La silla especial de Nerzhin, con un respaldo a resorte que cedía confortablemente a cualquier movimiento; su escritorio, con tapa corrediza, de modelo no fabricado en la Unión Soviética y su confortable ubicación cerca de una ventana mirando al sur —hubiera indicado a cualquier conocedor de la historia de la sharashkade Mavrino, que Nerzhin era uno de sus miembros fundadores.

La sharashkatomaba su nombre del vecino pueblo de Mavrino, que había sido absorbido, hacía tiempo, por los límites de la ciudad de Moscú. La sharashkase había establecido una tarde de julio hacía poco más de tres años. Se habían traído quince zeks de campos de concentración y ubicado en una vieja casona en el suburbio de Moscú, rodeándolos de alambres de púa. A las sharashkasde ese tiempo, se las llamaba ahora "el período Krylov" y se los recordaba como una "época pastoril".

Entonces, se podía caminar libremente durante el atardecer por lo que luego se trasformó en la "zona"; recostarse sobre el pasto cubierto de rocío, al que, contra todas las reglas de prisiones, no se lo cortaba; (el pasto tenía que cortarse hasta la raíz para que los zeks no se deslizaran hasta los alambres de púa); y observar o bien las eternas estrellas o la transitoria traspiración de Zhvakun, el sargento de turno en su tarea nocturna, mientras robaba leños de la obra de reparaciones y los pasaba haciéndolos rodar debajo de los alambres de púa, hacía su casa para usarlos como combustible.

Nadie en la sharashkade entonces sabía qué campo de esfuerzo científico sería ese. Se los mantenía ocupados desembalando una enorme cantidad de cajones enviados en dos trenes de carga...Juntando sillas confortables y escritorio... seleccionando aparatos rotos y pasados de moda para telefonía, comunicaciones de radio de alta frecuencia y acústica. Resultó que los mejores aparatos y documentos de los últimos instrumentos de investigación, habían sido robados o destruidos por los alemanes mientras el capitán de M.V.D, que había sido enviado para embalar los equipos alemanes y destinarlos a Moscú; había saqueado los alrededores de Berlín para amueblar mejor su departamento moscovita y el de sus superiores. (Entendía mucho de muebles pero no sabía nada del idioma alemán o de radiofonía).

Desde entonces se había cortado el pasto. Las puertas para salir al paseo se abrían solamente al sonido del timbre. La sharashkahabía pasado de la jurisdicción de Beria a Abakumov y se lo hacía trabajar en comunicaciones telefónicas secretas. Esta función específica debería haber durado un año pero se había estirado a dos, haciéndose más amplia, confusa y englobando proyecciones cada vez mayores. Y aquí, en el escritorio de Rubín y Nerzhin, se había llegado a la altura de identificar voces en él teléfono, hasta establecer la particularidad que hace característica a cada voz humana.

Parecería que nadie se había dedicado a este estudio anteriormente. De todos modos no pudieron encontrar ninguna monografía al respecto. Se les había asignado medio año para el trabajo y después otro medio año; pero habían progresado muy poco y ahora el tiempo urgía.

Consciente de esta desagradable urgencia, Rubin se quejó. — Por alguna razón no tengo el menor deseo de trabajar hoy.

—Es asombroso —refunfuñó Nerzhin. ¿Será que después de haber estado peleando durante cuatro años y haber estado solo cinco en la prisión; estás cansado ya? Consíguete unas vacaciones pagas en Crimea.

Permanecieron silenciosos.

—¿Estás ocupado en algo personal?

—Aja.

—Y ¿quién va ha hacer el trabajo sobre las voces?

—:Para serte franco, contaba contigo.

—¡Qué coincidencia! Y yo contigo.

—Eres un inconsciente. ¿Cuánto material has sacado de la Biblioteca Lenin con pretexto de ese trabajo?; —discursos de abogados famosos, las Memoriasde Koni; Un actor se preparade Stanislavsky. Y perdiste toda vergüenza con tu búsqueda de La princesa Turandot. ¿Qué otro zek en el país de GULAG puede jactarse de tal selección de libros?

Rubin colocó sus gruesos labios en forma de trompa, dando a su cara una expresión cómicamente tonta. — ¡Qué gracioso!, leí todos esos libros, aun La Princesa Turandot con alguien más, también durante horas de trabajo. ¿No fue contigo?

—Sí, fue conmigo; y debería estar trabajando y trabajando, también hoy. Pero dos cosas me han sacado de mi rutina. En primer lugar he estado muy preocupado con los pisos de parquet.

—¿Qué pisos de parquet?

—En las puertas de Kaluga, en el departamento MVD, él redondo, con la torre. Nuestro campo lo estaba construyendo en 1945, yo trabajaba como aprendiz, poniendo parquets de madera. Acabo de saber hoy que Roitman está viviendo en esa misma casa. Desde entonces estoy preocupado por lo que fue mi especialidad, si tú prefieres, por mi prestigio. ¿Crujen mis pisos o no? Después de todo si crujen, quiere decir que son pisos de mala calidad. Y aquí me tienes, no pudiendo corregirlos.

—Sí, eso podría llegar a ser una pesadilla.

—Exactamente. Y la segunda cosa: ¿No es de mal gusto tener que trabajar los sábados a la noche cuando se sabe que el domingo va a ser día franco solamente para los empleados libres.

Rubin suspiró. — Aun en este momento los empleados libres se han ido a sitios de diversión. Desde luego, es abiertamente juego sucio.

—Pero, ¿eligen los sitios apropiados?

—¿Le sacan más satisfacción a la vida que nosotros? Esa es la verdadera pregunta. Con la cautela habitual de los prisioneros, hablaban bajo, aun Serafina Vitalyevna, sentada del otro lado de Nerzhin, no podía oírlos.

Dieron media vuelta, y de espaldas al resto de la habitación enfrentaron la ventana y las luces de la zona prohibida; la torre de control cuya presencia podía adivinarse solamente en la oscuridad, las luces separadas de los distantes invernáculos y el apenas visible, blancuzco pilar de luz de Moscú.

Nerzhin, aunque matemático, no desconocía la lingüística y desde que el sonido de la lengua rusa se había convertido en proyecto de investigación en el Instituto Científico de Investigación de Mavrino, compartía su trabajo con el único filólogo que había allí: Rubin. Durante dos años habían estado sentados, espalda con espalda, durante doce horas diarias. Al comenzar su relación, descubrieron que ambos habían sido soldados en la línea de fronteras, que habían estado juntos en el frente Noroeste y en el frente Beloruso; ambos poseían una buena colección de condecoraciones de guerra; ambos habían sido arrestados en el frente el mismo mes y por la misma unidad SMERSH bajo las medidas del mismo universalmente aplicablepunto diez —en otras palabras, educación, propiedad o situación material—. Y ambos habían recibido un término de diez años (la verdad es que todos recibían lo mismo). Había una diferencia solamente de seis años entre ellos y de un grado en el escalafón militar. Nerzhin había sido capitán. Resultó además, que antes de la guerra, Nerzhin pudo haber asistido a alguna de las conferencias del asistente a profesor Rubin.