III. SED RAZONABLES
En contraste con la lógica existe el sentido común o, aun mejor, el Espíritu de lo Razonable. Creo que el Espíritu de lo Razonable es el ideal más alto y más cuerdo de la cultura humana, y el hombre razonable el tipo más alto del ser humano culto. Nadie puede ser perfecto; sólo se puede tender a constituir un ser agradable, razonable. En verdad, espero el día en que el pueblo del mundo estará informado de este espíritu razonable, tanto en sus asuntos personales como en los nacionales. Las naciones razonables viven en paz, * y los maridos y esposas razonables viven con felicidad. En la selección de maridos para mis hijas sólo tendré un patrón: ¿es un hombre razonable? No podemos imaginar maridos y esposas perfectos, que jamás disputen; sólo podemos imaginar maridos y esposas razonables que disputen razonablemente y se reconcilien razonablemente. Sólo en un mundo de seres razonables podemos tener paz y felicidad. La Era Razonable, si alguna vez se produce, será la Edad de la Paz. Será la edad en que predomine el Espíritu de lo Razonable.
El Espíritu de lo Razonable es lo mejor que puede ofrecer China a Occidente. No quiero decir que los señores de la guerra chinos sean razonables cuando cobran impuestos con cincuenta años de adelanto; sólo quiero decir que el Espíritu de lo Razonable es la esencia y el mejor aspecto de la civilización china. Vi accidentalmente confirmado este descubrimiento mío por dos norteamericanos que habían vivido largo tiempo en China. Uno, que estaba allí desde hacía treinta años, dijo que el fundamento de toda la vida social china está en la palabra chiangli, o sea: "hable razonablemente". En una discusión entre chinos, el argumento final, decisivo, es: "Ahora bien, ¿es razonable esto?" y la censura peor y más común es la de que un hombre "pu chiangli", o sea, "no habla razonablemente". El hombre que admite sel "irrazonable" está ya vencido en la discusión.
He dicho en Mi patria y mi pueblo que: "Para un occidental, por- lo común es suficiente que una proposición sea lógicamente firme. Para un chino, no es suficiente que una proposición sea lógicamente correcta, sino que a la vez debe estar de acuerdo con la naturaleza humana. En realidad, estar «de acuerdo con la naturaleza humana», ser chinch'ing (es decir, ser humano), es una consideración mayor que ser lógico." La palabra china por "razonabilidad" es ch'ingli, compuesta de dos elementos, ch'ing (jench'ing) ( [79]) o naturaleza humana, y li (t'ienli) o razón eterna. Ch'ing representa el elemento flexible, humano, en tanto que li representa la ley inmutable del universo. Un hombre culto es quien comprende cabalmente el corazón humano y las leyes de las cosas. Si vive en armonía con los modos naturales del corazón humano y de la naturaleza, sostiene el confucianista que puede llegar a ser sabio. Pero entonces el sabio no es más que una persona razonable, como Confucio, a quien se admite sobre todo por su llano sentido común y sus calidades humanas naturales, es decir, por su gran humanidad.
El pensamiento humanizado, es exactamente el pensamiento razonable. El hombre lógico es siempre recto y por lo tanto inhumano y por lo tanto está equivocado, en tanto que el hombre razonable sospecha que quizá se equivoque, y por lo tanto siempre está en lo cierto. El contraste entre el hombre razonable y el hombre lógico se demuestra a menudo en las postdatas de las cartas. Me encantan las postdatas en las cartas de mis amigos, especialmente las que contradicen enteramente lo que se ha dicho en el cuerpo de la carta. Contienen todos los pensamientos razonables posteriores, las vacilaciones y los chispazos de ingenio y de sentido común. El pensador genial es el que, después de proceder empecinadamente a demostrar una proposición con argumentos de alto vuelo, llega de pronto a una intuición y, con un chispazo de sentido común, aniquila sus argumentos precedentes y admite que se ha equivocado. Esto es lo que llamo pensamiento humanizado.
Podemos imaginar una carta en que el hombre lógico habla en el cuerpo de la misma, y el hombre razonable, el espíritu verdaderamente humano, habla en la postdata. Acaso un padre escriba a su hija, que le ha estado pidiendo razones perfectamente valederas, "primero, segundo, tercero", por las cuales no puede enviarla al colegio, con una especie de lógica consecuente, acumulativa, irrebatible; razones como la de que ya tiene tres hijos que sostener en el colegio, que la madre enferma necesita alguien que la acompañe en casa, y otras más. Después de firmar, añade el padre apenas una línea: "Qué diablos, Julia, prepárate para ir al colegio este otoño. No sé cómo, pero lo haré."
O imaginemos un marido que escribe a su esposa, anunciándole su decisión de pedir el divorcio, y dando una irrecusable serie de razones: primero, que su esposa le ha sido infiel; segundo, que jamás puede lograr que se le dé una Comida caliente cuando llega a casa, y otras más. Son razones perfectamente válidas, hasta justas, y si contrata a un abogado para que atienda el asunto, la lógica será aun más perfecta, y el tono más justo todavía. Pero después de escribir la carta, algo le ocurre en la mente, y garabatea una nota apenas legible: "Al diablo, Sofía querida, yo tampoco soy muy santo. Iré a casa con un ramo de flores."
Si bien los argumentos en las dos cartas son perfectamente justos y válidos, es el hombre lógico quien habla en ellos, en tanto que en la postdata habla un espíritu verdaderamente humano: un padre humano y un marido humano. Porque el deber de la mente humana es tal que no se ve llamada a hacer un argumento estúpidamente lógico, sino que debe tratar de mantener un cuerdo equilibrio en un mar sin cesar cambiante de impulsos, sentimientos y deseos en conflicto. Y la verdad es tal en los asuntos humanos, que es verdaderamente aquello que deseamos que lo sea. El argumento irrebatible puede ser rebatido siempre con algo de compasión, y la misma validez invalidada por el amor. En los asuntos humanos, a menudo el curso ilógico de la conducta es el más convincente. La misma ley admite que es incompleta su pretensión de justicia absoluta, cuando tiene que volver a menudo a la "interpretación razonable" de una cláusula, o cuando concede al jefe del poder ejecutivo la gracia del perdón, tan bien ejercido por Abraham Lincoln con el hijo de una madre.
El espíritu razonable humaniza todo nuestro pensamiento, y nos hace estar menos seguros de que estamos en lo correcto. Tiende a redondear nuestras ideas y a atenuar los ángulos de nuestra conducta. Lo opuesto del espíritu razonable es el fanatismo y el dogmatismo de todas clases en el pensamiento y el comportamiento, en nuestra vida individual o nacional, en el matrimonio, la religión y la política. Sostengo que tenemos menos fanatismo y dogmatismo intelectuales en China. Si bien una multitud china es fácilmente excitable (la prueba está en los Boxers de 1900), el Espíritu de lo Razonable ha humanizado en grado sumo nuestra autocracia monárquica, nuestra religión y lo que se llamó "supresión de las mujeres". Todo esto se debe tomar con ciertas reservas, pero de todos modos es cierto. Ese espíritu hace que nuestros emperadores, nuestros dioses, nuestros maridos, sean meramente seres humanos. El emperador chino no era un ser semidivino como el del Japón, y los historiadores chinos han desarrollado la teoría de que el emperador gobierna por un mandato del Cielo, y que cuando gobierna mal pierde ese "mandato celestial". Cuando gobierna mal le cortamos la cabeza, y hemos cortado la cabeza a demasiados reyes y emperadores de las muchas dinastías que surgieron y cayeron, para que creamos que son "divinos" o "semidivinos". Nuestros sabios no están canonizados como dioses, sino que son mirados siempre como maestros de sabiduría, y nuestros dioses no son modelos de perfección, sino venales y corrompidos, y dispuestos a que se les halague y se les soborne, tal como nuestros funcionarios. Todo lo que va más allá de lo razonable es condenado inmediatamente como puch'in jench'ing ("que se mueve muy lejos de la naturaleza humana"), y un hombre que es demasiado santo o demasiado perfecto puede ser un traidor ( [80]) porque es psicológicamente anormal.
[79] Jench'mg es, en realidad, una palabra intraducibie. Todo lo que ayuda a cementar el afecto social o a lubricar la fricción social «e llama jench'ing. Enviar flores y regalos de cumpleaños es "hacer jench'ing" y dar un empleo al sobrino de un amigo, o salvarle del castigo que merece un delito leve, es "presentar jemh'ing" al tío. Todo lo que es normal en la pasión humana, por ejemplo, el deseo de venganza, se defiende diciendo que es jench'ing o "meramente humano".