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Con Mary, todas las apuestas estaban desconectadas. No pensó que tendría que concentrarse tanto para entrar en ella, mucho menos hacerlo al orgasmo. Aquel madito temblor que ella le provocaba disparaba su camino sexual directamente a una zona peligrosa.

Él suspiró. La única gracia parecía ser que podía recuperarse rápidamente. Si él se alejaba de ella, si era capaz de controlar sus nervios, entonces podía manejar los sentimientos de tal intensidad. Gracias a Dios.

Rhage usó los servicios, se lavó a la cara en el lavadero y se secó con una toalla de manos. Cuando abrió la puerta, se preparó psicológicamente. Tenía el presentimiento de que cuando volviera a ver a Mary, el sentimiento volvería un poco.

Pasó.

Ella estaba sentada sobre el diván vestida con caquis y un buzo de lana. La luz de la vela amplió la ansiedad en su cara.

– Hey. -Dijo él.

– ¿Estás bien?

– Sí. -Él se frotó la mandíbula. -Siento todo esto. A veces necesito un minuto

Sus ojos se ensancharon.

– ¿Qué? -Preguntó él.

– Son casi la seis. Has estado allí dentro durante casi ocho horas.

Rhage maldijo. Demasiado tarde para arreglarlo. -Yo no sabía que había pasado tanto tiempo.

– Yo, ah, investigué un par de veces. Estaba preocupada…De todos modos, Alguien te llamó. ¿Roth?

– ¿Wrath?

– Ese es el nombre. Tu teléfono continuó sonando y sonando. Entonces contesté. -Ella se miró las manos.- ¿Estás seguro de que estás bien?

– Ahora lo estoy.

Ella suspiró y lo soltó. La espiración no alivió la tensión de sus hombros.

– Mary, yo…-Maldita sea, ¿que iba a decirle para no ponerle las cosas más difíciles?

– Está bien. Independientemente de lo que ha pasado ¿estás bien?

Él fue al diván y se sentó a su lado.

– Escucha. Mary, quiero que vengas conmigo esta noche. Quiero llevarte a algún sitio donde estés a salvo. Los lessers, aquellas cosas del parque, probablemente vendrán a buscarte y ellos buscarán aquí primero. Ahora eres un objetivo porque estás aquí conmigo.

– ¿A dónde vamos a ir?

– Quiero que te quedes conmigo. -Asumiendo que Wrath los permitirá entrar por la puerta. -Esto es demasiado peligroso para ti, y si los asesinos vienen a por ti, será pronto. Hablaremos esta noche. Vente conmigo durante unos días hasta que sepamos que hacer.

Soluciones a más largo plazo lo evadieron en este momento, pero él las encontraría. Ella se había convertido en su responsabilidad cuando él la había mezclado en su mundo y no iba a dejarla indefensa.

– Confía en mí sobre esto. Solo un par de días.

Mary preparó la bolsa, pensando que estaba loca. Yendo por Dios sabía a dónde. Con un vampiro.

Pero la cosa sobre Rhage era que, ella tenía fe en él. Era demasiado honesto para mentir y demasiado listo para subestimar la amenaza. Además, sus citas con los especialistas no empezaban hasta el miércoles por la tarde. Y ella se había tomado una semana de vacaciones del trabajo así como había sido dada de baja en el teléfono directo. No había nada que perder.

Cuando ella regresó a la sala de estar, él se giró hacia ella, balanceando el petate sobre su hombro. Ella miró su americana negra, viendo bultos que antes no había pensado que fueran significativos.

– ¿Vas armado? -Preguntó ella.

Él asintió.

– ¿Con qué? – Cuando él solo la miró, Mary movió la cabeza. -Tienes razón. Probablemente es mejor que no lo sepa. Vamos a ir…

Condujeron en silencio por la Ruta 22 entre la zona muerta entre los límites rurales de Cadwell y los principios de la siguiente gran ciudad. Era una zona montañosa, un campo boscoso con extensas zonas de putrefacción a ambos lados del camino. No había faroles, pocos coches y muchos ciervos.

Aproximadamente veinte minutos después de que ellos hubieran abandonado la casa, él se dirigió por un camino más estrecho que los llevó a una elevación gradual. Ella exploró lo que iluminaban los focos delanteros, pero no pudo distinguir donde estaban. De una manera extraña, no parecía haber ningún rasgo de identificación en el bosque o en el camino. De hecho, una amortiguación que ella no podía explicar y no podía anular no importaba cuanto ella parpadeara.

Desde ninguna parte un juego de puertas negras de hierro aparecieron.

Cuando Mary saltó de su asiento, Rhage alcanzó la puerta de un garaje y la abertura de pesadas puertas por la mitad, permitiéndoles solo el espacio justo para poder pasar. Inmediatamente ellos se enfrentaron a otro juego. Él bajo su ventana y tecleó un código en un intercomunicador. Una agradable voz le daba la bienvenida y alzó la vista y a la izquierda, asintiendo a una cámara de seguridad.

Al segundo las puertas se separaron y Rhage aceleró por un largo camino, ascendiendo por un paseo. Cuando giraron por una esquina, 6 metros de alta pared de albañilería hecha de la misma manera que la primera entrada. Después pasaron bajo una arcada y por otro juego de barricadas, entrando en un patio con una fuente en el medio.

A la derecha, había una mansión de cuatro pisos hechos de piedra gris, la clase de lugar que veías en las promociones para las películas de horror: gótica, sombría, opresiva con más sombras que una persona sentía a salvo de los alrededores. Más allá del camino, había una pequeña casa, una casa con historia con el mismo sentido que Wes Craven

Seis coches, casi todos del tipo caro europeo, estaban aparcados en orden. Rhage aparcó el GTO entre un Escalda y un Mercedes.

Mary salió y levantó el cuello hacia la mansión. Sentía como si la estuvieran observando y lo era. Desde la azotea, las gárgolas la miraban y las cámaras de seguridad también.

Rhage vino, su bolso de fin de semana en su mano. Su boca estaba apretada, sus ojos profundos.

– Voy a cuidarte. ¿Lo sabes, verdad? -Cuando ella asintió, él sonrió un poco. -Va a funcionar, pero quiero que estés junto a mí. No quiero que te separes. ¿Está claro? Te quedarás conmigo pase lo que pase.

Tranquilidad combinada con una orden, pensó ella. Esto no iba a ir bien.

Se acercaron a un par de puertas erosionadas por el tiempo de bronce y él abrió un lado. Después de que pasaran hacia un pasillo sin ventanas, el gran panel sujeto con abrazaderas se cerró con una reverberación que surgió a través de sus zapatos. Directamente delante había otro juego macizo de puertas, estas hechas de madera y talladas con símbolos. Rhage introdujo un código en un teclado numérico y hubo un sonido de cambio en la cerradura que se abría libremente. Él la tomó del brazo firmemente y abrió la segunda puerta que daba a un vestíbulo enorme.

Mary jadeó. ¡How…era mágico!

El vestíbulo era un arco iris de color, tan inesperado como un jardín que florece en una cueva. Verdes columnas de malaquita alternadas con otras de mármol burdeos, las alturas se elevaban sobre un suelo multicolor. Las paredes eran de un color amarillo brillante y había colgados espejos enmarcados en oro y candelabros en la pared ensartados en cristal. El techo, tres pisos más arriba, era una obra maestra de material gráfico y dorado a la hoja, las escenas representaban héroes, caballos y ángeles. Y más adelante, centrado entre todo este esplendor, una amplia escalera que llevaba al segundo piso con balcón.

Era un hermoso salón tipo ruso de los tiempos del zar…pero los sonidos del lugar no eran exactamente formal y elegante. Desde la habitación de la izquierda, música rap dura sonaba y profundas voces masculinas se oían. Bolas de billar americano golpeaban las unas a las otras. Alguien gritó. -Vamos, poli.

Un balón de fútbol americano navegó hacia el vestíbulo y un musculoso hombre salió disparado detrás de él. Saltó y justo cuando lo tuvo entre las manos la cosa, un tipo aún más grande con una melena leonada cayó sobre él. Los dos cayeron sobre el suelo en un enredo de brazos y piernas, deslizándose con fuerza sobre la pared.

– Te tengo, poli.