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Sentado en el sofá de enfrente, tapizado de felpa, y mirando un papel que sostenía en la mano, estaba el último ministro de Relaciones Exteriores, que había sido nombrado Primer Ministro contra la voluntad del ejército. Lo que leía era un breve y sucinto informe, sólo unas pocas palabras que ya sabía de memoria. Pero no terminaba de levantar los ojos del papel. La noche anterior se había estrellado en Mongolia el avión Convair donde viajaba Lin Piao, que trató de escaparse a Albania después del desastre de Ouan Sien y que había jugado la última partida para conseguir para sí y para el ejército el poder absoluto. Había sido el único responsable de la decisión tan riesgosa, mientras que Mao se oponía inflexiblemente. Lo había responsabilizado por el trágico fracaso y por el hecho, ultrajante y humillante, de que la República Popular se había visto obligada a dar órdenes a la Fuerza Aérea para que bombardeara el lugar donde se llevaban a cabo las pruebas. Una vez más, y en el término de pocas horas, el Partido había estrechado filas junto a Mao y el Ejército se volvió airado contra el culpable. Empero había algo que nadie sabía, que nadie sospechaba, una trama urdida con genio y osadía, la que se esfumaría para siempre en la noche de la historia, puesto que el joven general, a quien le había sido confiada, perdió la vida mientras la llevaba a cabo, y los hombres que estaban al corriente eran un viejo maestro y Chou En-lai, su compañero más devoto y de confianza.

El Primer Ministro dobló el pliego cuidadosamente y lo guardó otra vez en el portafolio.

– Qué horrible final… -murmuró con desagrado-. De todos modos, no veo cómo podría haber llegado a Albania. En el camino tenía que cargar combustible, probablemente en Rusia y… -Se encogió de hombros.

– Los rusos lo hubiesen recibido con los brazos abiertos, -aseguró Mao-. Y Lin, entonces, le hubiese anunciado al mundo que el proyecto había sido iniciado por mí y nada más que por mí, otra prueba de mi inextinguible sed de poder…

Miraba al gato con ojos de amor. El Primer Ministro tenía la sensación de que ambos intercambiaban sonrisas.

– Sí, muy triste -continuó Mao-. Lin Piao fue un buen hombre en una época. Hizo grandes cosas durante los "Largos días de Marzo". Mas qué extraño que siendo un hijo de campesinos como yo, haya perdido la paciencia y procedido con tanta premura…

Rascó el vientre gris y peludo del gato más importante de China, que devolvió la caricia con un ronroneo glorioso.

Mao se rió.

– Hay un viejo dicho entre los gatos: "Apúrate lentamente"… La tentación más vieja del hombre: el poder…

Con tacto el Primer Ministro bajó los ojos.

– Fue una idea muy ingeniosa -dijo suavemente.

La sonrisa de Mao se desvaneció. Se quedó en silencio por un momento. Cuando volvió a hablar, su voz era fría.

– Había que hacerlo. China no podía sufrir ese riesgo. Y nosotros no deseamos convertirnos de la noche a la mañana en una gigantesca "superpotencia"… Los gigantes deben crecer naturalmente, despacio, al igual que todas las cosas que perduran… El mecanismo era un desafío demasiado grande para Rusia y para Norteamérica. Nos lo habían advertido en repetidas ocasiones, y los comprendo. No podían aceptar una amenaza tan mortífera. Creo que el mismo Lin Piao se hubiera retirado, aunque tuvimos que forzarlo un poco… Usted sabe lo que sucedió… Aparentemente, algunas partes esenciales del aparato habían quedado fuera de control y tenían consecuencias desastrosas y… Ahora el Ejército y el Partido pueden ver claramente la irresponsabilidad de Lin Piao… El precio era alto pero había que pagarlo. El general Pei era un hombre muy bueno, muy inteligente y muy puro. Lo quise mucho. No le ordené hacerlo. Podíamos haber buscado a alguien de menos valores.

– Se ofreció como voluntario -agregó Chou amablemente.

– Más que eso. Rogó que se le adjudicara la misión. Siguió pidiéndola como un favor. Pei odiaba profundamente a la nueva máquina energética. Era algo… algo personal. Además, por supuesto, estaba muy enamorado de esa muchacha… Lan estaba en el hospital de Fukien muñéndose de tuberculosis…

Ambos hombres se miraron.

– No -afirmó Mao-. Antes de salir para la misión la había sacado del hospital y la había llevado a la casa de sus padres… Murió allí… placenteramente. Esos mecanismos de Fukien tienen un blanco de alimentación muy limitado, usted lo sabe. Seguramente la ciencia pronto nos presentará algo más… perfecto.

20

El Círculo Erasmo estaba alcanzando la meta. Según las últimas palabras de Mathieu: "A las potencias nucleares les hemos presentado algo demasiado grande para la grandeza, demasiado supremo para la supremacía, demasiado temible para la valentía, demasiado destructivo para la destrucción. La ciencia está demostrando que es muy poderosa para el poder y muy grandiosa para el fanatismo ideológico". Los Estados Unidos de América estaban llegando a un nuevo acuerdo con China; reinaba una paz "fría" entre Moscú y Pekín; los norteamericanos habían abandonado Vietnam. Valenti, cuyos rizos obscuros estaban encaneciendo y cuyo aspecto era más que nunca el de un gato gordo, bien cuidado y reluciente, ronroneaba de alegría y de optimismo mientras describía al "nuevo humanismo", una era en la que la fraternidad no continuaría siendo un estribillo ideológico o religioso totalmente vacío de realidad, sino una necesidad científica, un requisito previo para la supervivencia espiritual y física del hombre. A menudo levantaba los suaves, acuosos, y amorosos ojos, hacia el letrero que estaba pegado sobre la pared del laboratorio:

TERMINEMOS CON EL CRECIMIENTO ILIMITADO
DESCENDAMOS DE LOS ESTADOS NACIONALES A

LAS ENTIDADES DE INTERDEPENDENCIA CULTURAL

ADELANTE HACIA LA MULTIPLICIDAD,

HACIA LAS INFRASOCIEDADES Y LOS GRUPOS MINORITARIOS

Esta inscripción había aparecido, mucho tiempo atrás, durante la gran revuelta estudiantil de mayo de 1968. Sobre las paredes de París.

Chávez, que seguía siendo marxista leninista convencido, se mostraba un tanto influido por la nueva teoría social de la "solución matemática", propuesta por un grupo que trabajaba en la Universidad de Nanterre con el profesor Andony.

Sin embargo Mathieu no se sentía contento. Tenía pocas razones para considerarse satisfecho. La gran mayoría de la población del mundo se moría de hambre. El nivel de vida de los países subdesarrollados era miserable y la mortandad aun peor. Se estaba desperdiciando la exhalación del pueblo. El recobro y "reciclaje" de los recursos de producción póstuma eran esenciales para el bienestar y para la solución del espejismo que el mundo encaraba respecto de la crisis de combustible. Cada día era más patente que la civilización no podía seguir dependiendo de los combustibles de fósiles. En los Estados Unidos de Norteamérica, ciento veinte millones de autos, doce millones de fábricas y setenta millones de hogares clamaban por una energía nueva- y más limpia. En este momento de la historia en el que solamente en la última década se habían consumido doscientos treinta billones de barriles de petróleo, las plantas generadoras de energía exha constituían la única alternativa posible. Es verdad, siempre existirían considerables problemas de efectos secundarios, pero desde el punto de vista ecológico esta forma de contaminación era una alternativa de salvación para la tierra, y si el escape de exha tenía características peligrosas de alucinaciones culturales, se debía, en gran parte, a la falta de una adecuada investigación científica. Evidentemente, todavía era imposible construir las plantas generadoras, excepto en una escala experimental, hasta que se consiguiera el control absoluto de la energía. Y todavía desconcertaba a los expertos la descomposición de la exhalación, la escisión, la fragmentación y la desintegración. En todos los principales países tecnológicos, los cerebros más brillantes estaban tratando de vencer al problema, aunque golpeaban contra una fuerza básica que era indestructible. Mathieu se sentía sobrepasado.