Roberto debía tomarse un tiempo para metabolizar toda esta información.

La situación cada vez era más comprometida. Era imprescindible diseñar un perfil de Fredy más acabado para evitar que se descubriera todo.

Apretó el botón “Contestar” y respondió a Laura.

Laura,

Gracias por hacerme llegar estos pedazos de nuestra biografía. Aunque no lo creas los leía con la sensación de acceder a ellos por primera vez.

Me preguntaba si tanto habíamos cambiado como para que lo dicho me suene extraño. ¿No es increíble?

De alguna manera es refrescante. Me siento un individuo nuevo y siento como si nuestro vínculo empezara hoy mismo. Te agradezco mucho todo. Hoy, además, te agradezco que seas la testigo que me ayuda a reconstruir algunos paisajes perdidos de mi historia reciente.

Besos

Fredy

PD: Me falta la lista de los libros para la colega de España y el comentario del cuento, ¿me los mandas?

CAPÍTULO 9

Mali delivery error

Ése era el nombre del primer mensaje de su casilla. Algunas veces pasaba. La culpa era de MINCE, que le hacía trabajar de más.

MINCE era su denominación para esa entelequia cuya existencia era tan incuestionable como injusta. Su nombre lo había tomado de las iniciales con las que él explicaba estos fenómenos insoportables:

El email más importante a recibir se pierde.

La más urgente de las respuestas se borra o aparece con un texto parecido a:

Querido Roberto

Te escribo para contarte algo muy importante.

Resulta que cua

Y uno baja por la hoja interminablemente blanca de la pantalla y nada.

O peor aún, el mensaje del amigo querido en viaje por Kiev dice:

Rober:

– 3%6#((8@( desc) ^[[[{{{+**+++**

**~~~~~ jalá me comprendas.

O como ahora: un mensaje enviado respetando las reglas que volvía inexplicablemente a su origen.

MINCE:La Maldad Innata Natural del Cyber Espacio.

Pensó que el mensaje devuelto debía ser el último enviado a Laura. Uffff… Ahora tendría que recuperarlo, recortarlo, pegarlo y reenviarlo…

Hizo doble clic sobre el icono del sobre cerrado y el programa mostró el mensaje.

Roberto entrecerró los ojos como para focalizar su mirada en el mail que había aparecido en pantalla.

Algo estaba mal, muy mal.

Cerró el archivo y volvió a abrirlo. El ordenador repitió la operación mostrando el mismo mensaje. Roberto no entendía, el mensaje retornado no era de él. Decía:

Querida Laura

Aquí estoy, de vuelta en Argentina. Fue larga la ausencia esta vez.

Me encontré al regreso con tus mails . Muy bien!!!

La verdad es que el trabajo que hiciste me parece maravilloso.

No te enojes conmigo por la falta de respuesta. Trataré de compensarte en lo que queda del año. No sé por qué me mandaste copia de los mails anteriores ya que los tengo, pero de todas maneras me gustó releerlos.

Un beso.

Alfredo

Roberto buscó en el encabezamiento del mensaje. Decía:

This mal! has been returned for

irrecuperable error (Erro r=4587)

from ‹rofrago©yahoo.com›

to ‹[email protected]

Releyó letra por letra: [email protected]

El mensaje había sido enviado desde su buzón. Se sintió confuso y sorprendido.

Algunas ideas que incluían delirios paranoides y fantasías mágicas pasaron rápidamente por su cabeza y fueron descartadas definitivamente.

Debía haber una explicación lógica. Pero ¿cuál?

El mensaje era de Alfredo y estaba dirigido a Laura.

– No puede ser -dijo en voz alta, como acusando a su ordenador- debe haber una explicación -se aseguró.

Hasta aquí Roberto había pensado que Laura equivocaba la dirección electrónica de Alfredo y que de ese modo había aterrizado en su correo…

¿Y si no hubiera error de Laura?

Todo sucedía como si el domicilio de Alfredo fuera realmente [email protected] … Pero eso era imposible.

¿Sería MINCE tan poderosa como para generar una situación como ésta? Un servidor que no bloquea una dirección asignada y un solicitante que en alguna parte del mundo termina eligiendo el mismo nombre que otro…

O dos personas intentan registrarse en el mismísimo momento y con idéntico nombre; obviamente el ordenador de distribución busca en sus archivos, encuentra la dirección vacante y automáticamente acepta el registro de ambos…

O los nombres de dos cuentas realmente Sí tienen diferencia en los titulares, pero las casillas de todas formas se han superpuesto.

O…

Sea como fuere, la única explicación posible era asumir que Alfredo y él estaban compartiendo una misma dirección electrónica.

Ahora recordaba haber recibido varias veces alguna información, alguna publicidad o suscripción en su correo, y haberla descartado interpretando que era parte del SpamMail.

Usted está recibiendo esta información porque ha registrado su dirección o alguien lo ha registrado para que usted acceda a estos datos. Para no recibir más esta información envíe un mal! blanco a la siguiente dirección unsuscribe@ etc. etc.

¿Cuántas veces había borrado la suscripción del pobre Alfredo de cosas que quizás le interesaran?

Recordó la última vez que recibió un mensaje de ese tipo. Él ya había mandado tres veces el solicitado «mensaje en blanco», pero los mensajes seguían llegando, así que envió una nota en grandes caracteres que decía:

PLEASE STOP MAILING ME!!!

Alfredo debía estar suscribiéndose una y otra vez y él lo borraba cada vez que se suscribía. Era gracioso.

Pero la sonrisa que había empezado a asomar en sus labios desapareció rápidamente:

Si compartían la dirección, Alfredo recibía también los restantes mails dirigidos a él.

Ahora entendía por qué nunca conseguía que le mandaran los libros y CDs que compraba por Internet. Claro, cuando la empresa vendedora pedía confirmación del pedido, Alfredo renegaba de la compra. Qué hijo de p…

Pero entonces, los mails de Laura sí habían sido recibídos por Alfredo.

Otra vez la amenaza de que todo se descubriera volvía al tapete. Temblando, bajó por la lista del correo deseando por primera vez que no hubiera un mensaje de Laura. Pero había. No uno, sino dos mensajes.

Querido Fredy:

Habrá que darse cuenta de que, tal como sucede con nuestros pacientes, no somos para siempre los mismos. De hecho me parece que este intento de seguir siendo los mismos, lejos de promover el encuentro lo evita.

Tiene que ver con aquello que te dije de la identidad Estuve pensando mucho este tema.

A partir de las frustraciones inherentes a la educación solemos creer que no somos valiosos o queribles tal como somos, y entonces nos vemos empujados a crear una identidad a la medida de aquellos por los que nos sentimos rechazados, nuestros padres.

Esta identidad no alcanza para el aplauso, así que creamos una segunda identidad compensatoria, que dará lugar a una tercera, y a una cuarta, y a todas las necesarias hasta llegar a la que reciba la aprobación de los educadores, pensando que así vamos a lograr que nos quieran.

Invento una identidad querible sobre la base de creer que mi ser, tal como es en realidad, no merece ese amor.

Entonces, cuando estamos en una relación íntima, el deseo que tenemos es que nuestro compañero confirme nuestra identidad compensatoria y, por otro lado, tenemos miedo de que nuestra identidad deficiente sea vista, que el otro se dé cuenta de que no somos como nos mostramos y por lo tanto, quizás, que no somos merecedores de su amor.

La clave consiste en animarnos a sacarnos de encima nuestra supuesta identidad, instalarnos en el mundo sin tener la exigencia de responder a ella, descubríéndonos todo el tiempo y observando qué nos sale.

Cada vez estoy más convencida de que la identidad es algo que nos inventamos y nos hace sufrir, porque nos exige responder de acuerdo con ella.

Buscamos la intensidad del encuentro pero cuando llega nos asustamos, nos desestabilizamos. Y sin embargo es muy difícil no ansiarlo, porque intuimos que no hay nada más saludable que un encuentro auténtico, sin máscaras, sin engaños, actualizado y sin expectativas. Pero también intuimos que el riesgo de sufrir tiene un precio muy alto.

Pienso que nos da tanto miedo entregarnos, fundirnos en el otro, que sólo podemos hacerlo parcialmente, como hacen nuestros pacientes. El intento de protección contra los dos grandes monstruos: el rechazo y el abandono.

Es muy duro desear a alguien y que no esté. Tal vez el trabajo consista en perderle el miedo a la entrega. Se me ocurre un camino largo y difícil, pero en última instancia es el camino de la vida.

No tengo respuestas, estoy llena de preguntas. Creo que a los pacientes sólo podremos acompañarlos para que transiten todo esto responsablemente y con conciencia de lo que se está jugando.

Enseñarles a observar a fondo la situación que no es únicamente una cuestión de sentimientos, es mucho más que eso.

Me parece increíble el miedo a la entrega. Cómo reaccionamos para no encontrarnos. Cómo armamos líos y creamos distancia. Cómo nos confundimos y confundimos a los demás.

Cuando deseamos y el otro está es muy hermoso. Pero cuando no es así, el dolor nos parece más insoportable que cualquier otro sufrimiento.

Por eso frenamos a veces la tentación de ser espontáneos, buscamos vidas seguras encerradas en nuestra vieja personalidad calentita y estructurada.

Y no es que esté mal, tampoco podemos vivir en carne viva.