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TORTUGA BARBADA. ¿Qué es eso que has mencionado?

TORTUGA CON FLECOS. Es… el hombre es… Es una mujer, sólo que en hombre…

TORTUGA BARBADA. Una divinidad, porque si yo fuera así me sentiría una divinidad.

HUVARAVIX. (Invisible.) Yo, Maestro de los Cantos de Vigilia, he visto el día y he visto al hombre.

TORTUGAS. ¡A… já, Bárbara Barbada, quieres saber cómo es el hombre!

TORTUGA CON FLECOS. Pero si ya lo he explicado. El hombre es la mujer con todas las actividades del día… No hay otra diferencia

TORTUGAS. Repetiremos lo que dicen las olas: ¡Alguna debe haber!

TORTUGAS CON FLECOS. Huvaravix, Maestro de los Cantos de Vigilia, permite que mis hermanas de concha repitan lo que dicen las corazonadas del mar, esas azules corazonadas del mar…

HUVARAVIX. (Invisible.) Bárbara Barbada no lo ha repetido…

TORTUGA BARBADA. Pero yo también creo que alguna debe haber. Es una esperanza que haya alguna diferencia entre el hombre y la mujer.

TORTUGA. ¡Alguna debe haber!

TORTUGA BARBADA. Pero, dejadme, por fin, pasar, quiero ver a la doncella. Las mujeres son metales que se hallan en estado de algodón.

HUVARAVIX. (Invisible.) ¡Muy bello lo que has dicho Bárbara Barbada! (Palabra por palabra.) Las mujeres son metales que se hallan en estado de algodón.

TORTUGAS. ¡Juguemos! ¡Salgamos de lo que tenemos que hace; cargar la concha, jugando a la olas!

TORTUGA CON FLECOS. ¡Se me cierran los ojos y es mejor dormir! Bárbara Barbada quiere ver a la doncella que yace con Cuculcán. Yo no, mucho trabajo tuve para que se me borrara la dolorosa escena del amor arrancado como se arranca un árbol.

TORTUGA BARBADA. Una separación imposible. En las raíces del árbol arrancado a la viva lucha, van pedazos de tierra, terrones de corazón palpitante de humedad y brisa verde o hierba brisa que llora; y en el terreno algunas raíces quedan destrozadas.

HUVARAVIX. (Invisible.) La conversación es muy interesante, pero yo debo empezar mi oficio. Bárbara Barbada se desliza chorreando agua salobre para ver a los dichosos amantes ya dormidos

TORTUGAS. Y cuál es tu oficio, Huvaravix…

HUVARAVIX. (Invisible.) Cantar…

TORTUGAS. Y nosotras, el nuestro… El oficio de las tortugas es jugar… Pero ahora no podremos ir al juego de pelota…

HUVARAVIX. (Invisible.) Me haré visible para cantar entre vosotras.

La tiniebla suavemente teñida de luz de luciérnaga, luz anterior a la luz de la luna, por el resplandor de la concha dorada de Tortuga con Flecos, deja entrever, al fondo, los cuerpos de los amantes felices, al pie de la cortina negra, sobre un lecho de pieles de fieras, pumas y jaguares que de vez en vez braman. Bárbara Barbada, tortuga con bigotes y barba, se desliza hacia el lecho amoroso de Cuculcán. Huvaravix (visible) entona cantos de vigilia dichosa, entre las tortugas que se golpean unas con otras, al jugar entre las olas.

HUVARAVIX. ¡El Cerbatanero de la Cerbatana de Sauco ha salido del Baúl de los Gigantes que en el fondo tiene arena y sobre la arena, aguarena y el aguarena, agua honda y sobre el agua honda, agua queda, y sobre el agua queda, agua verde y sobre el agua verde, agua azul y sobre el agua azul, aguasol y sobre el aguasol, aguacielo!

¡El Cerbatanero de la Cerbatana de Sauco ha salido del Baúl de los Gigantes con la boca llena de burbujas para dispararlas en los caminos, ahora que reviven los chupamieles que duran el verano clavados por el pico a los árboles, e inmóviles! ¡Así pasan el verano los chupamieles, secos y sin plumas en los árboles secos y sin hojas!

¡El Cerbatanero de la Cerbatana de Sauco ha salido del Baúl de los Gigantes al reverdecer los árboles y tronar la tempestad que es cuando despiertan los chupamieles, que es cuando vuelan los chupamieles, cuando vuelan y vuelan los chupamieles!

¡El Cerbatanero de la Cerbatana de Sauco ha salido del Baúl de los Gigantes con la boca llena de burbujas para disparar en los caminos a esos mínimos pajarillos que se alimentan de miel y de rocío, rojos, verdes, azules, amarillos, morados, negros; pero no sabe si gozar o espantarse con la cerbatana, la dicha del rumor que canta en sus oídos!

CHUPAMIELES. (Verdes.) ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel!

HUVARAVIX. ¡El Cerbatanero y los chupamieles qué ajenos a Cuculcán que no se palpa por fuera y a la doncella que con el aliento pegado al de él…

CHUPAMIELES. (Verdes.) ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel!

HUVARAVIX…Que con el aliento pegado al de él…

CHUPAMIELES. (Rojos.) ¡Chupa-chupamiel! ¡Chupa-chupamiel! ¡Chupa-chupamiel!

HUVARAVIX…Que con el aliento pegado al de él, se ha quedado sin sus graciosos movimientos!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop! Pero despertará, al tronar la tempestad, como los chupamieles…

HUVARAVIX. Algún día, no… Algún día, sí…

CHUPAMIELES. (Rojos.) ¡Chupa-chupamiel! ¡Chupa-chupamiel! ¡Chupa-chupamiel!

CHUPAMIELES. (Amarillos.) ¡Miel de chupamiel! ¡Miel de chupamiel! ¡Miel de chupamiel! ¡Miel de chupamiel!

CHUPAMIELES. (Morados.) ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel!

CHUPAMIELES. (Negros.) ¡Miel chupamiel y chupa-chupamiel! ¡Miel chupamiel y chupa-chupamiel! ¡Miel chupamiel y chupa-chupamiel!

HUVARAVIX. ¡Así pasan la primavera los chupamieles vivos y con plumas entre los árboles vivos y con flores!

CHUPAMIELES. (Morados.) ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop! ¿Por qué no despertarla entonces? ¿Por qué dejar que pierda para siempre sus graciosos movimientos? Si la pones sobre mi concha escaparé con ella al país en que reviven las doncellas que se duermen como los chupamieles…

CHUPAMIELES. (Negros.) ¡Miel chupamiel y chupa-chupamiel! ¡Miel chupamiel y chupa-chupamiel!

HUVARAVIX. ¡No despertará más, Bárbara Barbada!

TORTUGAS BARBADAS. ¡Aop… aop… aop… aop… aop… aop…!

HUVARAVIX. ¡Y para qué despertarla si se ha dormido oliendo al que creía para siempre suyo!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop… aop… aop… aop… aop…!

HUVARAVIX. ¡El humito que se levanta de los terrenos donde hay piedras preciosas veremos alzarse todas las mañanas del lugar en que ha perdido sus graciosos movimientos!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop! ¿Algún día despertarán las doncellas que se vuelven chupamieles?

HUVARAVIX. Algún día, sí… Algún día, no…

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop!… En el Árbol Cuculcán se ha dormido la Doncella Chupamiel, pero algún día tronará en sus oídos la primera tempestad de invierno…

HUVARAVIX. Algún día, no… Algún día, sí…

TORTUGA BARBADA. ¡Aop!… Aop! ¡Huvaravix, Maestro de los Cantos de Vigilia, el estiércol de murciélago raspa mis pupilas!

HUVARAVIX. ¡Cuculcán se ha dormido después de frotar su cuerpo de fuego a la mazorca que trajeron del maizal y nadie viene a ver la pluma que muestra el sexo tibio entre los pinos del escudo!

TORTUGA BARBADA, ¡Aop! Aop! ¡Aop! ¡Huvaravix, el estiércol de murciélago raspa mis pupilas!

HUVARAVIX. Cuculcán se ha dormido donde la vida nace, no se palpa por fuera ni él ni su collar de cabezas de guerreros!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop! ¡Huvaravix, el estiércol de los murciélagos raspa mis pupilas, hiéreme de sueño Maestro de los Cantos de Vigilia, que ya siento los ojos en agua, como se nubla el cuerpo del chupamiel cuando vuela!

HUVARAVIX. ¡Cuculcán no se palpa y mi canto golpea sus alas en la cara del Señor de la Hora en que todavía es de noche, porque es el canto de lo mejor de la doncella convertido en mariposa!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! ¡Aop! ¡Huvaravix, el estiércol de murciélago raspa mis pupilas!

HUVARAVIX. ¡Cuculcán no se palpa, se ha dormido, y mi canto es golondrina de fuego que no vuela superficialmente, sino va quemando el cielo sobre los árboles vestidos de graciosos movimientos, en el lugar en que se anudan los caminos, en que se anudan los destinos, en que se anudan los ombligos!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! j Aop! ¡Huvaravix!

HUVARAVIX. ¡Las rosas se han levantado, sin las espinas en los pies de las hojas, vuelan los chupamieles sin sus picos de espina,…!

CHUPAMIELES. (Verdes.) ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel! ¡Chupamiel!

CHUPAMIELES. (Morados.) ¡Miel de chupa-chupamiel! ¡Miel de chupa-chupamiel!

TORTUGA BARBADA. ¡Aop! Aop! Sin su pico de espina el chupamiel con qué probará la

CHUPAMIELES. (Amarillos.) ¡Miel de chupamiel! ¡Miel de chupamiel! ¡Miel de chupamiel!

TORTUGA BARBADA…Y con el pico de espina, qué doloroso dulce el de esa miel…

CHUPAMIELES. (Rojos.) ¡Chupa-chupamiel! ¡Chupa-chupamiel!

TORTUGA BARBADA. ¡Sin espina no hay miel y con espina qué dolorosa es la miel!

Dos sombras color de agua asoman por detrás de la cortina negra y arrebatan a la doncella que duerme en brazos de Cuculcán. Se oye en el fondo el golpearse de las tortugas, atormentadas, retumbantes.

HUVARAVIX. ¡Se la han llevado! ¡Se la han llevado! ¡Se la han llevado y Cuculcán no se palpa! ¡Se la han llevado al Baúl de los Gigantes! ¡Se le han llevado a la ciudad donde todas las puertas están cerradas, atrancadas por dentro, para que nadie penetre a las habitaciones del templo en que se guardan el gusano y el oscuro plumón! ¡Se le han llevado, aop… aop… se la han llevado y no despertará como los chupamieles… se la han llevado… se la han llevado! ¡Por él se pintaba su carita de jícara alargada hasta el peinado puntiagudo y su corazón de semilla de cacao tenía el tueste del escudo de los guerreros, el calor redondo de los comales! ¡Por él se había ataviado las muñecas de frágil caña morada con sartales de piedras y su cuello con nueve hilos de oro y plata avellanada! ¡Y hasta muy lejos se derramaba su olor de jardín con sobacos y sexo! ¡Se la han llevado… se la han llevado… en el lecho olvidó un zarcillo de cobre reluciente y florecillas de turquesa…!

Se oye un trueno de tempestad. Los chupamieles que han permanecido inmóviles, se ponen en movimiento, vuelan enloquecidos de alegría.

Segunda Cortina Amarilla

Cortina amarilla, color de la mañana, magia del color amarillo de la mañana. Chinchibirín vestido de amarillo, sin máscara, de rodillas ante la cortina amarilla. Se levanta y corre hacia el Oriente, Poniente, Norte y Sur, ante los cuales hace grandes reverencias. Luego se encuclilla, no lejos del radio mágico de la cortina amarilla, saca de su pecho un paño amarillo, redondo, en forma de luna llena, lo extiende en el suelo y sobre él coloca en círculo pepitas de oro, chayes de vidrio amarillo y pedazos de copal que, después de masticarlos durante la ceremonia, quema en un pequeño brasero, De un paño negro saca entonces algo así come 200 frijolitos color coral y después de revolverlos toma un pollito con los dedos, los coloca aparte, y sigue así hasta formar más o menos nueve montoncitos. De último, en el paño amarillo redondo como la luna, ha quedado un solo frijolito coral y esto lo amedrenta y lo hace tocarse repetidas veces los ojos, el pelo, los dientes, y quedar inmóvil. Mal augurio el que sao un frijol coral haya quedado. Pronto se tiende tétricamente alargado como un cadáver, aunque poco a poco se va alejando del lugar en que ha estado así por un momento, ayudándose de las codos, la cabeza, la espalda, los pies, para no perder su posición de muerto alargado; mar al tocar la cortina amarilla, hace aspavientos de animal que se sacude el agua del pelo, y salta de un lado al otro.