En la oscuridad sorprendente repitió el tanteo en los tres escalones y cruzó contoneándose el baldío desierto. No había mujer ni perros. Un viento alegre limpiaba el cielo y era seguro que para medianoche se verían las estrellas.
En la oscuridad sorprendente repitió el tanteo en los tres escalones y cruzó contoneándose el baldío desierto. No había mujer ni perros. Un viento alegre limpiaba el cielo y era seguro que para medianoche se verían las estrellas.