A excepción de algunos crujidos y chirridos, funcionó perfectamente.

No obstante, la próxima vez lo lubricará un poco.

Hemos estado de suerte. Mientras, el Agente de Seguros se dedicó a examinar el refugio tras haberlo abierto con las llaves de Raymond Vaughn.

Aparte del polvo, el interior de la casa estaba en perfectas condiciones, con todo el mobiliario en su sitio.

Se pasó tres horas quitando el polvo y barriendo con un trapo y una escoba que había en la casa.

Tras poner en marcha el motor de la bomba, probó a abrir los grifos y echó el agua de los dos retretes y, aunque al principio el agua salió herrumbrosa, el caudal fue suficiente.

Al cabo de un rato el agua empezó a aclararse.

Tanto el suministro de agua procedente del pozo como la fosa séptica para las aguas residuales funcionaron a la perfección.

Sin embargo, había algo que no marchaba. Las luces no se encendían. Algo andaba mal en el suministro de electricidad.

Por consiguiente, tras haber arreglado el vehículo, el Mecánico echó un vistazo a la planta generadora portátil que alimenta el sistema eléctrico.

No tardó mucho en descubrir la avería.

Hacía falta arreglar la caja principal de los interruptores y llenar de combustible el depósito subterráneo.

Puesto que se les estaba haciendo tarde decidieron que las reparaciones se efectuarían en el transcurso de su segunda visita, en cuya ocasión traerían más bidones de gasolina.

Se había desprendido también parte del recubrimiento del techo, probablemente como consecuencia de un viento de Santa Ana, y hacía falta arreglarlo.

En general, los dos componentes del club se mostraron satisfechos de las excelentes condiciones de Más a Tierra.

A pesar de estas pequeñas averías que he anotado y varias otras cosas que hay que hacer y anotaré más adelante, el lugar es apto para su inmediata ocupación. Y, como es lógico, para almacenar en él los suministros que haga falta.

En el transcurso de nuestros últimos encuentros comentamos detalladamente la disposición del refugio. Acordamos ofrecer el dormitorio principal a nuestro huésped.

Dado que las dos ventanas del dormitorio principal podrían dar lugar a una huida, decidimos cubrirlas con tabla de madera y, como medida de ulterior precaución, protegerlas por fuera con unos barrotes de hierro.

Los dos miembros del club cronometraron los dos sectores de su viaje de regreso desde Más a Tierra a Los Ángeles.

En el primer sector el viaje fue mucho más rápido y en el segundo, considerablemente más lento.

En lugar de regresar a pie hasta el Buick, distancia en la que habían invertido una hora y diez minutos, decidieron utilizar el cacharro de ir por las dunas. Efectuaron el recorrido en 19 minutos.

No obstante, para regresar a casa a través de la autopista, se encontraron atrapados entre el tráfico de la salida del trabajo y la cena y esta parte del viaje la hicieron en dos horas y treinta y cuatro minutos en lugar de las dos horas y dos minutos que habían tardado por la mañana. Sin embargo, el viaje no lo efectuaremos a una hora de tanto tráfico.

En cuanto a otros asuntos, el Perito Mercantil comunicó orgullosamente a sus consocios que ya había echado los cimientos de su supuesta visita de dos semanas a Washington al objeto de asistir a un seminario sobre impuestos sobre la renta.

Para su asombro, no tropezó con la menor dificultad. Su esposa recibió la noticia con gran serenidad. Estaba muy satisfecho de la forma en que había manejado el asunto y se le veía mucho más tranquilo.

Sin embargo, el Agente de Seguros aún no le había comunicado a su mujer que se iría a pasar dos semanas al río Colorado a pescar en compañía de dos acaudalados posibles clientes.

Dijo que había estado muy ocupado pero al final, cediendo a nuestra presión, reconoció que no se había atrevido. Prometió encargarse del asunto en el transcurso de la siguiente semana.

Yo comuniqué al club que me había trasladado al puesto de observación -habiéndolo abandonado únicamente en una sola ocasión-con el propósito de vigilar el paseo matinal del Objeto y el trabajo del equipo de jardineros por la tarde.

Ambas cosas se produjeron siguiendo-exactamente el mismo horario previamente comprobado.

Prometí que, a partir del lunes, acudiría a mi puesto de observación casi diariamente, es decir, seis días a la semana, anotando todo lo que viera.

El Mecánico se ofreció a acompañarme una o dos veces a la semana y dijo que, si algún día yo no podía acudir, él me sustituiría, caso de estar libre.

Nota final acerca de la semana transcurrida: el domingo pasado dejé de afeitarme y, aunque me hacía falta un corte de pelo, prescindí del mismo y no pienso ir al barbero hasta que todo haya terminado.

Ahora me está creciendo un bigote y una barba muy desordenada.

Todavía no ofrecen muy buen aspecto y el encargado del supermercado ha hecho un comentario muy sarcástico a propósito de mis adornos capilares.

El Mecánico está haciendo lo propio. No se deja crecer la barba pero sí el bigote y su aspecto ya ha cambiado mucho. Yo diría que en conjunto ha sido una semana muy fructífera.

"Cuaderno de notas de Adam Malone -del 25 de mayo al 31 de mayo": He copiado una cita. Pertenece a Shakespeare.

"El amor es simple locura y os digo que se merece un cuarto oscuro y un látigo igual que los locos.

Y la causa de que no se castigue y someta a tratamiento se debe a que la locura es tan corriente que hasta los azotadores están enamorados".

Siempre que me siento abatido y considero objetivamente lo que tengo en proyecto llevar a la práctica en nombre del amor, me consuelo con esta cita del Bardo.

He estado pensando en una afirmación atribuida a Sharon Fields que ella reconoció haber pedido prestada a Lana Turner pero en la que Sharon cree con toda su alma: "Me gustan los hombres y yo les gusto a ellos".

Cualquier mujer que no reconozca que desea y gusta de la sexualidad o está enferma, o es de hielo o es una estatua".

Muy provocador, lo reconozco.

Otra cosa que se me ocurrió el otro día repasando mis archivos sobre Sharon Fields.

Todos los grandes símbolos sexuales femeninos de la época moderna han gustado de ir sin nada debajo.

He leído que Jean Harlow jamás utilizaba ropa interior.

Gustaba de excitar a los hombres.

Marylin Monroe tampoco llevaba nada debajo del vestido.

Quería que los hombres la quisieran.

Sharon Fields hace exactamente lo mismo.

Afirma que, independientemente de lo que viste por fuera -blusa y falda, vestido o traje pantalón-, raras veces lleva debajo sujetador, bragas o faja.

En su caso, el motivo no es el de provocar a los hombres.

Prefiere ir desnuda debajo.

Sus amigos afirman que prefiere esta moda porque es una persona natural y sin inhibiciones que no cree en la gazmoñería falsa.

Dicen que, si pudiera, prescindiría también de las prendas exteriores.

Es una mujer distinta a todas las demás mujeres de la tierra y la idea de poder llegar a conocerla íntimamente me obsesiona a todas horas.

Los otros tres componentes del grupo piensan lo mismo aunque sin comprenderla tan a fondo ni sentir por ella la misma pasión que yo siento.

Desde el último domingo, nuestro grupo ha celebrado tres reuniones, todas ellas muy breves, para poder ir conjuntando las cosas.

Una de las reuniones tuvo lugar en mi apartamento, la segunda en un reservado del fondo del bar de la Linterna, del All-American Bowling Emporium, y la tercera en el despacho del Perito Mercantil.

Las cosas van progresando mucho.

La suma total de nuestros esfuerzos de esta semana es la siguiente: Estuve vigilando en mi puesto de observación y comuniqué al grupo todo lo que había observado y detectado en el transcurso de los seis días consecutivos de vigilancia.

El Objeto efectuó el paseo matinal todas las mañanas sin falta.