– ¿Hace frío?

– No mucho, cualquier mañana hace más frío que hoy.

Benicia es una máquina de dar calor y compañía, también deleite, mira lo que te decimos: como te queremos bien, todos nos alegramos de que no sepas tocar ni el violín ni la armónica, Benicia es como un molino que no se detiene jamás.

– ¿Me alcanzas el periódico?

– ¿Para qué lo quieres?

– La verdad, para nada, ya lo leí.

Benicia es dulce como una loba parida, lo que le gusta es repartir el bien.

– ¿Me haces un sitio en la cama?

– Bueno.

Benicia puede contener la respiración durante más de un minuto y estallar después, es muy raro, guarda la respiración y tú la montas como si estuviera muerta, las muertas están frías pero ella no, ella quema como el fuego; cuando resucita de golpe y respira con más ansiedad que nadie, se arranca y te destroza las partes y la nuca, te da bocados en la nuca hasta el ánima bendita, hay que andar muy atento.

– Ciérrame las contras, que quiero dormir un poco.

A la señorita Ramona, de niña, la llevaron a los baños de mar porque tenía muy mala color, fueron a Cambados, en la ría de Arosa, donde vivían sus primos los Méndez Cotabad, que eran muchos y muy simpáticos y cariñosos, eran nueve y andaban siempre alborotando, pescando cangrejos y comiendo pan con miel, las dos pequeñas eran gemelas, Mercedes y Beatriz, con sus trenzas y sus gafitas, eran más malas que un dolor y se paseaban por los tejados sin que nadie les riñera.

– ¿Para qué? Esas chiquillas no se caen aunque las empujen.

En Cambados, entre la pleamar y la bajamar hay lo menos tres metros, quizá cuatro, y cuando bajan las aguas, los pesqueros se quedan varados sobre la lama del fondo, rodeados de cangrejos vivos, gaviotas busconas y gatos muertos, también hay casi siempre una gallina muerta. En Cambados vivían mismo en la línea del mar, en la fonda La Perla de Cuba, sucesores de Viuda de Domínguez; doña Pilar, la patrona, ponía muy bien. A la señorita Ramona, por aquellos años, siempre le llamaban Monchiña, ahora no se lo llaman más que a veces. A Monchiña la llevaban todos los días a las siete de la mañana, hay que aprovechar bien el tiempo, a La Toja, en Cambados no se puede uno bañar, la llevaban en la motora que hace la travesía, que es muy bonita y emocionante, con la proa cortando la mar y la estela a popa, que hace tan romántico, a veces se ven delfines; de La Toja vuelven en el viaje de las cuatro de la tarde. El tiempo bueno para los baños es después de que la Virgen del Carmen bendice las aguas, o sea pasado el 16 de julio. A Monchiña le daban tres tandas de nueve baños cada una, dejándole descansar tres días entre una y otra, con los baños tomaba emulsión Scott, reconstituyente de la sangre y del sistema nervioso. Antes de la temporada de baños, a Monchiña la purgaban tres días seguidos con agua de Carabaña para limpiarle bien el intestino y que los baños le probaran, después le dejaban tomar un boliche de gaseosa para quitar el gusto. La señorita Ramona recuerda aquellos tiempos con pavor, es más duro ser niña que ser mujer.

– Lo que más me gusta es que me metas en la cama, Raimundiño…, y no me metes en la cama desde hace una semana o más, de niña me aburría mucho, me aburría siempre, y ahora voy camino de vieja, ya no me falta nada para ser vieja. Ponte más coñac y dame otro poco a mí. ¿Por qué no me llevas otra vez a Lisboa?

Raimundo el de los Casandulfes no se explica cómo pudieron pegarle el ladillazo que le pegaron, el otro día pasó por Orense y se entretuvo un rato en casa de la Parrocha, es cierto, pero allí las mujeres suelen cuidarse. Raimundo no le dijo nada a nuestra prima Ramona, es difícil de explicar y además a las mujeres les suele dar mucho asco todo esto, les da como reparo; Raimundo se pone Ladillol, el parasiticida más eficaz y de efectos más rápidos, el más económico, también son recomendables el Aceyte Inglés, todos saben para lo que es, no mancha, huele a lavanda y sin molestias mata instantáneamente toda clase de parásitos, y el Aceite Brujo, tiene la ventaja de que no mancha siendo al mismo tiempo su olor muy agradable, Raimundo eligió el Ladillol porque es del país.

– Estoy preocupado porque a veces tengo como palpitaciones, me va el corazón muy deprisa.

– ¿No será que fumas más de la cuenta?

– No sé, puede que sí.

Al general don Rogelio Caridad Pita, jefe de la XV Brigada, lo fusilaron en La Coruña al empezar la guerra, más adelante se hablará un poco de esto; su hijo Paco, en 1941 o quizá en 1940, llegó de América para establecer contacto con la guerrilla pero fue detenido por las autoridades. Los Marvises de Briñidelo, Roque y sus tres hijos, Segundo, Evaristo y Camilo, anduvieron con la partida de Bermes y libraron con suerte porque pudieron volver vivos a casa. Estos parientes de la comarca de la Cela, al lado de la Padrenda, las dos con el río Limia por medio, no son ni gallegos ni portugueses y su lengua más tiene de portugués que de gallego, el español ni lo hablan ni lo entienden, la frontera no está muy guardada y el contrabando de ganado marcha bien, los niños en este confín van a la escuela en Paradela, al otro lado de la raya de Portugal, mis primos los Marvises de Briñidelo llegaron hasta Asturias con la partida de Bermes.

A Marcos Albite no le rodaron bien las cosas, sin piernas también se vive pero es mejor tener piernas para poder andar de un lado para otro y pegarle patadas a las cosas. Marcos Albite, metido en su cajón de ruedas, mea en una lata de pimientos, la parva de Martiñá se la lava en el regato para que no coja color, la parva de Martiñá tiene muy buenas inclinaciones.

– ¿Y usted piensa que va a seguir la lluvia mucho tiempo?

– Mujer, no sé; a mí también me gustaría que saliese el sol, no creas.

Pepiño Xurelo trabaja en El Reposo, en la misma fábrica de ataúdes que Matías Marvís, Chufreteiro. Pepiño Xurelo es ayudante de electricista y está siempre con la boca abierta, o es tonto o respira mal por la nariz. A Pepiño Pousada Coires le dicen Xurelo por la pinta. Pepiño Xurelo pasó la meningitis de niño y quedó ya escorado para siempre. Ahora se habla mucho de la cuestión sexual, del problema sexual: eso es mismo de la cuestión sexual, a lo mejor eso viene del problema sexual, etc.

– ¿Usted cree?

– No, yo no; pero no me negará que se dice mucho.

Lo que le pasa a Pepiño Xurelo es que le gusta sobar niños, a otros les gusta sobar mujeres gordas y tetonas, primero les regala caramelos y después, en cuanto se confían, les acaricia el culo y los muslos y el pipí, hubiera hecho un buen lego de colegio de pago. La verdad es que los padres de Pepiño, como lo veían medio lelo, no le hicieron nunca demasiado caso.

– Ése se las arregla solo, ya verás; estos chiquillos así tienen mucho instinto, son como culebras.

– ¿Tanto?

– ¡Ya lo creo! ¡Y más aún!

Pepiño Xurelo creció a su aire y dejado de la mano de Dios y, cuando le llegó la hora, contrajo matrimonio como todos y tuvo dos hijas, las dos tontas y muertas antes de cumplir el año. Su mujer (por más esfuerzos que hago no consigo recordar cómo se llamaba, lo tengo en la punta de la lengua pero no me acuerdo) se le escapó con un vendedor ambulante, natural de Astorga, con el que todavía sigue. Cuando a Pepiño Xurelo se le fue la señora y recobró su libertad, un aura de beatitud le iluminó el semblante.

– ¡Hay que joderse, qué bien se está solo!

A Pepiño Xurelo lo cazaron un mal día haciendo las cochinadas con Simonciño o Pucho, sordomudo de seis años de edad, lo tenía medio estrangulado, y lo metieron primero en la cárcel y después en el manicomio; por el camino le fueron pegando tortas y patadas y correazos, también algún palo, pero no con mala intención, tan sólo para entretenerse y pasar el rato. Cuando se enteró su mujer…, un momento, se llamaba Concepción Estivelle Gresande, ahora lo recuerdo, sí, no hay duda, Concepción Estivelle Gresande, le llamaban Concha da Cona, dijo que no quería saber nada, que le era igual y que por ella podía morirse o acabar leproso.