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– Esta noche Patrón se encontraba bien, ¿eh? -comentó Bailarina, mientras se repartía el trabajo con Ogi-. ¡Quién lo iba a decir, después de que Guiador haya caído desplomado, y sin que al parecer su cabeza pueda recuperarse… sin que se pueda hacer nada… sin que exista ya pasado ni futuro, como dice Patrón… y cuando parecía que también este último sólo daba señales de acabamiento, quejándose entre estertores de fiebre…! Pero, pasados estos diez días, ha sido entrar tú a trabajar aquí, y ya parece él restablecido, e incluso se pone a hablar de un nuevo movimiento de la iglesia., Estoy hondamente persuadida de que él es de una personalidad asombrosa. ¿No te parece? Aunque a estas alturas, tampoco es como para quedarme asombrada.

Ogi estaba salteando con mantequilla unas rodajas de cebolla finamente cortadas; y le entraron ganas de responder así: "Si a estas alturas no te vas a quedar asombrada, cierra el pico de una vez". Y en tal punto Bailarina, con su agudeza de siempre, añadió algo con sentido para completar lo anterior. Ella estaba cortando en filetes finos un trozo de muslo de ternera, como paso previo para preparar un rápido arroz con curry que tuviera un toque magistral de auténtica cocina, mientras, como de costumbre, mostraba a través de su boca entreabierta aquella lengua brillante de saliva, que Ogi veía con cierta añoranza transida de dolor.

– Por lo que he estado pensando, el hecho de que Patrón te haya hablado con franqueza, es bueno tanto para ti como para él, creo.

Lo que les había dicho Patrón para orientarles en la tarea que les confiaba era esto:

– Yo, de entre todos los que han unido su fe a la mía, solamente en muy pocos de ellos llegaría a poner mi confianza, y a buscar apoyo. ¡Y es que ni en mí mismo puedo confiar!

Ogi no se hacía idea en realidad de cómo se podía continuar esa conversación, pero reaccionó con su simpatía e imperturbable sonrisa.

– Y hablando de Ogi -continuó Patrón-, él ha puesto aquí un pie como extensión de su anterior empleo, y trabaja para nosotros, pero opino que aún no ha dado el salto a nuestro campo. Bien, pienso que por ambas partes estamos de acuerdo en eso. Me gustaría que a partir de mañana empecéis esta tarea. Quiero explicároslo, pues para eso os he hecho venir a Bailarina y a ti. Tengo una serie de fichas relativas a personas, escritas a mano por mí, que integran un catálogo de nombres. Ante todo voy a pedirle a Bailarina que me haga un par de copias de cada ficha, para quedarme yo luego con los originales.

Dicho esto, Patrón recogió de encima de la mesa aquellos papeles en forma de tarjetas, que habían dado la impresión de ser demasiado pequeños como papel de carta, y se los entregó a Bailarina. Ella entonces, con un quiebro sensible de su cuerpo, desapareció camino de la sala de estar; pero con la energía de un relámpago, regresó al rato de nuevo.

– La tarea que os encomiendo es que restablezcáis el contacto con la gente que me respalda y que figura en la lista, principalmente de Tokio y sus alrededores, pero también hay algunos que se han dispersado por otras regiones.

Aunque Patrón, por su edad, debía de tener una incipiente presbicia, lo que hacía era aproximar a su enorme cara las fichas que ya le había devuelto Bailarina, y, poniéndoselas al sesgo, las examinaba minuciosamente. Bailarina, que se había mantenido junto a Ogi -ambos de pie-, se adelantó unos pasos en dirección a Patrón, frunció ligeramente el ceño y, como si fuera una colegiala que repasa un extracto de su papel para una función escolar, se aplicó a estudiar con toda atención aquellas copias. Por cierto, a Ogi no le causó una especial impresión favorable la escritura de aquel hombre, mucho mayor que él, y que se había educado en una época previa a los ordenadores con sus procesadores de texto; ya que, contra lo que cabía esperar, su caligrafía consistía en unas líneas de caracteres trazados con torpeza infantil. Pero ante todo había algo que quería preguntarle a Patrón, quien con tanta ufanía como serenidad les había mostrado una lista de sus nuevos seguidores.

– Viniendo al tema del Salto Mortal suyo y de Guiador…, y estoy empleando el término usado por los medios de comunicación de aquel momento, ¿no es cierto que recibieron críticas de los fieles de esa iglesia, a quienes ustedes habían abandonado a su suerte? A la facción radical, que sufrió arresto y persecución, no se le dio ocasión de hacer declaraciones, aunque no todos los radicales fueron apresados, y con motivo del juicio surgieron sorpresivamente muchas agudas observaciones. Incluso por parte de otros creyentes más moderados que constituían el núcleo de la secta, hubo denuncias, según creo.

"Entre las personas de esta lista, que le dan respaldo como nuevos seguidores, y aquellos otros de la secta, ¿qué relación media? Estos que lo respaldan actualmente, ¿son simpatizantes que mantienen su relación con usted aun ahora, habiendo permanecido ellos en el seno del grupo religioso? De ser así, el abandono por parte de ustedes de dicho grupo vendría a significar que ustedes cortaron su relación con creyentes de un nivel no muy profundo, pero todavía se conserva la relación con ciertas personas especiales, ¿verdad? Y aun dejando al margen las declaraciones que hicieron al gran público en general, valiéndose de la televisión, ¿no vendría a resultar que usted mintió ante el presidente de la fundación? Pues yo le trasmití lo que había oído decir a usted: que con el Salto Mortal se había separado completamente de la iglesia; es más: que se habían hecho enemigos de ella.

Patrón, por primera vez en ese día, orientó su cuerpo directamente hacia Ogi. Incorporando el torso y enderezando la cabeza, parecía querer borrar su imagen de vulnerable anciano, para dar la impresión de una gran fiera llena de fuerza combativa, que reafirmara su dignidad.

– Yo no he mentido -exclamó Patrón con voz elástica-. Los nombres que hay en esa lista son los de las personas que nos escribieron cartas personales a Guiador y a mí en estos diez años posteriores a nuestro abandono de la iglesia. De ahí se han excluido todos cuantos parecían haber tenido relación con nuestra actividad antes de esa época.

"Guiador y yo, por medio del Salto Mortal que dimos, abandonamos la iglesia y su doctrina. Eso también suponía que iniciábamos una nueva etapa. Y lo ha visto cierta gente como nuestra caída en los infiernos. Según la interpretación de Guiador, ésta fue la manera de ver el asunto por parte de las mujeres que, al irnos nosotros, también ellas se alejaron de la secta y ahora hacen vida común. Un salvador de la humanidad, antes de cumplir las profecías que se han hecho -es decir: antes de asumir la labor de liberar a este mundo caído, y de conducir a su pueblo directamente a un plano sobrenatural-, tiene que bajar una vez a los infiernos. Todo va ligado a esa manera de pensar. Pues antes del Salto Mortal esa gente nos estaba llamando Salvador y Profeta…

"Sea de eso lo que fuera, a raíz del Salto Mortal Guiador y yo nos apartamos de la secta. Con posterioridad a ello, ésta sigue ejerciendo su actividad en torno a la sede principal de Kansai como centro de operaciones. Nosotros, por nuestra parte, estamos aquí, sin relación alguna con ellos. Luego, al desplomarse Guiador, perdido el conocimiento, nos encontramos ambos en una crisis sin precedentes. Puede decirse que después del Salto Mortal estamos ante la más ardua prueba.

"En tales circunstancias, se me ha ocurrido tomar la iniciativa en abrir el primer contacto con esas personas que, sin relación alguna con la secta, nos han escrito cartas de adhesión con posterioridad al Salto Mortal. Esto es lo que hay.

"Que yo me acuerde, en realidad, hasta ahora, no he tenido un encuentro con las personas cuyos nombres y direcciones figuran en la lista. Esas personas me han demostrado su interés después de irnos Guiador y yo de la iglesia, después de haber sufrido el rechazo de la sociedad, y de vernos reducidos a ser blanco de las burlas. Yo ahora he empezado a pensar en esos nuevos elementos que nos brindan su ayuda. Para establecer contacto con estas personas, me gustaría contar con los primeros servicios de Ogi, mediante la colaboración -claro está- de Bailarina.

– Una cosa que se me ha ocurrido -dijo Bailarina- es que será mejor que confrontemos la lista recibida de Patrón con las cartas o escritos que le enviaron quienes figuran en ella. Porque en algunos casos puede haber por ahí cierto juego sucio. Naturalmente, la primera carta que escribamos para enviar a las direcciones de la lista, la redactaremos siguiendo tus consejos, Patrón. Los detalles del procedimiento a seguir los trataremos aparte tú y yo, Ogi. Patrón tiene que descansar.

Con la ayuda de Bailarina, Patrón, que estaba en bata, pudo levantarse de la pequeña silla, con la cabeza de nuevo hundida entre sus blandos hombros. Luego, con andares de enfermo, volvió a la cama.

Esa noche, Bailarina salió al jardín, ya del todo oscurecido, para llevar la comida al San Bernardo, que se movía con el generoso estrépito de una gran fiera. Entretanto, Ogi la esperó dentro. Patrón se había echado a dormir sin querer cenar. Por fin, entre Bailarina y Ogi, que empezaban su cena, repasaron una vez más las ideas de que habían hablado con Patrón.

– Cuando os oía hablar a Patrón y a ti -dijo ella-, pensaba que tú, aun conociendo las enseñanzas religiosas de Patrón, no sientes inclinación por ellas; y siendo así, ¿cómo es que le prestas tu apoyo, y tienes la intención de trabajar para ayudarle? Desde luego, yo te pedí que lo hicieras, pero he llegado a sentirme mal por haberlo hecho.

– Ese hombre… encierra en algún lugar recóndito un extraño atractivo -respondió Ogi-. Al menos puedo decirte que nunca roe he echado a la cara un vejete de su edad que tenga un carisma de ese calibre.