Ya se ha explicado, o se ha aludido al sentimiento de los chinos sobre las rocas, en una sección anterior. [43]
Esa explicación basta para significar el amor que se tiene a los picos rocosos en la pintura panorámica china. Esta explicación es básica, pero no alcanza a dar razón por los jardines de rocas y el amor por las rocas, en general, que hay en China. La idea básica es que las rocas son enormes, fuertes, y sugieren la eternidad. Son silenciosas, inmóviles y tienen fuerza de carácter, como los grandes héroes, y son independientes y separadas de la vida como sabios en retiro. Son invariablemente antiguas, y los chinos aman todo lo viejo. Sobre todo, desde el punto de vista artístico, tienen grandeza, majestad, aspereza, y rareza. Existe, además, el sentimiento de mei, que significa "peligroso" pero es en verdad intraducible. Un alto acantilado que se eleva abruptamente cien metros sobre el suelo es siempre un espectáculo fascinador, porque sugiere "peligro".
Pero es necesario ir más lejos. Como no se puede visitar la montaña todos los días, es necesario traer rocas al hogar. En el caso de los jardines de rocas y las grutas artificiales -tema que los viajeros occidentales en China tienen dificultades para comprender y apreciar- la idea sigue siendo la de mantener una sugestión de las líneas rugosas, "peligrosas" y majestuosas de los picos rocosos. Los viajeros occidentales no pueden ser culpados, porque casi todas esas rocas están hechas con un gusto atroz, y no pueden dar la impresión de grandeza y majestad naturales. Las grutas artificiales construidas de varios trozos de roca suelen estar unidas con cemento, y el cemento se ve. Un conjunto artificial de rocas debe tener la composición y el contraste de una pintura. No hay duda de que la apreciación artística de los escenarios rocosos artificiales y de las peñas de una montaña en la pintura panorámica está estrechamente asociada, como lo vemos en el pintor Sung, Mi Fei, que fue autor de un libro sobre piedras de tinteros. Y hubo un libro, Shihp'u, sobre rocas, por un autor Sung, Tu Kuan, que daba detalladas descripciones de la calidad de más de cien especies de rocas producidas en diferentes lugares y utilizadas en esas construcciones artificiales, lo cual demuestra que este arte ya estaba muy desarrollado en la época de los grandes pintores Sung.
Junto a esta apreciación de la grandeza de las rocas en los picos de las montañas, se desarrolló entonces una diferente apreciación de las rocas o peñas en los jardines, acentuando su color, textura, superficie, grano y, a veces, el sonido que producían al ser golpeadas. Cuanto más pequeñas las piedras, tanto más se acentuaba la calidad de la textura y el color del grano. El progreso en este sentido se vio considerablemente ayudado por el pasatiempo de coleccionar las más bellas piedras de tinteros y sellos, dos cosas que el literato de China tenía diariamente asociadas consigo. La pulcritud, la textura, la luz o la traslucidez y los matices de colores se hicieron entonces cosas de primera importancia, como pasó en el caso de los frascos de rapé, hechos de piedra, jade y jadeíta, que se conocieron más tarde. Un buen sello de piedra, o un buen frasco de rapé, solía costar de seiscientos a setecientos dólares.
Para apreciar merecidamente todos los usos de la piedra en la casa y los jardines, no obstante, hay que volver a la caligrafía china. Porque la caligrafía no es otra cosa que un estudio del ritmo y la línea y la composición, en lo abstracto. Si bien las piezas verdaderamente buenas de roca deben sugerir majestad, o desapego de la vida, es aun más importante que las líneas sean correctas. Con "línea" no se quiere decir una línea recta, o un círculo, o un triángulo, sino las ásperas líneas de la naturaleza. Laotsé siempre destacó en su Taote-king la roca no labrada. No nos entrometamos con la naturaleza, porque la mejor obra de arte, como el mejor poema o composición literaria, es la que no da señas de esfuerzo humano, tan natural como el recodo de un río o la carrera de una nube, o, según dicen siempre los críticos literarios chinos: "sin marcas de hacha o cincel". Esto se aplica a todos los terrenos del arte. La apreciación consiste en la belleza en irregularidad, en líneas que sugieren ritmo y movimiento y gesto. La apreciación de las retorcidas raíces de un roble, utilizadas a veces como banquetas en el estudio de un hombre rico, se basa en la misma idea. Por consiguiente, casi todas las rocas que se encuentran en los jardines chinos son peñas sin cortar, que acaso sean la corteza fosilizada de un árbol de tres o cinco metros, parada verticalmente y sola e inmóvil como un grande hombre, o acaso rocas encontradas en lagos y cavernas, que generalmente presentan perforaciones y tienen grandes irregularidades en su contorno. Un escritor sugirió que si por acaso son perfectamente redondas las perforaciones, deben insertarse en ellas algunas piedrecillas para quebrar la regularidad del círculo. Cerca de Shanghai y Soochow estas requerías se construyen casi siempre de peñas del Lago Taihu, que tienen marcas de antiquísimas olas del mar. Tales rocas fueron extraídas del fondo del lago y, a veces, cuando se necesitaba algo para corregir sus líneas, se las cincelaba hasta que quedaban perfectas, y se las metía otra vez en el agua por uno o dos años, de manera que las marcas del cincel se borraran por la acción del agua.
El sentimiento hacia los árboles es más fácil de comprender y es, claro está, universal. Las casas sin árboles a su alrededor están desnudas, como hombres y mujeres sin ropa. La diferencia entre los árboles y las casas está en que las casas son construidas, mientras los árboles crecen y todo lo que crece es siempre más hermoso que lo que se construye. Ciertas consideraciones de conveniencia práctica nos obligan a construir las paredes rectas y los pisos a nivel, aunque en punto a pisos no hay razón alguna para que los pisos de piezas diferentes en una casa no estén a diferente nivel. No obstante, hay una tendencia inevitable a respetar las líneas rectas y las formas cuadradas, y tales líneas rectas y formas cuadradas solamente pueden presentarse en placentero relieve con la compañía de los árboles. En cuanto a colores, no nos atrevemos a pintar de verde una casa. Pero la naturaleza se atreve, y ha pintado de verde a los árboles.
La sabiduría del arte consiste en ocultar el arte. ¡Estamos tan ansiosos de exhibirnos! En este sentido, debo rendir homenaje a un gran estudioso de la Dinastía Manchú, Yüan Yüan, que como gobernador hizo construir un islote en el Lago Occidental, conocido hoy como Islote del Gobernador Yüan, y se negó a poner un solo edificio humano en el lugar: ni un pabellón, ni una columna, ni un monumento siquiera. Se borró completamente como arquitecto. Hoy el Islote del Gobernador Yüan está en medio del lago, un trecho de tierra llana que tiene un centenar de metros de largo y apenas se eleva treinta centímetros sobre el agua, y lleno de sauces. Y hoy, al mirar en un día brumoso, la isla mágica parece alzarse del agua y los sauces dejan sus reflejos en el agua, quebrando la monotonía de la superficie del lago, y armonizando con ella. Por lo tanto, el Islote del Gobernador Yüan está en perfecta armonía con la naturaleza. No molesta a la vista, como el monumento en forma de faro, contiguo a la isla, que construyó un estudiante a su regreso de los Estados Unidos, y que me causa una inflamación en los párpados cada vez que lo miro. He hecho pública promesa de que, si un día resulto ser un general de bandoleros y me apodero de Hungchow, mi primer acto oficial será encargarme de un cañon y hacer volar en pedazos esa cosa con forma de faro. De las innumerables variedades de árboles, los críticos y poetas chinos "han llegado a pensar que hay unos pocos particularmente buenos para el goce artístico, debido a sus líneas y contornos especiales, que son estéticamente hermosos desde un punto de vista de calígrafo. Se entiende que, si bien todos los árboles son hermosos, algunos -tienen un gesto particular, o una gracia o una fuerza especiales. Se eligen esos árboles entre los otros, pues, y se les asocia con sentimientos definidos. Es claro que un olivo común no tiene asperezas, para lo cual disponemos del pino, y si un sauce es gracioso, jamás podremos decir de él que es "majestuoso" o "inspirador". Hay, por eso, pocos árboles que se pintan constantemente en cuadros y se cantan en poemas. De ellos, los más destacados son el pino, que da placer por su grandiosidad; el ciruelo, por su romanticismo; el bambú, por la delicadeza de sus líneas y su sugestión de hogar, y el sauce, por su gracia y su sugestión de mujeres gráciles.