– Oiga, don Claudio, ¿y para barragana vale una portuguesa?

– Y tanto, hijo, y tanto, o una china, por mí lo mismo tiene, lo único que miro es que tenga buenas carnes, sea limpia y obediente y hable las dos lenguas, el gallego y el español, lo demás es todo de adorno.

Ahora ya no se estilan esos usos honestos y saludables, ahora la gente se ha hecho como más desbocada y zángana, puede que las cosas tengan cada vez peor arreglo.

– ¿Ha oído usted lo de que los moros cruzaron el estrecho de Gibraltar?

– Esa noticia ya es vieja, amigo mío, va usted con retraso.

A Dolores, el ama de don Merexildo, le amputaron un brazo en el hospital a resultas de un carafuncho de índole maligna.

– No crea, con un brazo se puede arreglar una de lo más bien, lo que le pasa a la gente es que está mal acostumbrada y después va todo como va. ¿Que es el fin del mundo? Pues que sea, ¡por mí!

Moncho Preguizas se dejó una pierna en África cuando fue a servir al Rey, sus primas Adela y Georgina andan mucho con yerbas, cualquier día van a ocasionar una desgracia.

– En el Polo Norte no estuve, pero pienso ir, en el Polo Sur tampoco, aún me falta mucho por ver, en el Polo Norte hay focas y en el Polo Sur pingüinos, los pingüinos son confiados y sociables, lo que a mí me gusta es Guayaquil, allí lo pasé muy bien, está lleno de grillos pero eso a mí no me importa.

Mi tío Claudio Montenegro dice que corrió el Grand National de Liverpool en 1909, es capaz, mi tío mete muchas bolas pero también dice verdades que nadie suele creer, montó un caballo tordo, el único de la carrera, Peaty Sandy, n.° 21, mi tío se cayó en el sexto obstáculo y se fracturó una clavícula, a lo mejor es verdad, San Macario trae suerte con la baraja y las loterías pero vale poco para los caballos, Lázaro Codesal gastaba los ojos azules y mi tío Claudio también, las parvas atienden más al sobo que los parvos, cuando les meten mano por el escote se están quietas como culebras.

– ¿Va usted a Lalín?

– No, voy a Maceiras, pero si quiere me llego hasta Lalín, a mí tanto me da.

Hace más de una semana que no llueve y las tórtolas se bañan en los regatos con confianza, las escopetas se las llevó la guardia civil. Raimundo el de los Casandulfes habla con nuestra prima Ramona.

– Apuntar no me apunto, esto no tiene ni pies ni cabeza, estuve hablando con Robín y piensa lo mismo, la gente ha perdido la compostura y eso es muy peligroso, el que me preocupa es Baldomero Afouto porque Fabián, aunque tú no te lo creas, es un hijo de puta, perdona, estás muy guapa, Moncha, ¿me das un café?, aquí haría falta que tomase el mando alguien medio decente y con sentido común, la gente ha perdido el respeto a la costumbre, ¡pobre España, con lo bueno que podría ser este país! ¿Tú te acuerdas del ciego Gaudencio, el hermano de Ádega?

– ¿El que está en esa casa de Orense, tú ya sabes?

– Sí.

– Sí que me acuerdo, toca muy bien el acordeón.

– Bueno, pues hace dos noches le pegaron una paliza porque no quiso tocar lo que le mandaban. El Moucho anda por Orense triunfando, la culpa no es suya.

– ¿Te traigo un poco de coñac con el café?

– Sí, gracias.

– ¿Pongo un poco de música?

– No, déjalo.

Marcos Albite está contento porque terminó el San Camilo.

– ¿Quieres ver tu San Camilo? Ya lo terminé, no es porque yo lo diga pero es el San Camilo mejor del mundo, dicen que tiene cara de papón, bueno, tú sabes que ésa es la cara que se les pone a los santos cuando van a romper a hacer milagros, ¿quieres que llame a Ceferino Furelo para que lo bendiga?

– Bueno, siempre será mejor.

El San Camilo de palo que me hizo Marcos Albite está muy bien, tiene cara de tonto pero a lo mejor es que es así, lo más probable es que sirva para hacer milagros.

– Muchas gracias, Marcos, es muy bonito.

– ¿De veras que te gusta?

– Sí, me gusta mucho.

En Orense, por el verano, hace mucho calor, incluso más que en Guayaquil.

– ¿No hay demasiado forastero este año?

– Sí, yo creo que hay demasiado de todo.

Gaudencio guarda cama a resultas de la tunda que le dieron, lo cuida Anunciación Sabadelle, Nunciña, también le llaman Anuncia, que escapó de su casa de Lalín para ver mundo pero no pasó de Orense.

– ¿Te duele?

– No, me encuentro ya muy bien, esta noche vuelvo al salón.

– Déjalo para mañana, más vale que descanses un poco más.

A la chapeta de piel de puerco que lleva Fabián Minguela en la frente parece como si le hubieran sacado brillo; Fabián Minguela sigue igual de pálido que siempre y crecer no creció, pero se enseña como más lustroso y elegante.

– ¿Tú piensas que podremos encontrarnos con este indeseable en el cielo?

– ¡No, mujer! ¡Qué ocurrencia! En el cielo no se puede entrar así como así y menos con la chapeta de piel de puerco en la frente, con esa señal no lo dejan pasar los ángeles, puedes estar tranquila.

La coima portuguesa de Roque Marvís, el hermano menor de Tripeiro y por tanto tío de Afouto, preparó un cocimiento de herba cabreira para que a Afouto no le pasara ninguna desgracia, después no dio resultado, se conoce que le faltó algo; la herba cabreira la traen las golondrinas de Tierra Santa y cuando algún hereje les cuece los huevos con agua mansa para escaldarlos y matarlos, ellas ponen herba cabreira en el nido y los huevos resucitan, si un manojo de herba cabreira se tira al río, nada contra corriente y manda a los encantos que declaren dónde tienen escondido el tesoro; los encantos son valerosos pero obedientes y no dejan nunca de cumplir los mandatos de Dios, los encantos guardan los tres tesoros, los de los moros, los de los godos y los de los frailes, pero los entregan con toda mansedumbre cuando se les lee el Ciprianillo; si el encanto deja de ser un dragón o un culebrón y se convierte en fantasma, entonces se hace encantamento y puede escapar silbando por el aire.

Don Jesús Manzanedo se ríe mucho contando la muerte de Inocencio Solleiros Nande, empleado de banca.

– ¡Qué miedo tenía! Cuando le pregunté si se confesaba o no, se echó a llorar, lo tuve un rato de rodillas para que escarmentara.

La versión de don Jesús Manzanedo no es cierta, Inocencio Solleiros se portó como un hombre y murió con mucha dignidad; cuando don Jesús le apuntaba con la pistola y lo tenía de rodillas, con las manos atadas a la espalda y pegándole patadas en los riñones y en los huevos, Inocencio le llamó hijo de puta y le escupió en la cara.

– ¡Mátame, si no eres un hijo de puta! -le dijo-, no me matas porque eres un asesino, eso está claro.

Las ranas del condado de Tipperary, en Irlanda, son tan nobles como las de la laguna de Antela y seguramente también vieron verter mucha sangre, cuando se rompen los cauces de la sangre se anega todo en sangre que tarda mucho tiempo en secar, hay hombres que llevan un murciélago colgado del corazón.

Inocencio no murió confesado, tampoco nadie le llevó un cura para que le confesase y le diese la absolución, es mentira lo que anotó don Jesús en su libreta, no, Inocencio no murió confesado, don Jesús es un mentiroso, bien mirado eso es lo de menos, don Jesús tenía una hija, Clarita, a la que dejó el novio porque le entró aprensión, los hay muy mirados, hay gente a quien le aguanta la vergüenza incluso cuando los demás la saldan.

– Me voy a defender a la patria, Clarita, no me escribas porque lo más probable es que me maten nada más llegar.

Cuando mataron al padre, Rosicler se fue para la aldea y no se puso de luto, a las autoridades no les gustaba que se guardase luto por algunos muertos.

Benicia fríe muy bien filloas y escancia el vino en pelota y con muy antigua y pagana sabiduría, el tiempo pasa para todos y yo le hablo de después, ya me entiende.

– Así sabe mejor, ¿quieres que me lo vierta por las tetas?

– Sí, te lo agradezco porque estoy un poco triste.