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XXIX

Desde el granero de la compasión
busca el Conocirniento como alimento;
que el latido de tu corazón
sea como la llamada de la caracola a las sirnas marinas.
Los caminos del Señor se esconden en tu corazón.
El es el Maestro del destino, sin principio ni fin.

XXX

Maya, la diosa de la ilusión,
fue desposada por el Señor en el principio de los tiempos.
De esa unión nacieron tres hijos:
el Creador del mundo, el Preservador y el Destructor.
Mas la voluntad del Señor es la que prevalece.

XXXI

Su trono son los mundos,
y su altar los universos;
el Sol y la Luna se postran ante El
y todas las galaxias repiten Su Nombre
¡Oh Nanak!
Sólo la verdad puede crear la verdad
¡Gloria y alabanza a ti, Señor puro y eterno!

XXXII

Si en lugar de una tuviese cien mil lenguas,
sólo repetiría una y otra vez:
el Señor del universo es único.
Unico es su camino y los peldaños que conducen a su morada;
alli el sonido de cánticos celestiales
hechiza a los que se arrastran en las tinieblas
pero anhelan volar.
¡Oh Nanak!
Su gracia rebasa toda comparación;
lo demás no es más que una gran mentira.

XXXIII

No depende de ti vivir o morir,
enriquecerte o dominar;
tampoco depende de ti pensar o razonar,
alejarte del mundo o volar.
El orgulloso, que lo intente y lo sabrá.
¡Oh Nanak!
Ante Dios no existen diferencias.

XXXIV

El que creó el día y la noche,
el que dio vida a las brisas y avivó los fuegos;
el que creó las criaturas y especies diversas
creó también la ley:
por vuestras obras y pensamientos seréis juzgados.
Dios obra con justicia;
quienes reconocen su grandeza se postran ante El,
pues en sus manos está el destino de los hombres.
Esto, oh Nanak, sucederá siempre así.

XXXV

En su reino existen infinidad de Shivas, Brahmas y Vishnús,
con los cuales fue formada la creación;
existen múltiples disfraces de formas y colores,
muchas lunas y soles, ciudades y regiones;
muchos yoguis, Budas, sabios y videntes,
muchos demonios, dioses y falsos profetas;
muchos señores y reyes,
muchos Vedas y adoradores.
¡Oh Nanak!
Su número no tiene fin.

XXXVI

Igual que en el reino del conocimiento
la sabiduría cosecha todas las bendiciones,
así en el reino de la felicidad
la belleza resplandece como mil soles.
Allí se forja la inteligencia
y el conocimiento de los dioses y los yoguis.

XXXVII

En el reino de la acción el esfuerzo es lo supremo,
nada más permanece:
mas en el reino de la Verdad
sólo existe la contemplación de Dios.
Allí hay países y esferas indescriptibles,
donde millones de formas y destinos son ejecutados.
Lo que El ordena, eso se cumple.
¡Oh Nanak!
Es imposible describir su grandeza.

XXXVIII

El martillo del herrero está hecho de Conocirniento
y su yunque de devoción;
con el temor de Dios hace soplar los fuelles
y con la meditación aviva el fuego del amor.
En el molde de la humildad vierte el néctar
y en él imprime el Nombre del Señor.
Así es acuñada la Palabra
en la casa de la moneda de la verdad.
¡Oh Nanak!
Que por su Gracia tu dicha sea eterna.

EPILOGO

Este mundo es nuestro lugar de juego
donde realizamos nuestras buenas o malas acciones;
cuando éstas hayan terminado,
unos se sentarán a su lado para siempre
y otros se perderán en re encarnaciones sin fin.
¡Oh Nanak!
La hora de los que te han adorado ha concluido;
sus caras rebosan de luz.