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— Y quй ha averiguado?

— El tema haut de esta fiesta es la poesнa. Estбn cortando en rebanadas finas la poesнa de los demбs segъn estrictas lнneas de anбlisis. Y quй extraсa coincidencia: todo el mundo dice que las mejores ofrendas son las de los hombres de mayor rango.

— A mн me parecieron todas iguales.

— Ah, pero usted no es haut…

— Quй querнa usted decirme hace un rato? — preguntу Miles.

— Estaba tratando de advertirle sobre un raro punto de la etiqueta cetagandana: la forma de comportarse cuando se conoce a una hautmujer y se la ve fuera de su burbuja.

— Fue la… la primera vez que vi una — mintiу Miles estratйgicamente-. Lo hice bien?

— No del todo. Verб usted, las hautmujeres pierden el privilegio de los campos de fuerza cuando se casan fuera del genoma, entre los ghem. Se convierten en… ghemujeres o algo similar. Pero la pйrdida del campo se considera una vergьenza. Asн que lo mбs amable y considerado es actuar como si la burbuja siguiera estando ahн. Nunca debe usted dirigirse a una hautesposa aunque estй de pie delante de usted. Si quiere hacerle preguntas, tiene que hacйrselas a travйs de su esposo y esperar que йl transmita las respuestas.

— Yo… no le dije nada a ninguna de esas mujeres.

— Claro, muy bien, pero lamento decir que las mirу a la cara, y eso tampoco es correcto.

— Yo creн que los hombres se estaban portando como bestias y que no las incluнan en la conversaciуn por desprecio.

— Claro que no. Eran de lo mбs caballerosos. Al estilo cetagandano.

— Ah. Por la forma en que se comportan, esas mujeres podrнan estar dentro de las burbujas. Burbujas virtuales, dirнa yo.

— Йsa es la idea… sн.

— Y lo mismo es aplicable a las hautmujeres que sн tienen burbujas… cuando no las llevan?

— No tengo ni idea. No puedo imaginarme a una hautmujer hablando cara a cara con un extranjero.

Miles notу una presencia fantasmal junto a su codo y, tratу de no saltar por el aire. Era ba como-se-llamara, ayudante de Rian Degtiar, que habнa recorrido la habitaciуn sin causar una sola onda de interйs entre los invitados. El corazуn de Miles se acelerу inmediatamente, reacciуn que tratу de disimular con un asentimiento de cabeza.

— Lord Vorkosigan. Mi seсora quiere hablar con usted — — dijo la voz baja y tranquila.

Maz abriу mucho los ojos en un gesto de asombro.

— Gracias, serб un placer — contestу Miles-. Eh… — Mirу a su alrededor buscando al embajador Vorob'yev, que seguнa acorralado por el ghemgeneral. de Rho Ceta. Quй bien. Si no le pedнa permiso, tampoco podrнa negбrselo-. Maz, podrнa usted decirle al embajador que he ido a encontrarme con una dama? Mmm… Tal vez tarde un rato. Vбyanse sin mн. Nos veremos en la embajada si es necesario.

— No creo… — empezу a decir Maz, con muchas dudas, pero Miles ya se alejaba. Le echу una mirada sobre el hombro y le dirigiу un gesto de buen humor mientras seguнa al ba hacia el jardнn.