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Pero él era abogado y Luther necesitaba uno. Los temas importantes como este nunca era sencillos, por eso se esforzaba en la medida de lo posible en que las cosas fueran blancas o negras. Buenas. Malas. Correctas. Erróneas. No era fácil para un abogado preparado para buscar lo gris en todo. Un abogado en cualquier posición dependía de quién era el cliente para comer cada día.

Él había tomado su decisión. Un viejo amigo luchaba por salvar la vida y le había pedido que le ayudara. A Jack no le importaba que su cliente pareciera ahora dispuesto a rechazarlo. Los acusados en muy poco dados a colaborar. Bueno, Luther le había pedido ayudar y la recibiría, la quisiera o no. En este asunto no había grises. No había vuelta atrás.