Julie: ¿Cómo se gana la vida?
Rosie: Es ingeniero.
Julie: O sea que es educado, guapo y tiene un trabajo fantástico. Parece demasiado bueno para ser verdad. ¿Habéis vuelto a quedar?
Rosie: Bueno, después de la cena fuimos a su ático. Vive en el muelle de Sir John Rogerson's, en un piso fabuloso. Nos besamos, me quedé a pasar la noche, me pidió que volviéramos a vernos y le dije que no.
Julie: ¿Te has vuelto loca?
Rosie: Probablemente. Era muy buen hombre, pero no hubo nada especial, no hubo chispa.
Julie: Pero si sólo era vuestra primera cita. Es imposible sacar conclusiones tras un único encuentro. ¿Qué querías, fuegos artificiales?
Rosie: No, en realidad más bien lo contrario. Quiero silencio, un momento perfecto de sosiego.
Julie: ¿Silencio?
Rosie: Es una larga historia. Pero lo del sábado demuestra que, aunque encuentre a un tío perfecto en todos los sentidos, todavía no estoy preparada. Necesito que todos dejéis de presionarme. Ya encontraré a alguien cuando esté en condiciones.
Julie: Vale, vale, prometo dejar de intentar emparejarte hasta que me des permiso. ¿Cómo van tus estudios, por cierto?
Rosie: Cuesta lo suyo estudiar y hacer de madre a la vez. Termino quedándome despierta hasta las tantas cavilando sobre la vida, el universo y todo lo que contiene, es decir, sin pegar sello.
Julie: No te preocupes, todos hemos tenido días así y créeme, cuando alcanzas mi edad dejas de preocuparte. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
Rosie: Sí, la verdad. Un aumento de sueldo me iría de perlas.
Julie: Ni hablar. ¿Qué tal va tu plan de ahorros?
Rosie: Iría bien si no tuviera que alimentar, vestir y educar a mi hija además de apartar dinero para el alquiler de la caja de zapatos donde vivo.
Julie: Según parece eso siempre termina siendo tu gran impedimento, toda la parte del tener que cuidar de tu hija. ¿Ya has hablado con Alex?
Rosie: No.
Julie: Oh, Rosie, los dos estáis siendo ridículos. Me pasé la vida tratando de separaros, pero ahora ya no me parece nada divertido. Dile que la señorita Narizotas Malaliento Casey os ha dado permiso para que volváis a sentaros juntos.
Rosie: No dará resultado. Además nunca te hizo mucho caso que digamos. Y tampoco es que hayamos perdido contacto por completo. Katie le manda e-mails sin parar y yo le mando tarjetas en todas las ocasiones que lo requieren y él tres cuartos de lo mismo. Cada tantos meses recibo una postal suya desde un país exótico distinto con partes meteorológicos de lo más sosos, y cuando no está de vacaciones trabaja de sol a sol. Así que tampoco es que nos ignoremos del todo. Seguimos reñidos de una manera muy civilizada.
Julie: Sí, sólo que no os habláis. Tu mejor amigo tiene un bebé de seis meses que aún no conoces. Lo único que digo es que si dejas que esto se prolongue mucho más, los años se multiplicarán y antes de que te des cuenta será demasiado tarde.
Capítulo 42
Apreciadas Rosie y Katie Dunne:
El Hospital St Jude os desea felices fiestas.
Mi esposa, mis dos hijos y yo esperamos que el año que viene os depare buena salud y felicidad.
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo de parte de los Stewart.
Doctor Alex Stewart
Para el doctor Alex Stewart
Que el año nuevo os traiga salud, riqueza y felicidad a ti y a tu familia.
Con los mejores deseos,
Rosie Dunne
Tiene un mensaje instantáneo de: ALEX
Alex: Esta mañana he recibido tu tarjeta.
Rosie: ¡Caramba! ¿Estás hablando conmigo?
Alex: Ya ha pasado demasiado tiempo. Uno de los dos tenía que ser lo bastante adulto como para restablecer el contacto. Recuerda que no fui yo quien empezó esto.
Rosie: Sí que fuiste tú.
Alex: No, Rosie, no fui yo.
Rosie: ¡Sí que fuiste tú!
Alex: ¡Venga, por favor! El año pasado te dije que Bethany estaba embarazada, momento en que te pusiste hecha una fiera. Y, para que lo sepas, le pedí que se casara conmigo una noche antes de que fuéramos a la entrega de premios. Bethany dijo que sí y, con el entusiasmo lógico en estos casos, se lo comunicó a sus padres en la mesa (tal como hubiese hecho cualquier persona normal). Concedieron el premio a su padre y durante el discurso anunció que su hija acababa de comprometerse (con el orgullo normal de cualquier padre que acaba de enterarse de que su hija va a casarse).
Había periodistas; fueron a sus despachos e informaron sobre la velada a tiempo para que la noticia saliera en los periódicos del día siguiente. Yo salí a celebrar mi compromiso con mi prometida y su familia. Llegué a casa tarde y al día siguiente me despertaron las llamadas de mi familia preguntando por qué diablos no les había dicho que iba a casarme. Mi bandeja de entrada estaba llena de e-mails de amigos desconcertados y me disponía a contestarlos cuando recibí tu mensaje.
Así que de todos modos os envié invitaciones a Katie y a ti, pensando que aunque desaprobaras mi decisión y te inventaras historias patéticas sobre los motivos por los que me casaba con ella, quizá te comportarías como la amiga que declarabas ser y asistirías a mi boda para brindarme tu apoyo.
De modo que pido disculpas por la última tarjeta que has recibido; tu nombre estaba en mi lista de direcciones pero esa tarjeta en concreto iba dirigida a mis pacientes, no a ti.
Rosie: Espera un momento, ¡yo no recibí ninguna invitación!
Alex: ¿Qué?
Rosie: Que no recibí invitación a tu boda. Llegó una para Katie, eso sí, pero para mí no. Y Katie no podía ir sola con sólo trece años y sin tener dónde alojarse. Y yo no podía acompañarla porque, la verdad, no podía permitirme…
Alex: ¡Para! Déjame pensar un momento. ¿No recibiste invitación a la boda?
Rosie: No. Sólo una para Katie.
Alex: ¿Y tus padres?
Rosie: Sí, recibieron una, pero no pudieron ir porque fueron a pasar la Navidad a París con Steph y…
Alex: ¡Vale! ¿Y la tuya no llegaría a su casa por casualidad?
Rosie: No.
Alex: Pero mis padres… ¿no te dijeron nada?
Rosie: Me dijeron que les encantaría que fuera, pero las invitaciones no eran cosa suya, Alex. Y tú en ningún momento me pediste que fuera.
Alex: Pero si estabas en la lista. Hasta vi tu invitación encima de la mesa de la cocina.
Rosie: Oh.
Alex: ¿Qué ocurriría?
Rosie: ¡A mí no me preguntes! ¡Ni siquiera sabía que hubiese una invitación para mí! ¿Quién las envió?
Alex: Bethany y la organizadora de la boda.
Rosie: Hmmm… Bien, pues entre el momento en que Bethany salió a echarlas al correo y el momento en que los sobres entraron por la boca del buzón, algo le ocurrió a mi invitación.
Alex: No empieces, Rosie. No fue Bethany. Tiene cosas mejores que hacer con su tiempo que urdir planes para librarse de ti.
Rosie: ¿Como almorzar con señoras?
Alex: Basta.
Rosie: Bueno, estoy pasmada.
Alex: ¿Y todo este tiempo has pensado que yo no quería que fueras a mi boda?
Rosie: Sí.
Alex: Pero ¿por qué no dijiste nada? Un año entero ¿y no has dicho nada? ¡Si no me hubieses invitado a tu boda, al menos habría dicho algo!
Rosie: Perdona, pero ¿por qué no me preguntaste por qué no fui? Si te hubiese invitado a mi boda y no te hubieras presentado, creo que al menos habría dicho algo.
Alex: Estaba enfadado.
Rosie: Yo también.
Alex: Aún estoy enfadado por las cosas que dijiste.
Rosie: Contéstame una pregunta, Alex. ¿Me dijiste o no me dijiste pocos meses antes de casarte que Bethany no era «la mujer» para ti y que no la amabas?
Alex: Sí, pero…
Rosie: ¿Y habías decidido o no habías decidido romper con ella justo antes de que te dijera que estaba embarazada?
Alex: Sí, pero…
Rosie: ¿Y estabas o no estabas preocupado por tu trabajo cuando te negaste a casarte con Bethany?
Alex: Sí, pero…
Rosie: ¿Y estabas o no estabas…
Alex: Para, Rosie. Puede que todo esto sea verdad, pero había que sumarle que yo quería formar parte de la vida de Bethany y Theo.
Rosie: Pues si en efecto me invitaste a tu boda y llevaba parte de razón en lo que dije, ¿por qué nos hemos pasado un año entero sin hablar?
Alex: Ahora mismo lo que quiero saber es adónde demonios fue a parar tu invitación. La organizadora de la boda lo tenía todo controlado. A no ser que fuera…
Rosie: ¿Quién?
Alex: No quién, sino qué…
Rosie: Pues, ¿qué?
Alex: El Jack Russell llamado Jack Russell. La próxima vez que lo vea voy a retorcerle el pescuezo.
Rosie: No podrás.
Alex: Puedo hacer lo que quiera con ese chucho robacartas…
Rosie: Está muerto. El cartero le arreó patadas en el vientre varias mañanas seguidas sin querer (soy testigo) y una mañana lo consiguió: Jack dejó de moverse.
Alex: No me da ninguna pena.
Rosie: A mí sí, Alex.
Alex: A mí también. ¿Amigos de nuevo?
Rosie: Nunca he dejado de ser tu amiga.
Alex: Yo tampoco. Bueno, por desgracia tengo que dejarte porque mi bebé se está tirando el desayuno por la cabeza y haciéndose friegas en el cuero cabelludo con una cara de pura concentración. Me temo que es hora de cambiar pañales otra vez.
Para nuestra preciosa hija
Te queremos con todo el corazón. Empieza un nuevo año.
¡Feliz cumpleaños, Rosie!
Suerte con tus exámenes en junio. Tenemos los dedos cruzados.
Te quieren,
Papá y mamá
Para mi hermana
¡Por fin me estás alcanzando, Rosie, cosa que me alegra mucho porque no quiero ser la única que esté a punto de cumplir los cuarenta! Suerte con los exámenes. Tienes dos meses para aprenderlo todo: puedes hacerlo. ¡Seguro que serán coser y cantar!
Feliz cumpleaños.
Besos,
Stephanie, Pierre, Jean-Louis y Sophia
Feliz cumpleaños, mamá.
Espero que te guste el regalo. ¡Si no te va bien, me lo quedaré yo!
Besos,
Katie
Para una amiga especial
Felices treinta y cinco, Rosie. Estoy trabajando en un nuevo experimento para ralentizar el tiempo. ¿Tienes ganas de apuntarte? Disfruta de tu día. ¡Hasta pronto! Alex
Para Rosie
Feliz cumpleaños de nuevo. Después de esta celebración se acabaron las distracciones. Tienes que aprobar los exámenes con sobresalientes. Tienes capacidad para hacerlo y eres mi única esperanza para salir de aquí. Todavía sueño con ese empleo como animadora en tu hotel de lujo.