También dejó Proust una de las definiciones más contundentes y atinadas acerca del acto de la lectura, fin último al que en suma se encamina el esfuerzo de quien escribe libros. Una definición sucinta que sintetiza admirablemente dos conceptos opuestos: "comunicación en el seno de la soledad". Soledad habitada, que por ello no es una penalidad, y comunicación solitaria, que por ello no es palabrería, sino palabra que queda en el tiempo y que con el tiempo puede ser recobrada siempre.