La orquídea era la más preciada entre todas las flores por su contenida fragancia y su gracioso encanto, pero resultaba difícil obtener variedades clásicas realmente buenas. Cuando murió Lamp'o, me legó una maceta de orquídeas de primavera, cuyas flores tenían pétalos en forma de loto; el centro de las flores era ancho y blanco, los pétalos muy nítidos y parejos en los "hombros", y los tallos muy delgados. Este tipo era clásico, y yo aprecié la planta como una pieza de jade antiguo. Cuando yo trabajaba lejos de casa. Yü solía cuidarla personalmente y así creció muy hermosa. A los dos años murió repentinamente. Extraje las raíces y vi que estaban blancas como el mármol y tampoco había nada de malo en los brotes. AI principio no lo pude comprender y me limité a atribuirlo, con un suspiro, a mi mala suerte que me hacía indigno de cultivar tales flores. Después supe que alguien había pedido flores de la misma planta y, ante la negativa, la mató derramando agua hirviendo sobre ella. Entonces juré que nunca volvería a cultivar otra orquídea.
El crisantemo es la flor del poeta T'ao Yüanming, como la flor de ciruelo fue la flor del poeta Lin Hochin, y el loto fue la flor del doctrinario confuciano Chou Liench'i. El crisantemo florece al terminar el otoño y comparte la idea de "fría fragancia" y "frío esplendor". Es fácil ver y comprender el contraste entre el frío esplendor del crisantemo y el vistoso esplendor de la peonía, digamos. Existen centenares de variedades y, por lo que yo sé, un gran sabio Sung, Fan Ch'engta, inició la costumbre de registrar las diferentes variedades con los nombres más hermosos. La variedad parece ser la esencia misma del crisantemo, tanto la variedad de forma como la de color. Se considera el blanco y el amarillo como colores "ortodoxos" de la flor, en tanto que el púrpura y el rojo son tenidos por desviaciones y, por lo tanto, se les da menor categoría. Los colores blanco y amarillo dieron origen a variedades como "campanas de plata", "cuenco de jade", "campanas de jade", "bola bordada de jade". Se dio a algunas el nombre de bellezas famosas, como "Yang Kueífei" y "Hsishih". A veces se parecen por su forma a la cabellera de una mujer, y a veces sus pétalos semejan rizos. Algunas variedades tienen más fragancia que otras, y las mejores deben tener el perfume del almizcle o de un incienso llamado "sesos de dragón".
El loto o lirio de agua forma de por sí una clase y me parece, personalmente, la más hermosa de todas las flores, si consideramos la flor, incluso su tallo y las hojas que flotan en el agua, como un todo. Es imposible gozar del verano sin tener flores de loto en las cercanías, y si no se dispone de una casa cerca de un estanque, se las puede cultivar en recipientes de barro. En este caso, sin embargo, perdemos toda la belleza de un trecho de media milla de flores de loto cuyo perfume penetra el aire y cuyos pétalos blancos con las puntas rojas contrastan con las anchas hojas verdes sobre las cuales corre el agua como perlas líquidas. Chou, el sabio Sung, escribió un ensayo para explicar por qué amaba el loto y señalar que el loto, como un caballero, crece en el agua sucia pero no se contamina. Hablaba como un doctrinario. confuciano. Desde el punto de vista utilitario, sirven todas las partes de la planta. La raíz del loto se usa para hacer una bebida refrescante, sus hojas para envolver frutas o comida que se quiere hervir, sus flores para gozar de su forma y su fragancia, y, finalmente, las semillas son consideradas como el alimento de las hadas, ya crudas, recién arrancadas de la vaina, o secas y azucaradas.
El peral hait'ang, cuyas flores se parecen a las del manzano. goza de tanta popularidad entre los poetas como cualquier flor, aunque Tu Fu no hizo una sola mención de estas flores que crecían en su provincia natal, Szechuen. Se han dado varias explicaciones, pero la más plausible es la de que Hait'ang era el nombre de su madre y por deferencia a ella evitó mencionarlo. Sólo hay dos flores por cuya fragancia estoy dispuesto a olvidar la orquídea, y son la casia y el narciso. El último es también un producto especial de mi ciudad natal, Changchow, y el valor de su importación en los Estados Unidos, en forma de bulbos de cultivo, llegó en un tiempo a centenares de miles de dólares, hasta que el Departamento de Agricultura consideró prudente privar al pueblo norteamericano de esta flor de celestial fragancia a fin de protegerle de posibles gérmenes. Es fantástica la noción de que los blancos bulbos del narciso, limpios como un hada, que deben ser plantados, no en el barro, sino en un cuenco de cristal o de porcelana lleno de agua y con piedrecillas, y atendido con el mayor cuidado, puedan contener gérmenes nocivos. De la azalea se supone que es una flor trágica, a pesar de su sonriente belleza, porque dice la leyenda que nació de las lágrimas de sangre del cuclillo que antes había sido un niño en busca de un hermano perdido a quien había echado del hogar la madrastra.
Tan importante como la selección y la clasificación de las flores es su arreglo en jarrones o floreros. Es este un arte que se remonta hasta el siglo XI. El autor de Seis capítulos de una vida flotante, escrito a comienzos del siglo XIX, en so capítulo sobre "Los pequeños placeres de la vida", da una descripción del arte de arreglar las flores de modo que parezcan un cuadro de buena composición.
El crisantemo, sin embargo, era mi pasión en el otoño de cada ano. Me gustaba arreglar estas flores en jarrones, pero no cultivarlas en macetas, no porque no quisiera tenerlas de esa manera, sino porque no tenía jardín en mi casa y no podía cuidarlas personalmente. Las que compraba en el mercado no estaban educadas a mi gusto. Cuando uno arregla crisantemos en los jarrones, debe tomar un número par, no impar, y cada jarrón debe tener flores de un solo color. La boca del jarrón debe ser ancha para que las flores puedan hallarse cómodamente juntas. Haya media docena o aun treinta o cuarenta flores en un jarrón deben estar arregladas de manera que surjan juntas y rectas de la boca, que no estén muy apretadas ni demasiado sueltas, que no se extiendan mucho a los 'lados ni se inclinen contra la boca del jarrón. Esto se llama "mantener firme el mango". A veces pueden estar graciosamente erguidas, y a veces desplegadas en distintas direcciones. Al fin de evitar un efecto desnudo y monótono, se las debe mezclar con algunos pimpollos y concertarlas en una especie de estudiado desorden. Las hojas no deben ser demasiado espesas ni muy tiesos los tallos. Cuando se usan horquillas para enderezar los tallos, hay que quebrar las más largas para que no se vean. Esto se llama "mantener despejada la boca del jarrón". Hay que colocar de tres a siete jarrones en una mesa, según el tamaño de ésta, porque si hubiera demasiados, estaría atestada y parecería un puesto de crisantemos en el mercado. Los soportes de los jarrones deben ser de distinta altura, desde tres o cuatro pulgadas hasta dos pies y medio, para que los distintos jarrones a diferentes alturas se equilibren y pertenezcan íntimamente uno al otro como en un cuadro con unidad de composición. Poner un jarrón muy alto en el centro y dos bajos a los costados, o poner uno bajo al frente y uno alto detrás, o arreglarlos en pares simétricos, sería crear lo que se llama vulgarmente "un montón de vistosa basura". El espaciamiento y el arreglo adecuados deben depender de que el individuo comprenda la composición pictórica.
En el caso de los cuencos o floreros abiertos, el método para dar apoyo a las flores consiste en mezclar resina refinada con corteza de olmo, harina y aceite, y calentar la mezcla en cenizas de heno hasta que sea una especie de cola, y con ella pegar algunos clavos, con la cabeza hacia abajo, en un trozo de cobre. Esta lámina de cobre debe ser luego calentada y encolada al fondo del cuenco. Cuando se enfría, se atan las flores en grupos por medio de un alambre y se las fija en esos clavos. Se debe permitir que las flores se inclinen a los costados y no que suban directamente del centro; también es importante que no estén muy juntos los tallos y las hojas. Después de hacer todo eso, se pone un poco de agua en el cuenco y se cubre el soporte de cobre con un poco de arena limpia, para que las flores parezcan brotar directamente del fondo del cuenco.