Después de comer, habló con Peter. Su patrona le abrumaba, ahora que sabía que Ulrike había muerto le pedía que volviera a su casa. Muchas veces había pensado en la posibilidad de huir, escapar de Hamburgo. Otras tantas la había descartado. Alejarse. Le habían ofrecido un trabajo de transportista en un teatro de Munich. No podía dejar lo que quedaba de Ulrike. Abandonarla. El jardín le obligaba a quedarse, por amor a Ulrike.