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Lenov indicó a Susana que estaban listos, y empezaron los zarándeos.

Uno muy fuerte, cuando el aparato atravesó la burbuja de fuerza.

Después, una violenta aceleración y una sensación de caída. Se ha desprendido del globo, adivinó el ruso.

El aparato se estremeció como si lo hubieran dejado caer desde gran altura, y Lenov sintió que la vibración del motor sacudía hasta el tuétano de sus huesos. Apenas podía respirar, su hígado presionando contra su diafragma… La aceleración duró algo más de cinco minutos, y repentinamente, antes de perder de nuevo el conocimiento, sintió que estaban en ingravidez.