Me parece que no estoy del todo de acuerdo con eso que dices sobre “dejar las ilusiones”. Y lo asocio con la magia porque creo, como dice mi amigo Norbi, que la magia existe. Existe de verdad cada vez que una ilusión se transforma tangiblemente (y con nuestra colaboración) en realidad.

Creo que estarás de acuerdo en que nos sucede lo mismo que a cualquier pareja: necesitamos de un poco de la magia que solamente nos llegará si somos capaces de sorprendernos al encontrarnos hoy en un lugar diferente del que nos solíamos cruzar hasta ayer, una sorpresa sin miedos, una sorpresa sin parálisis, una sorpresa que despierte más la frescura de la curiosidad que la inseguridad de lo desconocido. Y creo que estarás de acuerdo si digo que sólo en la medida en que aceptemos la realidad como es seremos capaces de cambiarla. Volveremos posible nuestra fantasía y, por supuesto, sólo así podremos disfrutar de ese sueño compartido, sea ese sueño una familia, un viaje, una pareja o escribir un libro.

En todo caso, como decía Ambrose Bierce: “Si quieres que tus sueños se hagan realidad… despierta.”

Te mando mil besos,

Fredy

La respuesta de Laura le traería la alegría de haber transformado él también una fantasía en realidad: La fantasía de que Laura siguiera escribiendo.

Querido Fredy:

¡Me sorprendes! ¡Siempre me sorprendes! ¿Serás el mismo Fredy que yo conocí? Y más aún: ¿Seré yo la misma Laura con la que una vez decidiste escribir un libro? Seguramente no.

Y sin embargo cuando la magia se hace presente, el encuentro sucede. O al revés, cuando el encuentro sucede la magia se hace presente… Me encanta la magia. La magia del encuentro. ¡Qué increíble!

Me siento delante del ordenador y leer tus comentarios me ayuda a sentirme mejor, poder seguir con el proyecto y no tener que deshacerme de mi sueño provoca el abracadabra de mis ganas de volver a escribir.

Me gusta la palabra “magia”, es mágica. Desde que llegué al consultorio esperaba tener una hora libre, necesitaba volver a escribir.

Hay algo que dices que me parece muy cierto: lo que nos pasa es mágico. Yo siento que la energía que me impulsa a escribir me sale de las tripas, no hay mejor ejemplo. Siempre he pensado que aunque las letras sea iguales, su sentido es distinto si a uno le salen del alma.

Pongamos un poco de orden en nuestras ideas: No sólo no hay parejas sin conflictos, sino que son los conflictos quienes hacen atractivo estar con otro, y más que los conflictos, las diferencias (que son justamente las que generan el conflicto).

A veces me enfado por lo condescendiente que es Carlos con todo el mundo, pero también pienso que si no fuera así conmigo las cosas no habrían funcionado. Él es así conmigo y con todos, sería absurdo pedirle que sea así conmigo y no con los demás, porque es su modo de ser.

Creo que es posible aprender de las dificultades. Es una manera de estar en el mundo, observar qué ocurre y ver cómo atravieso la situación. Digo que es una manera de estar en el mundo porque es muy diferente tener un plan prefijado que dejar que la vida fluya. La vida no consiste en cumplir determinadas metas prefijadas porque sería muy aburrida. Es diferente si nos planteamos a ver qué ocurre y decidir cómo movernos a medida que vayan sucediendo las cosas.

Muchas angustias y depresiones, se generan debido a que tenemos una idea prefijada de a dónde queremos ir, y cuando mi plan no se cumple nos frustramos. Cuando no actúas de acuerdo con mis expectativas, no te quiero. Y no es así. La vida es más vivible si nos ponemos en la actitud del surfista: son las olas las que marcan el camino, no mi idea de adonde tengo que llegar. Es mejor descubrir el camino según las piedras que nos vayamos encontrando.

Qué relajante es llegar al punto de poder decir: esto es lo que puedo hacer, esto es lo bueno para mí. No hay un modelo de vida: lo que a mí me encanta a ti no te gusta, y todo está bien, ¿por qué tengo que convencerte de que mirar el río es más divertido que entrar en Internet? Tú quédate con el ordenador y yo me voy a patinar al río, nos vemos luego.

Tardé años en aceptar que Carlos no disfrutara el río como yo lo hago. La mayoría de la gente se pelea porque quiere convencer al otro de que su postura es la correcta. Entonces partamos de la base de que no hay una postura correcta.

Creo que la gente necesita ser convalidada por el otro para afírmarse en lo que piensa o siente. Sería genial poder decir: “esto para mí es bueno, aunque a todo el mundo le guste otra cosa”, y poder respetarlo. No necesitar la autorización del otro sino aceptar la diferencia.

No hay una manera de vivir, cada uno se monta su circo como puede. Cada pareja tiene que armar su propio circo.

Y la vida va fluyendo cuando uno se abre así. Es maravilloso todo lo que pasa cuando nos lanzamos a la aventura de vivir, el camino del héroe. Los conflictos se convierten en algo interesante, en una aventura hacia el descubrimiento de uno mismo.

¿No te parece aburrido saber todo lo que quieres que te pase? Es igual que estar solo, no tiene magia.

Como dice mi amigo Luis Halfen: “Podemos vivir la vida como si fuéramos un conductor de metro, sabiendo exactamente a dónde vamos y cómo es la ruta, o como un surfista: siguiendo la ola. Te propongo que sigamos las olas. Nos vamos a divertir, y de eso se trata también.

¿Lo ves? Tus e-mails me inspiran para seguir escribiendo.

Besos.

Laura

Roberto terminó de leer y sintió la misma urgencia que Laura decía que la empujaba a escribir.

Lncreiblemente, sin pensar si era él o Fredy el que escribía, mecanografió de un tirón este mensaje y lo envió:

Hola Laura

Recibí tu e-mail.

¡Cómo me ha gustado esa imagen del surfista y del conductor de metro!

Me parece una idea poderosa. De hecho la vida es un delicado equilibrio impredecible. No sólo hay que dejarse llevar por la ola, sino que también es cierto que no todas las olas sirven para surfear. La metáfora se ajusta a todo lo que pensamos: Para hacer surf tienes que estar dispuesto a encontrarte con cosas que no puedes prever (nadie sabe cómo vendrá la ola). Todo es una mezcla de arte y entrenamiento. Nadie nace sabiendo hacerlo y, además, es imprescindible estar dispuesto a correr el riesgo de darse algún que otro chapuzón y de algunas caídas que nos dejarán llenos de moratones y de experiencias para enfrentarnos la próxima ola.

Es verdad, no basta con los sueños, no basta con la fantasía, no basta con las ilusiones, no basta con el deseo y con los proyectos… Y sin embargo, sin ellos no hay camino.

Te mando algunas ideas sobre las que he estado trabajando.

Yo creo que todas nuestras acciones coherentes empiezan en un sueño, eso que vulgarmente llamamos fantasía, y que se expresa diciendo:

Qué hermoso sería…
Qué increíble debe ser…
Sería maravilloso…

Si nos adueñamos de esa fantasía y nos la probamos como si fuera una camisa, entonces la fantasía se transforma en una ilusión:

Cómo me gustaría…
Me encantaría que…
Sería genial que yo pudiera, algún día…

Si dejo que esa ilusión anide en mí, si la riego y la dejo crecer, un día la ilusión se vuelve deseo:

Quisiera estar en…
Lo que más deseo es…
Verdaderamente quiero…

Llegado este punto, quizás suceda que sea capaz de imaginarme a mí mismo llevando a cabo ese deseo, haciéndolo realidad. En ese momento el deseo se vuelve proyecto:

Voy a hacerlo…

En algún momento…

Pronto yo…

De aquí en adelante sólo me falta elaborar mi plan, la táctica o la estrategia que me permitirán ser un fantástico mago que materialice la realización de mi sueño.

Fíjate que hasta aquí no he movido un dedo, todas mis acciones son internas y, sin embargo, cuántas cosas han pasado en mi interior desde que sólo fantaseaba.

Me dirás que con eso no basta. Es verdad, muchas veces no es suficiente. Hace falta llevar a cabo lo planificado y corregir los errores.

Hace falta ponerse el traje de baño, tomar la tabla de nuestros proyectos, lanzarse a la vida y esperar atentamente la ola de la realidad para subirse a ella y surfear hasta la mágica playa de la satisfacción.

Besos

Fredy

Roberto releyó lo escrito. Se sentía pleno. Aunque todo aquello no fuera más que un juego efímero, este juego lo había estimulado a estudiar, leer y pensar como pocas veces antes lo había hecho. Hasta aquel momento no sabía que guardaba dentro de sí esta capacidad de poner por escrito sus pensamientos.

Si el amor estaba conectado con los aspectos más sabios e iluminados de cada uno, Roberto debía estar indudablemente enamorado.