Deberías estar más tranquilo, ahora que la realidad te ha alcanzado. Pero tú no sabes qué hacer con la realidad. Tú que prefieres saberlo todo, habrías preferido la sospecha de la infamia. Habrías preferido incluso descubrir una traición. Tú que siempre habías sostenido que no soportabas la traición. ¿Quién la soporta? Matilde, no. Matilde no te traicionó, y no puedes dolerte de ello. Sería más fácil si la encontraras culpable, si pudieras utilizar su culpa contra tu inocencia. Buscas su abandono en tu memoria, como si se tratara de un espejo, para reconocerte víctima.