos por ideales o palabras nobles; pero en parte es también simple glotonería. El sentido del humor en los americanos significa también algo diferente del sentido del humor en los europeos, pero creo en verdad que, tal como es (el amor por las diversiones y un sentido común innato, amplio), representa el mayor bien de la Nación americana. En los años venideros, de críticos cambios, tendrán gran necesidad de ese amplio sentido común a que se refiere James Bryce y que, espero, les hará pasar esos tiempos críticos. Doy a la sensibilidad americana una cifra baja porque tengo la impresión de que pueden aguantar muchas cosas. Nada vale discutir sobre esto, porque sería discutir acerca de palabras… Los ingleses parecen ser, en total, la raza más sana: comparemos su "R3l2" con el "R2l3" de los franceses. Yo prefiero 'R2I2". Esto habla de estabilidad. La fórmula ideal para mí parecería ser R3I2H3S2, porque tampoco es cosa buena un exceso de idealismo o de sensibilidad. Y si señalo con "Si" la sensibilidad inglesa, y si esa cifra es demasiado baja, ¿quién puede tener la culpa sino los mismos ingleses? ¿Cómo puedo decir si los ingleses sienten algo jamás -alegría, felicidad, enojo, satisfacción- cuando están decididos a parecer tan tristes en todas las ocasiones?

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[1] No objeto la limitada utilidad de los tests de inteligencia, sino sus pretensiones de exactitud matemática y constante como medidas de la personalidad.

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[2] En el sentido de la voz francesa sensibilité.

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[3] Con mucha razón, se podrá sugerir la inclusión de una "L", en representación de la facultad lógica o racional, como elemento importante en la conformación del progreso humano. Esta "L" funcionará a menudo o pesará contra la sensibilidad, una percepción directa de las cosas. Podría intentarse tal fórmula. Personalmente, creo muy bajo el papel de la facultad racional en asuntos humanos.