Este año parece, en efecto, ser crucial en lo que se refiere a la atribución definitiva del Libro del desasosiego, pues en él, y tras haber publicado sus dos fragmentos a que acabo de referirme, Pessoa escribió a J. G. Simões una carta, fechada el 28 de junio, en la que le prometía enviarle, para la revista presença, «uno de los triunfales de Alvaro de Campos y otra cosa de lo mío mío» [11] , resultando ser lo «suyo suyo» -si es que no cambió de intención- un fragmento de nuestro libro. Ello parece translucir un arrepentimiento momentáneo -¿o se trató sólo de un significativo olvido?- en cuanto a la atribución del libro a Soares, pues lo cierto es que el fragmento publicado en la revista conimbrigense fue atribuido a este personaje. Creo que si hubo arrepentimiento, aun momentáneo, se debió a la dificultad de caracterizar a Soares como heterónimo o, para decirlo de otra manera, de atribuir a un heterónimo el Libro del desasosiego, pues no debemos olvidar que tanto Guedes como Teive, ambos heterónimos, fueron desposeídos de una autoría que ya les había sido otorgada. Pessoa, en efecto, se había dado cuenta de que Soares no era una figura heteronímica, y prueba de ello es la carta al mismo Simões, del 28 de julio de 1932, en la que le dice que Soares «no es un heterónimo, sino una personalidad literaria» [12] . Esta carta es interesante, además, por ser un testimonio de los problemas que esta obra le planteaba. «Sucede, sin embargo», escribe Pessoa, «que el Libro del desasosiego tiene muchas cosas que equilibrar y revisar…» [13] Y una de las cosas que debía de pensar en equilibrar sería, casi con seguridad, la personalidad de Soares en relación a los heterónimos y al poeta ortónimo.
Finalmente, y en una carta escrita a Adolfo Casais Monteiro el 13 de enero de 1935, es decir, unos meses antes de su muerte, Pessoa parece dar por resuelta y cerrada la cuestión cuando afirma que Soares «Es un semiheterónimo porque, no siendo la personalidad la mía, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella. Soy yo menos el raciocinio y la afectividad» [14] . Pessoa murió el 30 de noviembre y pienso que, de haber vivido más, es posible que Bernardo Soares hubiese dejado de ser un semiheterónimo o, quizás, hubiese dejado, sencillamente, de ser otra cosa que un personaje literario, según ya había pensado su creador. Por lo demás, el fragmento 1 de nuestra edición presenta al autor de este libro como tal personaje literario, independientemente de que dicho fragmento fuese escrito pensando en Guedes, en Teive o en Soares.
Resumiendo todo lo anterior, vemos que la autoría de esta obra fue atribuida, a lo largo de menos de tres decenios, de la siguiente manera: Vicente Guedes-barón de Teive-Bernardo Soares, personaje literario-Bernardo Soares, semiheterónimo. ¿Qué pensar a la vista de tales datos? A la vista de ellos, y sólo de ellos, podría pensarse que nunca estuvo perfectamente claro para Pessoa el carácter de esta escritura en relación con su drama em gente, pero esto sólo podría pensarlo quien no se detuviese a recordar la extremada lucidez de nuestro poeta y su gusto por el fingimiento y la paradoja. Lo que parece es que Pessoa se negaba a admitir ante los demás -tal vez debido a su pudor y a su discreto retraimiento- que el Libro del desasosiego era, antes que nada, obra ortónima, lo que casi llega a confesar cuando llama a Soares personalidad literaria, pues claro es que la mayor parte de los personajes literarios son creados por o para obras ortónimas, o pseudónimas, lo que, en lo esencial, es lo mismo. Ahora bien, hay personajes literarios de muy diferentes categorías pero, esencialmente, de dos: los que no representan a su autor y los que lo representan en mayor o menor grado, dicho sea con toda sencillez y sin recurrir a inútiles complicaciones terminológicas. En el caso que nos ocupa, el personaje no parece sino una literaturización del Pessoa ortónimo, según un procedimiento ya empleado, y explicado, por el poeta en otra ocasión. Oigámosle: «La campana de mi aldea (…) es la de la Iglesia de los Mártires, allá, en el Chiado [de Lisboa]. La aldea en que nací fue la Plaza de San Carlos [de Lisboa]» [15] , que es semejante a decir: El Bernardo Soares ayudante de contabilidad soy yo, corresponsal en inglés y francés de varias casas comerciales, y la Calle de los Doradores, en la que se halla la firma en la que Soares trabaja, es el Campo de las Cebollas, en el que se encuentra la oficina en que yo trabajo, muy cerca de aquélla, pues ambas se encuentran en la Baja lisboeta».
Las dificultades que Pessoa encontró para convertir en heterónimo al autor del Libro proceden, sin duda, y sobre todo, de la calidad de intermitente diario íntimo que tiene la casi totalidad de sus fragmentos. Un examen de todos ellos demuestra que el personaje Soares fue creado a posteriori, pues parece ser que cuantos se refieren a la oficina de la Calle de los Doradores y la cualidad de oficinista de Bernardo están escritos en el estilo más maduro y evolucionado de la obra, lo que permite, sin temor a equivocarse, pensar que fueron redactados durante, todo lo más, el último decenio de la vida de Pessoa.
«Como es sabido», ha escrito Jacinto do Prado Coelho en su introducción a esta obra, «el autor de un diario instintivamente se desdobla en el yo-personaje ofrecido a los lectores virtuales» [16] y, como en seguida vamos a ver, hay desdoblamiento, aunque no grande, en ella, puesto que, como observa Maria da Gloria Padrão, a la vista de la edición incompleta de 1961, «al final, ninguna novedad aporta en relación a lo que de más importante conocemos del poeta, a no ser por las diferencias de registros poéticos» [17] . Y, en efecto, las coincidencias, tanto estilísticas como temáticas, entre el Pessoa ortónimo y las páginas finalmente atribuidas a Soares han sido señaladas, además de por Jacinto do Prado Coelho y la recién citada estudiosa, por Jorge de Sena, y a los trabajos de los tres me remito [18] no sin recordar que entre las mencionadas coincidencias se cuentan la inadaptabilidad de Pessoa y Soares a la realidad vulgar -es más, su repudio de ella-; ciertos «hallazgos sintácticos», de algunos de los cuales hablan las notas que he puesto a esta traducción; la coincidencia de los paisajes urbanos de Pessoa y Soares; la semejanza de sus trabajos comerciales; sus reacciones ante la sociedad, su soltería y su vida en cuartos alquilados, etc. Pero también hay otras coincidencias no menos significativas, tales como el conocimiento del francés por ambos y el no haber estado ninguno de ellos en Francia y, sobre todo, el ambiente decadente, el tedio de Soares, que viene a coincidir en casi todo con el que se refleja en los versos del Cancioneiro ortónimo. De ahí que tanto Maria Aliete Galhoz como el ya citado do Prado Coelho consideren a esta obra como un diario, y que este último estudioso, ya en una obra de 1949, afirmase que «Tal vez por encontrarlo demasiado confesional, autobiográfico, directo, Pessoa dejase a Bernardo Soares un tanto informe y en la penumbra» [19] , opinión con la que coincido totalmente. Y es que, como escribió el propio Pessoa, «en prosa es más difícil otrarse -el neologismo es pesoano- que en verso» [20] .
Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que nuestro poeta murió sin haber publicado el Libro del desasosiego y, lo que es peor, sin haber pasado a limpio la inmensa mayoría de sus fragmentos ni haberlos ordenado y estructurado en vistas a su publicación. No tardaré en referirme a las dificultades que para la edición de esta obra ha representado el estado de sus materiales y la falta de una organización de ellos realizada por su autor, pero creo que, antes de hacerlo, conviene referirse, aunque sea en pocas palabras, a la historia o, si se prefiere, a la crónica de dicha edición.
En 1960, Jorge de Sena, que entonces era profesor en el Brasil, inició una larga y complicada negociación con la editorial Ática, encaminada a la publicación del Libro, cuyos originales se encontraban en poder del coronel Caetano Dias, cuñado del poeta. Inmediatamente, Maria Aliete Galhoz se dedicó, en Lisboa, a compilar, descifrar y organizar hasta donde fuese posible los materiales que habían de ser puestos a disposición de Sena, cuyo propósito era dar a la luz, no una selección de la obra, sino cuantos fragmentos considerase publicables. A primeros de febrero de 1962, el primer paquete de fotocopias y transcripciones hechas por la Galhoz llegó a las manos de Jorge de Sena, quien comunicó en seguida a la editorial que «Todo es fragmentario, aunque del mayor interés; todo es de fecha insegura o de ordenación insegura; gran parte de los originales es de lectura dificilísima. Se trata de una gran aventura, en el plano de la crítica textual», con lo que definió perfectamente las principales dificultades que suponía la edición del Libro.
En noviembre de aquel mismo año, Sena firmó el contrato de edición, en el que se establecía que el texto del libro -y su introducción, escrita por este poeta y estudioso- deberían ser entregados a la editorial antes de enero de 1964. Como se trataba de un trabajo «extremadamente difícil», Sena firmó el contrato pero haciendo la salvedad de que la fecha de entrega sería, precisamente, enero de 1964. Sin embargo, en diciembre de dicho año Sena se vio obligado a disculparse ante la Ática por no haber cumplido con el término establecido en el contrato debido a las dificultades que la edición suponía, al mismo tiempo que descargaba parte de la responsabilidad en la propia editorial por no haber respondido a las preguntas y consultas que le había hecho. En vista de ello manifestó que no podría entregar el original del Libro del desasosiego hasta junio del 65.
Mientras tanto, había aparecido la edición de Petrus, de 1961, y ello hacía más urgente que nunca la publicación del texto completo. Pero las cosas se complicaron, cuando Sena había escrito ya una larga introducción a la obra [21] , debido a que Georg Rudolf
Lind, otro de los editores de la prosa pesoana, le escribió una carta en la que le comunicaba que «se han encontrado más de 100 hojas manuscritas con la señal L. do D.» dispersas «en los diferentes paquetes de prosa» hallados entre los papeles del poeta. La reacción de Sena no se hizo esperar: pidió que le enviasen inmediatamente fotocopia de dichos fragmentos. Habiéndose trasladado, por razones de trabajo universitario, a Wisconsin, Sena recibió en 1966 sólo parte de este último material. Una serie de complicaciones posteriores, en la que no voy a detenerme, tuvo por resultado que, en 1969, Sena desistiese de continuar trabajando en la edición del Libro [22] , en vista de lo cual, la Ática y los familiares de Pessoa pusieron en otras manos el difícil trabajo.
[11] La carta dice «de meu meu». Conf. Cartas de Fernando Pessoa a J oão Gaspar Simões, Introdução, apêndice e notas do destinatario, Publicações Europa-América, Lisboa, s. d., pero de 1957, p. 54.
[18] Sobre este asunto pueden consultarse los siguientes trabajos: Jorge de Sena, «Introdução ao Livro do Desassossego», en Fernando Pessoa & C.* Heterónima (Estudos Coligidos 1940-1978), vol. I, Edições 70, Lisboa, 1982, pp. 177-242; Maria Aliete Galhoz, «Sobre o Livro do Desassossego», en Actas do 1.° Congresso Internacional de Estudos Pessoanos, Brasilia Editora-Centro de Estudos Pessoanos, Porto, 1979, pp. 471-491, y Maria da Glória Padrão, «A Escrita do Desassossego», en Persona, l, Porto, 1977, pp. 21-31.
[19] Jacinto do Prado Coelho, Diversidade e Unidade em Fernando Pessoa, Verbo, Lisboa, 1973 (cuarta edición, de la que nos servimos), p. 75.
[22] Todos estos datos están tomados de Arnaldo Saraiva, «Para a historia do estudo de Jorge de Sena sobre o “Livro do Desassossego” e para a historia da publicação do “Livro do Desassossego”», en Persona, 3, Porto, 1979, pp. 41-45.