No te guardo rencor:

No es que no quiera hablarte. Es que cuando te enfadas no sé qué decir. He estado callada toda la semana porque el lunes me diste muy fuerte. Y porque mandaste callar al niño cuando se puso a llorar, le levantaste la mano y casi le pegas también a él, y eso sí que no te lo puedo consentir.

Yo te dije que quería verte algunos domingos, por el chaval, pero que no nos obligaras a estar en la puerta, que no es así como quiero verte. Te supliqué que no me obligaras. Me quedé muda cuando me dijiste de aquella manera: ¿No querías verme los domingos? ¡Pues me vas a ver, pues me vas a ver!, y me llevaste a rastras a la puerta, ¡aquí me vais a ver, aquí, ¿te enteras?!; yo me quedé muda. Sé muy bien que no se te debe hablar si te pones así, porque tienes un pronto muy violento, por eso no te he hablado en toda la semana. Pero ya ves cómo hemos estado en la puerta, no te enfades más, te esperaremos todos los domingos si es lo que tú quieres.

No te enfades.