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El encanto de una casa radica en su individualidad. Li Liweng tiene varios capítulos sobre casas e interiores en su libro acerca del Arte de vivir, y en las notas de introducción acentúa los dos puntos de familiaridad e individualidad. Entiendo que la familiaridad es más importante que la individualidad. Porque, por grande y pretenciosa que sea una casa, siempre hay una habitación particular que el dueño prefiere y en la que vive realmente, y esa habitación es invariablemente pequeña y sin pretensiones, desordenada y familiar y tibia. Así dice Li:

El hombre no puede vivir sin una casa, como su cuerpo no puede pasarse sin vestidos. Y tal como es cierto que la ropa debe ser fresca en verano y abrigada en invierno, lo mismo es cierto de una casa. Es muy imponente vivir en un salón de diez o veinte metros de largo con grandes vigas en el techo, pero una casa así es adecuada para el verano y no para el invierno. La razón de que tiritemos al entrar en la mansión de un funcionario es su espacio. Es como usar un abrigo de piel demasiado amplio que no se puede ajustar al cuerpo. En cambio, la casa de un pobre, con paredes bajas y espacio apenas suficiente para doblar las rodillas, aunque tenga la virtud de la frugalidad, es adecuada para el dueño, pero no para atender invitados. Por ese motivo nos sentimos acalambrados y deprimidos sin razón cuando entramos en la choza de un sabio pobre… Tengo la esperanza de que las moradas de los funcionarios no sean demasiado altas y grandes. Porque una casa y la gente que en ella viva deben armonizar como en un cuadro. Los pintores panorámicos tienen una fórmula que dice: "montanas de diez pies y árboles de un pie; caballos de una pulgada y seres humanos del tamaño de una arveja". No estaría bien dibujar árboles de dos o tres pies en una montaña de diez pies, o dibujar un hombre del tamaño de un grano de arroz o mijo en un caballo de una pulgada de alto. Bien estaría que los funcionarios vivieran en salones de seis o treinta metros de alto, si sus cuerpos fueran de tres o seis metros. De lo contrario, cuanto más alto es el edificio, tanto más bajo parece el hombre, y cuanto mayor el espacio, tanto más delgado parece el hombre. ¿No seria mucho mejor hacer su casa un poco más pequeña y algo más grueso su cuerpo?…

He visto altos funcionarios o parientes de funcionarios que despilfarran miles y decenas de miles de dólares para construir un jardín y que empiezan diciendo al arquitecto: "Para el pabellón, copie usted el proyecto de Fulano, y para la terraza techada que mira a un estanque, siga el modelo de Zutano, hasta el último detalle". Cuando se termine la mansión, el dueño dirá orgullosamente a los demás que cada detalle dela casa, desde las puertas y ventanas hasta los corredores y las torres, ha sido copiado de alguna mansión famosa, sin la menor desviación. ¡Ah, qué vulgaridad!…

El lujo y el mucho costo son las cosas que más se deben evitar en arquitectura. Es así por que no solamente la gente común sino también los principes y los altos funcionarios deben abrigar la virtud de la sencillez. Porque lo importante en una casa donde se vive no es el esplendor sino el refinamiento; no son los adornos complicados, sino la originalidad y la elegancia. Las gentes gustan exhibir su rico esplendor, no porque lo quieran, sino porque carecen de originalidad y, fuera de tratar de exhibirse, se ven perdidos si quieren inventar algo. Por eso también tienen que conformarse sólo con el esplendor. Pedid a dos personas que se pongan trajes nuevos, uno sencillo y elegante y original y el otro rico y decorativo, pero vulgar. ¿No se dirigirá la mirada de los espectadores al traje original más que al traje vulgar? ¿Quién no conoce el valor de la seda y el brocado y la gasa, y quién no los ha visto? Pero un traje sencillo, simple, con un diseño novedoso, atraerá los ojos de los espectadores, porque jamás lo han visto.

Hay algunos puntos del diseño de casas e interiores que Li Liweng trata con plenitud en su libro. Los temas de que habla se refieren a casas, ventanas, tabiques, lámparas, mesas, sillas, adornos, gabinetes, camas, arcenes, etcétera. Por tener una mente excepcionalmente original e inventiva, tiene algo nuevo que decir sobre todos los temas, y algunos de sus inventos han pasado a formar parte de la tradición china hasta nuestros días. Sus contribuciones más sobresalientes son el papel de carta, que se vendía en su época como "papel de carta Chiehtseyüan", y sus diseños de ventanas y de tabiques. Aunque su libro sobre el Arte de vivir no es tan conocido, en general, se le recuerda siempre con respecto a los Patrones de pintura Chiehtseyüan, el manual de pintura china más usado por los principiantes, y sus Diez comedias, porque fue dramaturgo, músico, epicúreo, diseñador de vestidos, experto en belleza e inventor aficionado, todo en uno.

Li tenía ideas nuevas acerca de las camas. Decía que cada vez que se mudaba a una casa lo primero que hacía era mirar y atender a la cama. La cama china ha sido siempre un aparato con cortina y armazones, parecido a un gran gabinete o a una habitación pequeña en sí misma, con postes, estantes y cajones construidos en torno a los postes, para colocar en ellos libros, teteras, zapatos, medias y quisicosas. Li tuvo la idea de que se debían poner flores también en la cama. Su método fue construir un estante de madera, delgado, pequeño, de algo más de treinta centímetros de largo pero apenas dos o tres pulgadas de ancho, y sujetarlo a la cortina bordada. Según él, el estante de madera debía estar forrado en seda bordada, para que se pareciera a una nube flotante, con ciertas irregularidades. Allí ponía las flores de la estación, o quemaba incienso Saliva de Dragón, o guardaba Dedos de Buda o membrillos, por su fragancia. Así, dice: "Mi cuerpo no es ya un cuerpo, sino una mariposa que vuela y duerme y come ( [32]) entre las flores, y el hombre no es ya un hombre sino un espíritu que ambula y se sienta y se tiende en el paraíso. Así he sentido una vez mientras dormía, pero semi-despierto, la fragancia de las flores de ciruelo, de modo que tenía la garganta y los dientes y las mejillas llenos de esta sutil fragancia, como si me saliera del pecho. Y sentí tan ligero el cuerpo que casi pensé que no vivía en un mundo humano. Después de despertar dije a mi esposa: -¿Quiénes somos nosotros para gozar de esta felicidad? ¿No estamos «reduciendo» el conjunto de felicidad que se nos ha destinado? ( [33]) Mi esposa respondió: -Quizá sea esa la razón por la cual siempre somos pobres y bajos. Esto es cierto, no una mentira."

Creo que la contribución más sobresaliente de Lí está en sus ideas sobre las ventanas. Inventó las "ventanas de abanico" (para las casas de placer flotantes que se usan en los lagos), las ventanas panorámicas y las ventanas de flores de ciruelo. La idea de tener ventanas en forma de abanico a los lados de las casas flotantes se vincula con la costumbre china de pintar y escribir en los abanicos, y coleccionar esas pinturas de abanicos en álbumes. La idea de Li consistió en que si se pone una ventana en forma de abanico en un barco, como marco, tanto la persona que dentro del barco mira al escenario de las márgenes, como la gente que camine por las orillas y mire a quienes se divierten tomando vino o té en el barco, verán el espectáculo como un cuadro en un abanico chino. Porque la significación de la ventana reside en el hecho de que es, primariamente, algo que permite mirar a una vista externa, y por eso decimos que el ojo es la "ventana" del alma. Debe estar hecha de manera que dé al mejor panorama posible y que nos permita percibir esa vista del modo más favorable, introduciendo así el elemento de la naturaleza en el interior de una casa, por cuanto hace suyo algo del panorama exterior, como lo ha dicho Li. Así:

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[32] Un chino rico que pasa una buena noche con su concubina, a menudo se hace servir comida y vino en cama por las doncellas que le atienden.

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[33] La idea china es que todo hombre nacido en este mundo se halla predestinado a cierta cantidad de suerte o felicidad, que no puede cambiar, y si uno goza demasiado de algo se reduce su suerte en otras cosas, o quizá vivirá una vida más breve.