De hecho estuve revisando los mails para regodearme con lo que ya llevamos armado, y me dio una bronca bárbara encontrarme con que por accidente parece que se me perdieron los primeros correos que intercambiamos.

¿Podrías mandarme copia de aquellos mails de entonces? Me encantaría tenerlos a mano (prometo no perderlos otra vez).

De paso te consulto esto:

Tengo una carta de una colega de España, dice que nos escuchó en Cleveland y me escribe porque quiere que le recomiende bibliografía sobre parejas. Dice haber leído El viaje del Corazón de Welwood y todo lo editado en castellano e inglés de Perls y de Bradshaw. ¿Qué otros libros le recomendarías?

Me sigue pareciendo que nuestro libro va a ser fantástico.

Contéstame pronto.

Te mando un beso grande.

Fred

PD: ¿Qué te pareció el trabajo del mito infantil de mi paciente?

Roberto siguió leyendo los libros y relacionando lo que aprendía con los mails anteriores. No tuvo respuesta durante toda la semana, pero extrañamente no se inquietó.

El domingo por la tarde le llegó un larguísimo mensaje de 140 KB que se llamaba “Historia antigua”.

Fredy:

Con la excusa de mandarte copia de nuestra primera comunicación, aproveché para volver a leer lo que nos escribíamos hace catorce meses. (¿Te diste cuenta de que ya pasó más de un año?)

¡Disfruté tanto! A ratos todo era tan ingenuo que me costaba creer que éramos tú y yo los que nos escribíamos. De hecho, todavía me llamabas Licenciada Laura Jorsyl.

El primero me lo mandaste desde el avión que te traía a Buenos Aires apenas nos separamos en EE.UU. Tú volvías en el mismo vuelo con nuestro amigo Eduardo y yo viajaba a NY, ¿te acuerdas?

Licenciada Laura Jorsyl:

¡Qué bueno que fue el encuentro en el congreso! La idea de seguir trabajando y escribiendo juntos me dejó sin poder conciliar el sueño hasta las 3 de la mañana.

Tú sabes, o yo espero que lo sepas, cuánto valoro tu trabajo y tus conocimientos.

Cuando me dijiste que tú también venías pensando en escribir un libro de parejas sentí que se me erizaban los pelos de la nuca. Escribo esto y no puedo dejar de pensar en que, de alguna manera, nuestra relación reproduce la historia y las dificultades de cualquier pareja.

Quizás constituir una pareja terapeutica no es más que un matiz de lo que significa constituir, o como lo dijimos en el trabajo, construir, cualquier pareja. Al principio algo de todo aquello que tenemos en común me atrae y me deleito pensando en compartir lo que ambos tenemos. Sin embargo, como los dos sabemos, pronto aparecerán las diferencias.

En las parejas esto transforma aquella sintonía en atracción enamoradiza o en repulsión. ¿Cómo será entre nosotros? ¿Qué pasará cuando nuestras diferencias comiencen a aparecer? ¿Seremos capaces de transformar estas diferencias en el pasaporte que abra la puerta de tu crecimiento y del mío?

No lo sé. Por ahora, Laura, me atrae tanto la idea de trabajar y de escribir juntos, que me propongo quedarme enamorado de la idea, enamorado del proyecto, enamorado de la fantasía sobre lo que todo este encuentro puede potenciar en mi propia vida personal y profesional.

El avión está a punto de despegar y acaba de decir el comandante que los aparatos electrónicos deben ser apagados antes de despegar.

Te mando besos y mi enorme gratitud por haberme invitado a presentar con vos en Cleveland.

Fredy

Te contesté apenas recibí tu mensaje.

Querido Fredy:

¡Me siento tan llena de todo lo que pasó en el congreso!

Me encantó que vinieras.

La presentación de nuestro trabajo fue como una danza, salías tú a responder o salía yo sin haberlo planeado, la cosa fluía más allá de una decisión consciente.

A veces me asusta que seamos tan diferentes, pero cuando nos ponemos a trabajar nos armonizamos increiblemente.

Yo estoy entusiasmadísima con el proyecto del libro.

Lo siento como una gran aventura que puede transformarnos a ambos y quizás también a nuestros lectores.

Yo también me apasiono con la idea, imaginate que estoy acá en Nueva York y me dieron más ganas de quedarme en el hotel a contestar tu mail que de salir a pasear.

Tengo una habitación con una vista al Hudson espectacular, me podría quedar todo el día en silencio, escribiendo y mirando el agua. Cuando dices que estás enamorado de la idea, siento que se me abre el pecho y me lleno de entusiasmo. Es verdad lo que me dijiste alguna vez, que las palabras son transformadoras. Lo siento leyendo tu mail , y por eso quería escribirte ahora para decirte lo que estoy sintiendo.

Sabemos que el enamoramiento dura poco, como les decimos habitualmente a las parejas que tratamos, después van a venir las dificultades, pero estoy dispuesta a atravesarlas. Cada vez que nos enrollamos, encontramos la manera de salir, quizás eso deberíamos contarles a nuestros lectores.

Nos pasan las mismas cosas que ocurren en las parejas.

Y es muy doloroso cuando no podemos entendernos, pero después de transitarlo, la relación es más sólida y los dos crecemos.

Ya me engancho en los problemas, pero así funcionamos siempre, tú pones la parte más simpática y atractiva y yo me voy a lo difícil, al conflicto. Pero está bien, es la manera como nos complementamos.

Siempre es igual, por eso me encanta que hagamos cosas juntos, tú dices las mismas cosas de una manera divertida y la gente lo entiende mejor.

Pero me parece importante hablar de cómo a veces nos potenciamos negativamente y podemos salir. Sobre todo ahora que estamos en un buen momento.

Mi lado neurótico en el asunto es que quiero todo ya, me pongo ansiosa y te persigo, tú entonces tomás distancia y eso me pone peor, más quiero y tú más distancia pones.

Cuando me doy cuenta y me aparto de ti, tú buscás el contacto, yo me aflojo, y entonces tú te acercas más y yo me ablando aún más y todo fluye de nuevo.

Volviendo al congreso, no me imaginé que nos darían tanto apoyo. Cuando te pidieron que cerraras el congreso con el relato que habías hecho en nuestra presentación, no lo podía creer. Y cuando te vi allí parado frente a las quinientas personas de todo el mundo aplaudiéndote emocionadas después de contar tu cuento en inglés, me corrió frío por la espalda. Este tipo no puede ser, pensé…

Besos.

Laura

El siguiente me llegó poco antes de volver a la Argentina. ¡Qué envidia Jorsyl! Yo ya estoy en Buenos Aires y hace un frío de junio, me encantaría haberme quedado unos días más descansando en EE.UU., pero bueno, ya sabes, los pacientes esperan. El martes apenas llegué, Joaquín, mi primer paciente, me reprochó haberme ido por una semana en esta época del año… Él también me envidiaba. Nunca hablamos de esto, ¿no creés que la envidia también genera roces en la pareja? Pensaba escribirte “…en algún momento te contaré”, pero qué mejor momento para las cosas que el momento en el que suceden. Para mí no existe esa pavada de la envidia “sana” y la envidia “mala”. Así te envidio: me encantaría estar yo también en Nueva York y me encantaría además que tú pudieras quedarte todo el tiempo que tuvieras ganas. Disfruta mucho, no te cuides. No te olvides que somos vulnerables pero no necesariamente frágiles. Besos, Fredy Te contesté enseguida. Querido Fredy: Estoy en el aeropuerto a punto de tomar el avión para Buenos Aires. Estoy con ganas de volver. Me hizo muy bien este viaje, yo necesito cada tanto retirarme de mi vida, de mi familia, de mis pacientes y vuelvo con muchas ganas. Estaba pensando en este concepto de los diferentes momentos del contacto que planteaban Bob y Rita Resnick. Lo importante que es respetarnos esta necesidad de contacto y retirada para volver a reencontrarnos. Esto que ella planteó sobre la etimología de la palabra relationship (que quiere decir relación en castellano) que es la habilidad para encontrarse de nuevo. Para mi relación con Carlos es muy importante, nos extrañarnos y nos encontramos desde otro lugar. Yo llego llena de cosas nuevas y esto retroalimenta la relación. Al principio de nuestro matrimonio, a mí me costaban mucho sus viajes, él suele irse tres o cuatro veces al año por su trabajo. Pero ahora los tomo como una oportunidad para tomar distancia y volver a encontrarnos. Una vez más asocio este aprendizaje con mi madre. En cierto modo ella fue la primera que me enseñó esto (como tantas otras cosas). Uno puede separarse por un momento sin dejar de amarse con todo el corazón. Me parece importante incorporar esto. A veces las parejas no se dan ese permiso de separarse por miedo al aislamiento o a sentirse solos. Yo creo que es parte de la relación. Sentirme por una semana una mujer sola en el mundo, me devuelve el contacto conmigo misma. Aquí no soy una mamá o una esposa o una psicóloga, soy sólo yo en el mundo, con mi tiempo para mí, y es un encuentro conmigo misma que me renueva, me hace sentir más viva que nunca. Por momentos no es fácil, de repente ayer caminando por el Museo de Arte sentí ganas de compartirlo con Carlos, pero es un desafío interesante. A la noche salí a comer con un amigo americano que conocí el año pasado en el workshop de Welwood, pero me porté muy bien a pesar de tu deseo. Es hora de subir al avión, nos vemos en Buenos Aires. ¡Ah! Y no me llames más Licenciada Jorsyl, suena demasiado profesional. Prefiero ser Laura, Lau o L, como soy para todos. Besos Laura Laura Supongo que en este momento estás volando hacia Buenos Aires. Cierro los ojos y te imagino sentada en una butaca de Bussiness Class, dormitando (¿por qué en clase ejecutiva?… Debe ser porque creo que eres una chica «con clase»…) Yo también estoy muy orgulloso de lo que pasó en el congreso y tu idea de compararlo con una danza me deleita. Si estiro un poco la frase encuentro que todas las relaciones interpersonales deben serlo. Claro, hay danzas y danzas. Algunas armónicas, estéticas y sincronizadas; otras extrañas, incomprensibles para cualquiera que no sea uno de los bailarines. Muchas comunes y estereotipadas, casi siempre aburridas y rutinarias; unas pocas originales, creativas e irreproducibles. Algunas, están diagramadas para satisfacer al auditorio, otras para placer de los participantes las menos para el deleite de todos. Muchas atadas rígidamente a la coreografía que impone el momento, las costumbres, la cultura; y otras, por fin, verdaderas improvisaciones expresivas que transmiten la vibración de los que danzan al ser impactados por cada acorde y dejándose fluir por el movimiento que brota desde su interior. Sí. Cada pareja es una danza. Dale Laura, hagamos de este encuentro una sociedad, un dúo, una máquina, un sistema, una yunta, un equipo, una pareja. Animémonos a mostrar desde nosotros las cosas que le pasan a cualquier pareja, ya sea una pareja amorosa, un par de amigos, dos hermanos o dos cualesquiera -tú y yo- que son capaces de elegirse, sin necesitarse, por el solo placer de hacer algo con ese otro, con esa otra, y potenciar desde ahí lo mejor de cada uno… Me encantaría que nosotros pudiéramos contar con tu lucidez, con tu consecuencia, con tu experiencia, con tu dedicación, con el aprendizaje vivencial que han dejado en vos las cosas que viviste. Si es cierto que yo puedo aportar lo que tú dices de mí, entonces, un libro que escribamos sobre parejas podría ser útil y trascendente. Pienso que el tema a decidir sería la forma de hacerlo. No es fácil para mí componer mi cabeza en función de escribir con alguien. Mis escritos anteriores “salieron”, yo no recuerdo haberlos escrito. De hecho siempre discuto cuando alguien me habla para escribir. Nunca sentí que pudiera hacer eso. Cada uno de mis artículos me lleva semanas o meses, el tiempo que consumo en ir reuniendo esos momentos en que salen de mí las cosas que después aparecen en la pantalla de el ordenador. ¿Cómo hacer, entonces, para escribir este libro juntos? No lo sé, por ahora creo que podemos seguir intercambiando esta correspondencia electrónica y ya algo se nos ocurrirá, ¿qué te parece? Contestame pronto. Besos. Fredy