Изменить стиль страницы

Y precisamente eso mismo le pasaba con Fermat. Ya no era aquel diablo que saltaba sobre su hombro llamando su atención y retando a su intelecto. Era una simple fórmula, unos garabatos en un papel, y no sentía ni el más mínimo deseo de entregarse al enigma.

Eso la preocupaba. Dejó el cuaderno.

Debería dormir.

En su lugar, volvió a coger el ordenador de mano y se conectó a la red. Tras pensarlo un instante, entró en el disco duro de Dragan Armanskij, que no miraba desde hacía tiempo. Armanskij colaboraba con Mikael Blomkvist, pero ella no había sentido ninguna necesidad inmediata de estar al corriente de sus actividades.

Leyó distraída el correo electrónico de Dragan.

Se topó con el análisis de seguridad que David Rosin había redactado sobre la vivienda de Erika Berger. Arqueó las cejas.

Un stalker anda detrás de Erika Berger.

Luego encontró un informe de la colaboradora Susanne Linder, quien, al parecer, había pasado la noche en casa de Erika Berger y enviado el informe a altas horas de la madrugada. Miró la hora de envío: poco antes de las tres. El correo informaba de que Berger había descubierto que los diarios personales, las cartas, las fotografías, así como un vídeo de carácter altamente personal, habían sido robados de una cómoda de su dormitorio:

Una vez comentado el tema con la señora Berger, hemos podido constatar que el robo tuvo que cometerse mientras permaneció en el hospital de Nacka tras haber pisado el trozo de cristal. Estamos hablando de un lapso de tiempo de unas dos horas y media, a lo largo de las cuales la casa se encontró sin vigilancia y la defectuosa alarma de NIP permaneció desconectada. En todos los demás momentos, hasta que el robo se descubrió, o Berger o David Rosin se hallaron en la casa

Eso nos lleva a la conclusión de que su acosador se mantuvo cerca de la señora Berger, pudo observar que se fue en un taxi y, posiblemente también, que cojeaba y tenía el pie lesionado Y entonces aprovechó la ocasión para entrar

Lisbeth salió del disco duro de Armanskij y, pensativa, apagó el ordenador de mano. Tenía sentimientos encontrados

No tenía razón alguna para querer a Erika Berger; todavía recordaba la humillación que sintió cuando la vio desaparecer con Mikael Blomkvist en Hornsgatan el día antes de Nochevieja, hacía ahora año y medio.

Nunca se había sentido tan boba en toda su vida. Y nunca más se permitiría ese tipo de sentimientos.

Todavía recordaba el irracional odio que la invadió y el enorme deseo de salir corriendo tras ellos y hacerle daño a Erika Berger

Vergonzoso.

Ya estaba curada

Total, que lo cierto era que no tenía ninguna razón para querer a Erika Berger.

Un momento después se preguntó qué sería eso «de carácter altamente personal» que contenía el vídeo. Ella misma tenía uno de carácter altamente personal que mostraba cómo ese Nils Jodido Cerdo Asqueroso Bjurman la violaba. Y ese vídeo se encontraba ahora en posesión de Mikael Blomkvist.

Se preguntó cómo habría reaccionado si alguien hubiese entrado en su casa y robado la película. Algo que, en realidad, era lo que Mikael Blomkvist había hecho, aunque su objetivo no había sido hacerle daño.

Mmm.

Complicado.

Erika Berger no consiguió pegar ojo en toda la noche del viernes. Anduvo cojeando de un lado a otro por todo el chalet mientras Susanne Linder la vigilaba. Su angustia flotaba por la casa como una pesada niebla.

A eso de las dos y media de la madrugada, Susanne Linder consiguió persuadir a Erika Berger de que, por lo menos -ya que no podía conciliar el sueño-, se echara en la cama para descansar. Suspiró aliviada cuando Berger cerró la puerta de su dormitorio. Abrió su ordenador portátil e hizo un resumen de lo ocurrido en un correo que envió a Dragan Armanskij. No había hecho más que mandarlo cuando oyó que Erika Berger se había vuelto a levantar y estaba de nuevo dando vueltas por la casa.

A eso de las siete de la mañana, por fin consiguió que Erika Berger llamara al SMP para decir que estaba enferma. Erika aceptó a regañadientes que no sería muy útil en su lugar de trabajo si no podía mantener los ojos abiertos. Luego se durmió en el sofá del salón, frente a la ventana que había sido cubierta con una madera contrachapada. Susanne Linder le echó una manta por encima. A continuación se preparó café, llamó a Dragan Armanskij y le explicó lo que hacía allí y que David Rosin la había llamado.

– Yo tampoco he pegado ojo esta noche -dijo Susanne Linder.

– De acuerdo. Quédate con Berger. Acuéstate y descansa un par de horas -le contestó Armanskij.

– No sé cómo lo vamos a facturar…

– Ya lo resolveremos.

Erika Berger durmió hasta las dos y media de la tarde. Se despertó y se encontró con Susanne Linder durmiendo en un sillón en el otro extremo del salón.

El viernes por la mañana Monica Figuerola se quedó dormida, de modo que no tuvo tiempo de salir a correr, como hacía habitualmente antes de irse al trabajo. Culpó a Mikael Blomkvist, se duchó y, acto seguido, lo echó a patadas de la cama.

Él se fue a Millennium, donde todo el mundo se sorprendió de verlo tan temprano. Murmuró algo, fue a por café y convocó a Malin Eriksson y a Henry Cortez a una reunión en su despacho. Dedicaron tres horas a repasar los textos del próximo número temático y a poner en común cómo avanzaban los trabajos de edición de los libros.

– El libro de Dag Svensson se envió ayer a la imprenta -comentó Malin-. Lo sacaremos en formato bolsillo.

– De acuerdo.

– La revista se llamará The Lisbeth Salander Story -intervino Henry Cortez-. Han estado modificando las fechas, pero el juicio se ha fijado ahora para el trece de julio. La tendremos lista para ese día, aunque esperaremos hasta mediados de semana para distribuirla. Tú decides cuándo sale.

– Bien. Entonces sólo nos falta el libro sobre Zalachenko, que, en estos momentos, es una pesadilla. Se titulará La Sección. La primera mitad del libro será más o menos lo mismo que lo que publicamos en Millennium. Los asesinatos de Dag Svensson y Mia Bergman constituyen el punto de partida; y luego seguimos con la caza de Lisbeth Salander, Zalachenko y Niedermann. En la segunda parte se tratará lo que sabemos de la Sección.

– Mikael, aunque la imprenta hace lo que puede por nosotros, los originales deberán estar listos para impresión el último día de junio como muy tarde -dijo Malin-. Christer necesita al menos un par de días para maquetarlos. Nos quedan poco más de dos semanas. No sé cómo vamos a poder.

– No nos da tiempo a desenterrar toda la historia -reconoció Mikael-. Pero creo que, aunque hubiésemos tenido un año entero, no habríamos podido hacerlo. Lo que sí haremos en este libro es dar cuenta de lo ocurrido. Si nos faltan fuentes para demostrar algo, lo diré. Si estamos especulando, deberá quedar claro que así es. O sea, expondremos lo que ha pasado y lo que podemos documentar, y luego escribiremos lo que pensamos que se esconde detrás de los acontecimientos.

– Eso no se sostiene ni de coña -dijo Henry Cortez.

Mikael negó con la cabeza.

– Si yo digo que un activista de la Säpo entra en mi casa y que puedo demostrarlo con un vídeo, entonces está documentado. Pero si digo que lo ha hecho por encargo de la Sección, entonces se trata de una especulación, aunque a la luz de todas las revelaciones que hacemos sea una especulación lógica. ¿Entiendes?

– Vale.

– No me dará tiempo a escribir todos los textos yo solo. Henry, aquí tengo una lista de textos que quiero que redactes tú. Corresponde más o menos a cincuenta páginas del libro. Malin, tú eres un backup para Henry, exactamente igual que cuando editamos el libro de Dag Svensson. Los tres figuraremos en la portada como autores. ¿Os parece bien?

– Sí, claro -dijo Malin-. Pero tenemos otros problemas.