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O'Shea deslizó el papel por la mesa y Bosch y Rider se inclinaron para leerlo al mismo tiempo. Antes, Bosch desdobló las gafas y se las puso.

12 de septiembre de 2006

Richard O'Shea, ayudante del fiscal del distrito

Oficina del fiscal del distrito del condado de Los Angeles

Despacho 16-11

210 West Temple Street

Los Angeles, CA 90012-3210

Re: California vs. Raynard Waits

Estimado señor O'Shea:

Esta carta pretende abrir discusiones relativas a una disposición sobre el caso arriba referenciado. Todas las afirmaciones realizadas en lo sucesivo en relación con estas discusiones se hacen en el conocimiento de que son inadmisibles según la ley de pruebas de California, párr. 1153, Código Penal de California, párr. 1192.4 y Estado vs. Tanner, 45 Cal. App. 3d 345m 350,119 Cal. Rptr. 407 (1975).

Les notifico que el señor Waits estaría dispuesto, en los términos y condiciones abajo señalados, a compartir con ustedes y con investigadores de su elección información relacionada con nueve homicidios, excluidos los dos del caso arriba referenciado, así como a declararse culpable de los cargos en el caso arriba referenciado, a cambio de un compromiso del estado de no solicitar la pena de muerte en los actuales cargos de homicidio y no presentar cargos en relación con los homicidios acerca de los cuales proporcionaría información.

Asimismo, a cambio de la cooperación e información que el señor Waits aportaría, deben aceptar que todas y cada una de las declaraciones del señor Waits, así como cualquier información derivada de ellas, no serán usadas contra él en ningún caso penal; ninguna información proporcionada conducente a este acuerdo puede divulgarse a ningún otro cuerpo de seguridad estatal o federal, a no ser y hasta que dichas agencias, a través de sus representantes, accedan a considerarse constreñidos por los términos y condiciones de este acuerdo; ninguna declaración u otra información proporcionada por el señor Waits durante cualquier compromiso legal confidencial podría ser usada contra él en el caso de referencia de la fiscalía; ni puede hacerse un uso derivativo o seguimiento de cualquier pista de investigación sugerida por cualquier declaración hecha o información proporcionada por el acusado.

En el supuesto de que el caso arriba referenciado fuera a juicio, si el señor Waits ofreciera testimonio sensiblemente diferente de cualquier declaración realizada o de otra información proporcionada en cualquier compromiso legal o discusión, entonces la fiscalía, podría, por supuesto, acusarlo en relación con tales declaraciones anteriores o información inconsistente.

Considero que las familias de ocho jóvenes mujeres y de un varón hallarán algún tipo de cierre con el conocimiento de lo que se desvele en relación con sus seres queridos y, en ocho de estas instancias, podrán llevar a cabo ceremonias religiosas apropiadas y sepulturas después de que el señor Waits guíe a sus investigadores a los lugares en los que ahora descansan esas víctimas. De manera adicional, estas familias hallarán, quizás, algún consuelo al saber que el señor Waits está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

El señor Waits ofrece proporcionar información en relación con nueve homicidios conocidos y desconocidos cometidos entre 1992 y 2003. Como oferta inicial de credibilidad y buena fe, sugiere que los investigadores revisen la investigación de la muerte de Daniel Fitzpatrick, de sesenta y tres años, que fue quemado vivo en su casa de empeños de Hollywood Boulevard el 30 de abril de 1992. Los informes de investigación revelarán que el señor Fitzpatrick estaba armado y se encontraba detrás de la persiana de seguridad situada en la puerta de su tienda cuando un asaltante le prendió fuego usando combustible de mechero y un encendedor de butano. La lata de combustible de mechero EasyLight se abandonó allí, de pie delante de la persiana de seguridad. Esta información nunca se hizo pública.

Asimismo, el señor Waits sugiere que se revisen los archivos de la investigación policial en relación con la desaparición en 1993 de Marie Gesto como muestra adicional de su colaboración y buena fe. Los registros revelarán que, aunque el paradero de la señorita Gesto nunca se determinó, su coche fue localizado por la policía en el garaje de un complejo de apartamentos de Hollywood conocido como High Tower. El coche contenía la ropa y el equipo ecuestre de Gesto, además de una bolsa de comida con un paquete de medio kilo de zanahorias. La señora Gesto pretendía usar las zanahorias para alimentar a los caballos que ella cepillaba a cambio de cabalgar en ¡os establos de Sunset Ranch, en Beachwood Canyon. Una vez más, esta información nunca se hizo pública.

Considero que si puede alcanzarse un acuerdo de disposición, tal acuerdo se encuadraría en las excepciones a la prohibición del estado de California de los acuerdos con el fiscal en delitos graves puesto que, sin la cooperación del señor Waits, no hay suficientes pruebas ni testigos materiales para probar la tesis del Estado en relación con estos nueve homicidios. Además, la indulgencia del estado en relación con la pena de muerte es completamente discrecional y no representa un cambio sustancial en la sentencia (Código Penal de California, párr. 1192.7a).

Ruego contacte conmigo lo antes que sea posible si lo precedente es aceptable.

Sinceramente,

Maurice Swann, abogado público

101 Broadway

Suite 2

Los Angeles, CA 90013

Bosch se dio cuenta de que había leído casi toda la carta sin respirar. Tragó un poco de aire, pero éste no desplazó la tensión que se estaba acumulando en su pecho.

– No va a aceptar esto, ¿verdad? -preguntó.

O'Shea le sostuvo la mirada un momento antes de responder:

– De hecho, estoy negociando con Swann ahora mismo. Éste fue el compromiso inicial. He mejorado sustancialmente la parte del estado desde que llegó.

– ¿De qué forma?

– Tendrá que declararse culpable de todos los casos. Tendrá once condenas de asesinato.

«Y usted conseguirá más titulares para la elección», pensó Bosch, aunque no lo dijo.

– Pero ¿aun así se libra? -preguntó.

– No, detective, no se libra. Nunca más verá la luz del día. ¿Ha estado alguna vez en Pelican Bay, el lugar al que envían a los condenados por crímenes sexuales? De bonito sólo tiene el nombre.

– Pero no hay pena de muerte. Le concede eso.

Olivas hizo una mueca como si Bosch no viera la luz.

– Sí, eso es lo que le concedemos -dijo O'Shea-. Es lo único que le concedemos. No hay pena de muerte, pero desaparece para siempre.

Bosch negó con la cabeza, miró a Rider y luego otra vez a O'Shea. No dijo nada porque sabía que la decisión no era suya.

– Pero antes de acceder a ese trato -dijo O'Shea- hemos de asegurarnos de que es culpable de esos nueve crímenes. Waits no es un bobo. Esto podría ser un truco para evitar la inyección letal, o ser la verdad. Quiero que ustedes dos colaboren con Freddy en descubrir de qué se trata. Haré unas llamadas y tendrán carta blanca. Ese será su cometido.

Ni Bosch ni Rider respondieron. O'Shea insistió.

– Es obvio que conoce cosas sobre los dos casos-cebo citados en la carta. Freddy confirmó lo de Fitzpatrick. Lo mataron durante los disturbios después de que se conociera el veredicto de Rodney King, quemado vivo detrás de la persiana de su casa de empeños. Iba fuertemente armado en ese momento y no está claro cómo el asesino logró acercarse tanto para prenderle fuego. La lata de EasyLight se encontró tal y como dijo Waits, de pie delante de la persiana de seguridad.

»La mención del caso Gesto no pudimos confirmarla porque no teníamos el archivo, detective Bosch. Ya ha confirmado la parte del garaje. ¿Tenía razón en lo de la ropa y las zanahorias?

Bosch asintió a regañadientes.

– El coche era información pública -dijo-. Los medios estaban en todas partes. Pero la bolsa de zanahorias era nuestro as en la manga. No lo sabía nadie excepto yo, mi compañero de entonces y el técnico de pruebas que abrió la bolsa. No lo hicimos público porque al final creímos que era el sitio donde ella se había cruzado en su camino. Las zanahorias eran de un supermercado Mayfair de Franklin, al pie de Beachwood Canyon. Resultó que la víctima tenía la costumbre de parar allí antes de subir a los establos. El día que desapareció, Gesto siguió su rutina. Salió con las zanahorias y posiblemente con el asesino tras ella. Encontramos testigos que la situaban en la tienda. Nada más, después de eso. Hasta que encontramos el coche.