Изменить стиль страницы

– Más tarde fueron encontradas formaciones similares repartidas por toda la Tierra. Se calcula que algunas tenían varios años de edad. Fíjate en todas esas flores. No hay nada en la Tierra semejante a eso, los botánicos lo juran por lo más sagrado. Pero eso no es lo más extraño. Pasa.

Un mapamundi con discos rojos sobre varios continentes. Casi todos caían entre ambos trópicos. Habría un centenar.

– En toda la Tierra, en cada una de esas formaciones vegetales, todas sus corolas apuntaban un mismo punto en el firmamento, a pesar de la rotación del planeta… Dirigimos nuestros telescopios hacia ese punto, y encontramos esto. Pasa.

La imagen presentaba un cometa sobre el cielo estrellado; desplegaba una espectacular cola, adornada con extraños rizos, abultamientos y volutas.

– Éste es el cometa Arat -explicó la astrónoma acercándose a la pantalla-. Cuando lo encontramos aún no había desarrollado esa cola. Pero no tuvimos mucho tiempo para disfrutar del espectáculo. Nuestro mundo fue destruido poco después de su descubrimiento. Justo en el momento de máxima aproximación entre la Tierra y este cometa. Como si hubiera viajado hasta el Sistema Solar interior sólo para presenciar la muerte de nuestro planeta.

»Todos sabemos como la supersticiones populares atribuyen a los cometas la capacidad de anunciar las grandes catástrofes. Para nuestra desgracia -tuvo una sonrisa de amarga ironía-, la leyenda se ha transformado en una terrible realidad.

– ¿Quieres decir… -a Susana le costaba admitirlo- que esas plantas establecieron alguna especie de comunicación con el cometa…?

– Sí.

– ¿Cómo?

– Por radio, quizá -contestó la astrónoma-. Estamos ante un organismo biocibernético, similar a los encontrados aquí. No es difícil imaginar a todas esas plantas actuando como potentes emisoras de radio; sobre todo si crecen con esa forma de antena parabólica.

¿Cómo podía haberse desarrollado una invasión tan silenciosa?, se preguntó Susana. Estudió con atención las imágenes; las plantas alienígenas debieron germinar en puntos poco habitados, incluso en el superpoblado planeta.

– Quizá la Tierra ha sido vigilada por alienígenas desde tiempo inmemorial -dijo Benazir-. No sabemos desde cuando, pero sí cómo podrían haberlo hecho: cometas. ¿Se imaginarán los peces y crustáceos abisales que un batiscafo es un portentoso signo celeste?

– Un pensamiento extraordinariamente paranoico -dijo Susana.

– Creo que nos conviene ser un poco paranoicos. Nos guste o no, estamos en guerra contra una especie alienígena…

»Y ellos ya han dado el primer golpe…