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"Tú jamás olvidas, Ikúo, la voz de Dios que oíste en tu adolescencia. Desde entonces has venido pasando toda tu juventud muy pendiente del día en que esa voz se te haga oír de nuevo. Así las cosas, cuando Guiador te instó a que me pidieras ser tu mediador, tú dudabas si hacerlo o no, según él me dijo. Y tu duda era si, siendo tú nada más que un individuo particular, te sería o no lícito interferirte, pulsando una tecla, en el orden establecido para todo el mundo, el espacio interestelar, y todas las partículas infinitesimales…, en su proceso cósmico del "hágase tu voluntad". Así que Guiador se conmovía, y hablaba de "este muchacho, tan pobre de espíritu…"

"Con respecto a esto, creo que Guiador estaba convencido de la oportunidad de aconsejarte como lo hacía. No hace mucho, él se encontró las siguientes palabras en un libro del siglo XVI escrito por un místico sufí, y le han servido para reafirmar su convicción:

"Todas la cosas creadas, que vienen de Dios, en el proceso de su remodelación hacia su verdadero ser, no están necesitadas simplemente de la fuerza auxiliadora de Dios, sino que dependen también de la fuerza auxiliadora que brota de la actividad religiosa de las criaturas."

"Así decía el libro. Y añadía: "Por eso, la persona que hace oración tiene una enorme fuerza, en este sentido, para influir en el mundo espiritual; y al mismo tiempo tiene una gran responsabilidad en cuanto al cumplimiento efectivo de esta vocación mesiánica." Aquí termina la cita.

"Creo que Guiador quería establecer esta idea como la base de nuestro nuevo movimiento. Según eso, empezó por animarte a ti, Ikúo. ¡Y así estarías de abatido -naturalmente- cuando Guiador se desplomó con el infarto cerebral! Pero ahora que el profesor Kizu le ha tomado el relevo en la misión de ser el nuevo Guiador, esto debe de haber sido para ti como resucitar. ¡E incluso yo he sentido lo mismo cuando he visto esta pintura!

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