Изменить стиль страницы

DGF

El recibo de empeño rosa que estaba unido a la tarjeta de queja llevaba el nombre de Robert Foxworth, f/n 03-11-71 y una dirección en Fountain, Hollywood. El artículo empeñado el 8 de octubre de 1992 era un «medallón familiar». Foxworth había recibido ochenta dólares por él. Había un cuadrado para huellas dactilares en la esquina inferior derecha del recibo. Bosch veía los caballones de la huella dactilar, pero la tinta o bien se había borrado o se había filtrado del papel a causa de la humedad contenida en la caja de almacenamiento.

– La fecha de nacimiento coincide -dijo Rachel-. Además el nombre lo conecta en dos niveles.

– ¿Qué quieres decir?

– Bueno, recurrió otra vez al Robert al usar el nombre de Robert Saxon y se llevó el Fox [3] al usar Raynard. Quizá de aquí parte todo este asunto de Raynard. Si su verdadero apellido era Foxworth, quizá cuando era niño sus padres le contaban historias de un zorro llamado Reynard.

– Si su verdadero apellido es Foxworth -repitió Bosch-. Quizás acabamos de encontrar otro alias.

– Quizá. Pero al menos es algo que no tenías antes.

Bosch asintió. Sentía que su excitación crecía. Rachel tenía razón. Finalmente tenían un nuevo ángulo de investigación. Bosch sacó el móvil.

– Voy a comprobar el nombre a ver qué pasa.

Llamó a la central y pidió a un operador de servicio que comprobara el nombre y la fecha de nacimiento que habían encontrado en el recibo de empeño. Salió limpio y sin registro de una licencia de conducir actual. Le dio las gracias al operador y colgó.

– Nada -dijo-. Ni siquiera un carné de conducir.

– Pero eso es bueno -dijo Rachel-. ¿No lo ves? Robert Foxworth estaría a punto de cumplir treinta y cinco años ahora mismo. Si no hay historial ni licencia actual, es una confirmación de que ya no existe. O bien murió o se convirtió en otra persona.

– Raynard Waits.

Ella asintió.

– Creo que esperaba una licencia de conducir con una dirección en Echo Park -dijo Bosch-. Supongo que eso era demasiado pedir.

– Quizá no. ¿Hay alguna forma de comprobar las licencias de conducir caducadas en este estado? Robert Foxworth, si es su verdadero nombre, probablemente se sacó el carné cuando cumplió dieciséis años en el ochenta y siete. Cuando cambió de identidad, éste caducó.

Bosch lo consideró. Sabía que el estado no había empezado a solicitar una huella dactilar a los conductores con licencia hasta principios de los noventa. Significaba que Foxworth podía haberse sacado una licencia de conducir a finales de los ochenta y no habría forma de relacionarlo con su nueva identidad como Raynard Waits.

– Puedo preguntar a Tráfico por la mañana. No es algo que pueda obtener de la central de comunicaciones esta noche.

– Hay algo más que puedes comprobar mañana -dijo ella-. ¿Recuerdas el perfil torpe y rápido que hice la otra noche? Dije que esos primeros crímenes no eran aberraciones. Evolucionó hasta ellos.

Bosch comprendió.

– Una ficha de menores.

Rachel asintió con la cabeza.

– Podrías encontrar un historial juvenil de Robert Foxworth, siempre y cuando sea su verdadero nombre. Tampoco habrían podido acceder desde la central.

Ella tenía razón. La ley estatal impedía seguir la pista de un delincuente juvenil en la edad adulta. El nombre podría haber surgido limpio cuando Bosch llamó para comprobarlo, pero eso no significaba completamente limpio. Igual que con la información de la licencia de conducir, Bosch tendría que esperar hasta la mañana, cuando podría ir a los registros de menores del departamento de Condicional.

Pero en cuanto se levantaron sus esperanzas él mismo volvió a derribarlas.

– Espera un momento, eso no funciona -dijo-. Sus huellas deberían haber coincidido. Cuando miraron las huellas de Raynard Waits, éstas tendrían que haber coincidido con las huellas tomadas a Robert Foxworth cuando era menor. Su registro podría no estar disponible, pero sus huellas estarían en el sistema.

– Quizá, quizá no. Son dos sistemas separados. Dos burocracias separadas. El cruce no siempre funciona.

Eso era cierto, pero era más una expresión de deseo que otra cosa. Bosch ahora reducía el ángulo del historial juvenil a una posibilidad remota. Era más probable que Robert Foxworth no hubiera estado nunca en el sistema de menores. Bosch estaba empezando a pensar que el nombre era sólo otra identidad falsa en una cadena de ellas.

Rachel trató de cambiar de tema.

– ¿Qué opinas de ese medallón familiar que empeñó? -preguntó.

– No tengo ni idea.

– El hecho de que quisiera recuperarlo es interesante. Me hace pensar que no era robado. Quizá pertenecía a alguien de su familia y necesitaba recuperarlo.

– Eso explicaría que maldijera y diera portazos, supongo.

Rachel asintió con la cabeza.

Bosch bostezó y enseguida se dio cuenta de lo cansado que estaba. Había estado corriendo todo el día para llegar a ese nombre y a las incertidumbres que lo acompañaban. El caso le estaba embotando el cerebro. Rachel pareció darse cuenta.

– Harry, propongo que lo dejemos mientras vamos ganando y tomemos otra cerveza.

– No sé en qué vamos ganando, pero me vendría bien otra cerveza -dijo Bosch-. Sólo hay un problema con eso.

– ¿Cuál?

– No hay más.

– Harry, ¿invitas a una chica a hacerte el trabajo sucio y a ayudarte a resolver el caso y lo único que le das es una cerveza? ¿Qué pasa contigo? ¿Y vino? ¿Tienes vino?

Bosch negó con la cabeza con tristeza.

– Voy a la tienda.

– Bien. Yo me voy a la habitación. Te esperaré allí.

– Entonces no me retrasaré.

– Yo quiero vino tinto.

– Estoy en ello.

Bosch se apresuró a salir de la casa. Había aparcado antes en la calle para que Rachel pudiera usar el garaje si venía. Al salir se fijó en un vehículo situado en el otro lado de la calle, dos casas más allá. El vehículo, un todoterreno plateado, le llamó la atención porque estaba en una zona roja. En ese bordillo estaba prohibido aparcar porque estaba demasiado cerca de la siguiente curva. Un coche podía doblar la curva y fácilmente colisionar con cualquier coche aparcado allí.

Al mirar calle arriba, el todoterreno arrancó de repente con las luces apagadas y aceleró hacia el norte doblando la curva y desapareciendo.

Bosch corrió a su coche, se metió en él y se dirigió hacia el norte detrás del todoterreno. Condujo lo más rápido que pudo sin riesgo de chocar. Al cabo de dos minutos había recorrido la calle de curvas y la encrucijada de Mulholland Drive. No había rastro del todoterreno y podía haber ido en cualquiera de las tres direcciones desde el stop.

– ¡Mierda!

Bosch se quedó en el cruce durante unos segundos, pensando en lo que acababa de ver y en lo que podía significar. Decidió que o bien no significaba nada o significaba que alguien estaba vigilando su casa y por consiguiente vigilándolo a él. Pero en ese momento no había nada que hacer. Lo dejó estar. Se volvió y circuló por Mulholland a velocidad segura hasta Cahuenga. Sabía que había una tienda de licores cerca de Lankershim. Se dirigió hacia allí, sin dejar de mirar el espejo retrovisor por si lo estaban siguiendo.

вернуться

[3] Fox significa«zorro» en inglés. (N. del E.)