Alex: Porque sufre estenosis aórtica.

Rosie: ¿Por qué?

Alex: Bueno, por lo general las causas de la insuficiencia aórtica son de origen reumático. Pero no te preocupes (me consta que estás preocupada), el señor Jackson se pondrá bien.

Rosie: ¿Por qué?

Alex: Porque gracias a setenta y cinco años de estudios he aprendido a realizar una operación con la prótesis de la válvula que le ayudará. ¿Más preguntas?

Rosie: La aorta está por el corazón, ¿verdad?

Alex: Muy graciosa. Bien, ahora sí que tengo que irme. Me alegra mucho que hayamos tenido esta conversación y que hayamos aclarado el asunto de Bethany. ¿Estoy perdonado?

Rosie: No.

Alex: Fantástico, gracias. Hasta pronto.

ALEX se ha desconectado.

Rosie: Gracias por preguntarme por mi trabajo, doctor.

De: Rosie

Para: Ruby

Asunto: ¡Socorro!

Socorro… Ayúdame… Oh, Dios, mi cabeza. Mi pobre cabeza. Mis desgraciadas neuronas, ¿dónde están? Se han ido. Han muerto. Son las cuatro de la tarde y estoy postrada en la cama (no tiene ni la mitad de gracia de lo que parece tener) y en la cama es donde debería quedarme hasta el fin de mis días. Adiós mundo cruel, saludos a todos, gracias por los recuerdos.

Y con los pocos que conservo de anoche intentaré explicarte exactamente lo que hice, aunque al parecer se está formando una bruma muy densa que avanza desde los bordes de mi cerebro hacia el centro. Procuraré desembucharlo todo antes de que me envuelva por completo.

Tras una reunión muy frustrante con el director de mi banco regresé a casa de Brian el Llorica muy desanimada, enfadada e insegura sobre mi futuro. No estaba de humor para conversaciones ni compañías, pero tuve que sentarme en la sala de estar con Brian y sus padres, que habían venido desde Santa Ponsa, para comentar el inminente encuentro con Katie con el que pasarían a formar parte de la vida de mi hija. Yo estaba cansada y me sentía débil, y la idea de que Katie fuera a tener una nueva pareja de abuelos -más personas relacionadas con su vida a quienes tendría que haber conocido, pero no conoce- acabó de colmar el vaso. Total, que aún me enfadé más al pensar que durante todos estos años yo sabía muy bien quiénes eran ellos, ellos sabían quién era yo, se cruzaron conmigo por la calle varias veces durante mi embarazo, luego lo mismo cuando Katie nació, habían oído rumores de que era la hija de Brian y, sin embargo, nunca se tomaron la molestia de ponerse en contacto conmigo ni me ofrecieron ninguna clase de ayuda. Lo último que supe de ellos fue que habían vendido su casa y se habían mudado a España porque el clima aliviaría la artritis de la señora Llorica.

La conversación fue acalorada, no salió demasiado bien que digamos, de modo que me disculpé y me largué.

Naturalmente, no tenía adónde ir, de manera que estuve vagando por las calles durante siglos y efectué un balance de mi vida. Al cabo de un rato decidí que odiaba mi vida junto con todos los que formaban parte de ella (ya lo sé, ya lo sé: otra vez), y visto que Katie estaba a salvo en casa de Toby y que Brian el Llorica tenía compañía, me encaminé al pub más cercano para ahogar mis penas.

Lo cierto es que era un bar espantoso, pero como estaba tan disgustada me dio lo mismo. Lo único que vi fue un camarero simpático y dos asesinos en serie enfrascados en una conversación al final de la barra. Total que el camarero se dio cuenta de que estaba fatal, y esto te sonará a película, pero el tío me preguntó qué me pasaba y su preocupación me pareció sincera. Le conté que Greg había arruinado mi vida. (Tras un proceso de eliminación, había llegado a la conclusión de que era el verdadero culpable.) Se lo conté todo de un tirón, Ruby, todo: el plantón de Alex en el baile de debutantes, Brian el Llorica, el nacimiento de Katie, que no fui a la universidad, la boda de Alex, que conocí a Greg, que me casé con Greg, que Greg me engañó, cómo perdí mi ascenso, que Greg me volvió a engañar… Le conté lo de todas las aventuras de Greg y sus mentiras al decirme que tenía que asistir a congresos y que como era director de banco creía sinceramente que debía ir a todas esas conferencias.

De repente los otros dos tíos que estaban al final de la barra se interesaron mucho por mí, vieron lo disgustada que estaba y me invitaron a un montón de copas. Eran unos tíos enormes, Ruby, de más de metro noventa y tan musculosos que parecían levantadores de pesas, con la cabeza rapada, y uno de ellos llevaba un tatuaje de una cabeza cortada en el brazo, ¡pero eran encantadores! Estaban muy preocupados, me hacían un montón de preguntas, me daban pañuelos de papel cuando lloraba y me dijeron que encontraría a alguien mejor que Greg. Yo no daba crédito, Ruby. Hasta tuvieron la amabilidad de acompañarme a casa en coche y asegurarse de que llegaba sana y salva porque no estaba en condiciones de caminar. Les enseñé la casa de Greg cuando pasamos por delante y se mostraron muy interesados y los tres le hicimos el gesto de mandarlo a tomar por el culo. Unos tíos estupendos. Me demostraron que las apariencias engañan. Bueno, me duele tanto la cabeza que tengo que dejar de escribir, pero anoche comprobé que al menos aún quedan unos pocos hombres generosos en este mundo y que no todos van a la suya.

ATACAN A UN DIRECTOR DE BANCO EN SU CASA

Un director de banco recibió una paliza tremenda durante un feroz ataque perpetrado para robar miles de euros. La víctima fue Greg Collins, de cuarenta y dos años, director de la sucursal de AIB en Fairview, Dublín. El violento asalto tuvo lugar cuando unos intrusos despertaron a Collins a primera hora de la mañana en su casa de Abigail Road. Dos hombres enmascarados irrumpieron en el hogar de la víctima y exigieron al director de la sucursal que abriera el banco y vaciara la caja fuerte. Pese al miedo, Collins opuso resistencia, pero los matones le golpearon con saña en la cara, rompiéndole la nariz.

Collins, muy afectado, describió a este diario cómo le vendaron los ojos y lo obligaron a subir en pijama a una furgoneta.

Al parecer los ladrones miden más de metro noventa y según Collins tenían aspecto de levantadores de pesas. Aunque no les vio la cara se fijó en que uno de ellos llevaba una cabeza decapitada tatuada en el brazo.

Los hombres robaron 20.000 € y se dieron a la fuga dejando a Collins solo en el banco, magullado y en pijama. La policía llegó al escenario del crimen pocos momentos después de que los malhechores se hubiesen marchado, alertada por la alarma.

Collins no se explica cómo podían saber su dirección: «Siempre compruebo que no me siga nadie sospechoso cuando me voy a casa y esa noche no vi a nadie. Ha sido la peor noche de mi vida, una auténtica pesadilla -dijo Collins, visiblemente alterado-. Esos matones entraron en mi casa y me atacaron. Estoy aterrado».

Collins estaba solo en casa en ese momento debido a la reciente ruptura de su matrimonio. Se ha abierto una investigación para esclarecer los hechos, pero el portavoz de la policía ha dicho que es poco probable que apresen a los culpables debido a la ausencia de pistas. Si alguien dispone de información relacionada con este crimen, debe notificarlo a la policía cuanto antes.

Foto superior: Greg Collins delante de la sucursal bancaria con la nariz rota.

Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY

Ruby: ¿Has leído los periódicos hoy?

Rosie: No. Ya no creo en el horóscopo.

Ruby: Bueno, ¿puedo sugerirte que compres el Daily Star enseguida y que rebobines hasta el sábado por la noche?

Rosie: Oh, no. ¿Los paparazzi me sacaron una foto cuando salía del pub? Ja, ja.

Ruby: No tiene gracia, Rosie. Me refiero a aquellos tíos. Date prisa, ve a por el diario.

Rosie: ¿Qué dices? ¿Qué hombres? ¡¿De qué me estás hablando?!

Ruby: Periódico sensacionalista. Ahora. Deprisa. Ve.

Rosie: Vale.

ROSIE se ha desconectado.

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Artículo de hoy

Soy yo, Rosie. ¡Mira tu fax, deprisa! Te he mandado un artículo que salía en el diario de hoy. Mientras lo leas ten presente la historia que te conté de mi último sábado noche. Cuando lo hayas leído dime qué piensas. ¡Corre! Necesito consejo.

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: Re: Artículo de hoy

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

Capítulo 37

Tiene un mensaje instantáneo de: ROSIE

Rosie: Oh. Dios. Mío. Alex,

Alex: Hola, Rosie.

Rosie: ¿Puedes chatear o estás ocupado?

Alex: Estaba trabajando un poco, pero adelante.

Rosie: ¡Dios santo! ¿Cirugía salvavidas por internet? ¿Es que no conoce límites tu talento, doctor?

Alex: Eso parece. ¿Qué te cuentas?

Rosie: ¡No te vas a creer lo que ha cruzado la puerta de Brian el Llorica esta mañana!

Alex: Un ladrillo.

Rosie: ¡No!

Alex: Una orden de arresto,

Rosie: ¡No! ¡No digas eso! ¿Por qué dices eso?

Alex: Oh, por ninguna razón en concreto. Sólo me preguntaba qué sentencia le imponen a quien contrata a terceros para que le den una paliza a su ex cónyuge.

Rosie: Alex Stewart, ¡cambia de disco desde ahora mismo! No es muy seguro decir cosas así por internet, ¿sabes?, ¡y yo no hice eso!

Alex: Tienes razón, la policía probablemente ha montado una operación de vigilancia delante de tu casa y tiene agentes observando todos tus movimientos con binoculares.

Rosie: Basta, Alex, me estás asustando. Sólo soy culpable de ser un poco ingenua, nada más.

Alex: ¿Un poco? ¿Crees que esos «asesinos en serie» suelen ser tan amistosos con las mujeres solitarias que ven en los pubs como lo fueron contigo?

Rosie: Mira, estaba borracha, mi recelo rozaba el mínimo histórico y bajé la guardia. En realidad me pillaron completamente desprevenida. Fue una estupidez, lo admito, pero sigo con vida, así que deja de decirme lo estúpida que fui. Además, resulta que eran unos tíos generosos. Pues también resulta que esta mañana he encontrado un sobre marrón dirigido a mí encima de la mesa de la cocina. Dentro había 5.000 €, ¡¿no es increíble?! ¡Para que digas que no eran generosos!

Alex: ¿Había alguna nota dentro, o una tarjeta de agradecimiento quizás?

Rosie: Alex, ¿nunca te tomas nada en serio? No, no había ninguna nota, así que puede que ni siquiera sea de ellos.