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– Pero aún no tienes la pelota, vampiro.

Gruñidos, risas y jugosas maldiciones fueron hechas bajo aquel techo adornado cuando los hombres lucharon por el balón, tirando el uno del otro, sentándose sobre los pechos de cada uno. Dos más enormes tipos vestidos de cuero negro corrieron a comprobar la acción. Y luego un pequeño anciano vestido con chaqueta de mayordomo surgió a su lado, llevando un ramo de flores frescas en un jarrón de cristal. El mayordomo dio un paso rodeando a los luchadores con una risa indulgente.

Entonces todo se quedó en silencio cuando todos ellos la notaron de repente.

Rhage la colocó detrás de su cuerpo.

– Hijo de puta. -Dijo alguien.

Uno de los hombres fue hacia Rhage como un tanque. Su pelo negro estaba cortado al estilo militar y Mary sintió la rareza de haberlo visto antes.

– ¿Qué diablos estás haciendo?

Rhage extendió su postura, dejando caer el bolso y llevó sus brazos al nivel de su pecho. -¿Dónde está Wrath?

– Te he hecho una pregunta. -Le replicó el otro tipo. -¿Qué estás haciendo trayéndola aquí?

– Necesito a Wrath.

– Te dije que te deshicieras de ella. ¿O esperas que alguno de nosotros haga el trabajo?

Rhage se encontró barbilla a barbilla con el hombre. -Cuidado, Tohr. No me hagas hacerte daño.

Mary echó un vistazo detrás de ella. La puerta del vestíbulo aún estaba abierta. Y ahora mismo esperar en el coche de Rhage mientras clarificaba las cosas le pareció una idea realmente buena. Mantenerse juntos era no obstante la orden.

Cuando ella se separó, mantuvo los ojos sobre él. Hasta que chocó con alguna cosa dura.

Ella se giró sobre sí misma. Buscando. Y perdió la voz.

Lo que obstruía su fuga tenía una cara llena de cicatrices, oscuros ojos y una aureola de fría cólera.

Antes de que ella pudiera marcharse despavorida, él la cogió del brazo y la hizo girar cerca de la puerta.

– No pienses en correr. -Haciendo centellear sus largos colmillos, midiendo su cuerpo. -Gracioso, tú no eres su tipo habitual. Pero estás viva y aterrorizada meándote en los pantalones. Entonces me servirás.

Mary gritó.

Cada cabeza del vestíbulo se giró. Rhage embistió hacia ella, atrayéndola apretadamente hacia su cuerpo. Él habó severamente, en la lengua que ella no entendía.

El hombre de las cicatrices estrechó los ojos. -Tranquilo, Hollywood. Cuidaré de tu pequeña jugando en la casa muerte. ¿Vas a compartirla o vas a ser tan egoísta como sueles ser en general?

Rhage lo miró como si estuviese dispuesto a repartir golpes a diestro y siniestro cuando la voz de una mujer lo cortó.

– ¡OH, por Dios, chicos! La estáis asustando.

Mary echó un vistazo alrededor del pecho de Rhage y vio a una mujer bajar la escalera. Ella se veía completamente normal: largo pelo negro, tejanos azules, jersey de cuello alto blanco. Un gato ronroneaba como una máquina de coser sobre sus brazos. Cuando ella se aproximó al matorral de hombres, todos ellos se apartaron de su camino.

– Rhage, estamos felices porque estás seguro en casa. Wrath bajará en un minuto. -Ella indicó la habitación de la que los hombres habían venido. -El resto de vosotros podéis volver allí. Vamos, ahora. Si alguien va a rajar algunas pelotas, que lo haga sobre la mesa de pool. La cena estará en media hora. Butch, llévate el balón contigo, ¿vale?

Ella los ahuyentó del vestíbulo como si no fueran duros tipos. El único tipo que se quedó era el del corte de cepillo.

Él estaba más tranquilo ahora mientras miraba a Rhage. -Esto tendrá repercusiones, mi hermano.

La cara de Rhage se endureció y rompieron a hablar en su lengua secreta.

La mujer del cabello negro llegó hasta Mary, todo el rato acariciando la garganta del gato. -No te preocupes. Todo irá bien. A propósito, soy Beth. Y este es Boo.

Mary suspiró, instintivamente confiando en este avanzado solitario puesto femenino en lo que era una selva de testosterona.

– Mary. Mary Luce.

Beth le ofreció la mano y sonrió.

Más colmillos.

Mary sintió que se movía el suelo.

– Creo que ella se cae. – Grito Beth echándose hacia delante. -¡Rhage!

Unos fuertes brazos le dieron la vuelta por la cintura cuando sus rodillas se doblaban.

La última cosa que ella escuchó antes de perder el conocimiento fue a Rhage diciendo, -La llevaré a mi habitación.

Cuando Rhage colocó a Mary sobre su cama, lo hizo con una suave luz. Oh, Dios, ¿que había hecho, trayéndola a su recinto?

Cuando ella se movió y abrió los ojos, él dijo, -Aquí estás a salvo.

– Sí, de acuerdo.

– Haré que esto sea seguro para ti, ¿cómo va?

– Ahora te creo. -Ella sonrió un poco.-Lamento lo que ha pasado. Por lo general no soy tan débil.

– Es perfectamente comprensible. Mira, tengo que ir a ver a mis hermanos. ¿Ves la cerradura de acero que hay sobre la puerta? Soy el único que tiene la llave, por lo que estarás segura aquí.

– Aquellos tipos no se veían muy felices de verme.

– Ese es su problema. -Él acarició su pelo echándoselo hacia atrás, retirándoselo detrás de los oídos. Quiso besarla, pero en cambio se levantó.

Ella se vio en una gran cama, recostada sobre una montaña de almohadas con las que él insistía en dormir. Él la quería allí y al día siguiente y…

Esto no era un error, pensó él. Estaba bien, estaba dónde pertenecía.

– Rhage, ¿por qué estás haciendo esto por mí? Me refiero a que no me debes nada y apenas me conoces.

Por que tú eres mía, pensó él.

Ciñéndose un poco a esa cancioncilla, se inclinó y acarició su mejilla con el dedo índice. -Esto no me tomará mucho tiempo.

– Rhage…

– Tan solo déjame que te cuide. Y no te preocupes por nada.

Él cerró la puerta cuando salió y giró la cerradura antes de marcharse por el pasillo. Los hermanos le esperaban al inicio de la escalera, Wrath delante del grupo. El rey lo miró severamente, sus cejas negras enterradas detrás de sus gafas de sol.

– ¿Dónde quieres que hagamos esto? -Preguntó Rhage.

– En mi estudio.

Después de que desfilaran hacia el estudio, Wrath fue detrás del escritorio y se sentó. Tohr lo siguió, colocándose detrás de él y a su derecha. Phury y Z se apoyaron contra la pared recubierta de seda. Vishous se sentó en uno de los sillones con orejeras al lado de la chimenea que se encendió con un movimiento de su mano.

Wrath sacudió la cabeza. -Rhage, hombre, estamos en serios problemas. Desobedeciste una orden directa. Dos veces. Entonces arrastras a una humana a esta casa, sabiendo que está prohibido…

– Ella esta en peligro…

Wrath golpeó con el puño en el escritorio, hacienda que todo saltara. -Tú realmente no quieres interrumpirme ahora.

Rhage trabajó sus molares, apretándolos, mordiendo. Él forzó las palabras de respeto que normalmente ofrecía libremente. -No pensé en ofenderle, mi señor.

– Como estaba diciendo, desobedeciste a Tohr y agravaste la ofensa presentándote con una humana. -¿En qué diablos estás pensando? Digo, mierda, tú no eres un idiota, a pesar de cómo te comportas. Ella es de otro mundo, también está auténticamente nos expone. Y debes saber que ha pasado tanto tiempo que no se puede borrar su memoria y los traumas. Ella está permanentemente comprometida.

Rhage sintió que se condensaba un gruñido en su pecho y solo pudo aspirarlo hacia atrás. El sonido impregnó la habitación como un olor.-Ella no morirá por eso.

– Sí, ves, no es tu llamada. Lo hiciste mío cuando la trajiste a nuestro terreno.

Rhage excluyó sus colmillos. -Entonces me marcharé. Me marcharé con ella.

Las cejas de Wrath aparecieron sobre sus gafas. -No es el momento de amenazas, mi hermano.

– ¿Amenazas? Estoy hablando jodidamente en serio. -Él se calmó frotándose la cara e intentando respirar. -Mira, anoche nosotros dos fuimos asaltados por varios lessers. Ella fue atrapada y yo dejé al menos a uno de aquellos asesinos vivo mientras intentaba salvarla. Ella perdió su bolso en el proceso y si cualquiera de aquellos lessers sobrevivió, sabéis que habrán recogido la maldita cosa. Incluso si le borro la memoria, su casa no es segura y no voy a dejar que se la lleve la Sociedad. Si ella y yo no podemos quedarnos aquí y el único modo que tengo de protegerla es desapareciendo con ella, entonces eso es lo que voy a hacer.