Cuando Prudencia se enteró de que su marido tenía un hijo se le escapó el mundo. La pobre lo supo por casualidad, porque llamó al supermercado para hacer el pedido y el chico, que era nuevo, la confundió con la otra, le preguntó por su hijo y hasta el nombre le dio. Entonces llamó a mi prima, que le gusta saberlo todo y mucho más le gusta contarlo, y se lo contó todo con pelos y señales. Prudencia se quedó sin habla. Se había acostumbrado a la amante. Pero un hijo. Colgó el teléfono, se sentía aturdida, mareada, se fue hacia el cuarto de baño, tenía ganas de vomitar, y tropezó con la caja de herramientas que su marido olvidó guardar después de arreglar el grifo del lavabo.