A Sisinio, el hijo medio tonto de don Jucundiano Pérez López a quien Jaime Vilaseiro regalaba fotografías de mujeres desnudas, lo mataron de una pedrada en las leiras de Curramontes, hay piedras malditas, mozos sin suerte y accidentes desgraciados, en el bar de Xestoso todos dieron el pésame con mucho respeto a don Jucundiano.
– No era muy listo, ¡pobre criatura!, pero sí feliz; en todo caso era mi único hijo, ¡cómo le gustaban las parrochas guisadas o fritas!
La historia es un burdo tapiz, un torpe tejido de argumentos abyectos y sentimentales bordados sobre el tosco cañamazo de la vida misma, de la más amarga y ruin vida misma, Betty Boop se había ido a La Coruña, cuando estaba demasiado ahogada y derrotada se iba siempre a La Coruña, esto que ahora se cuenta le pasó en La Coruña y vino en todos los periódicos de España, hasta en los de Madrid, Betty Boop parió en medio de la calle y riñendo y forcejeando con una señora y una pareja de municipales, un guardia hombre y el otro mujer, que querían llevársela al hospital, antes había pedido un café en el bar de debajo de su casa.
– Te lo vas a tomar fuera.
– Bueno.
Betty Boop gritaba desaforadamente y los mirones se fueron apartando.
– No me pasa nada, tampoco estoy esperando un hijo y mucho menos de parto, son los vecinos que se meten donde no les importa, sólo me duele un poco la barriga, deben ser unas ostras que comí, a cualquiera le pueden sentar mal las ostras.
Los guardias se la encontraron sentada en la acera, gritando y rodeada un poco de lejos por personas que no sabían lo que hacer, de repente le apareció el niño llorando entre las piernas, la agente cogió al recién nacido y lo apretó instintivamente contra el pecho, lo envolvió en la placenta que se había desprendido con el forcejeo y en un mantel de la cafetería y se llevaron a la madre y al hijo al hospital, al niño lo depositaron de momento en la inclusa, después Becky le arregló los papeles y se quedó con él, y Betty Boop volvió otra vez a Conjo.
– ¿Le gustó la historia?
– Digamos.
Hay que creer muy parsimoniosa y solemnemente en Dios para admitir que la desnuda realidad pueda relacionarse con el ceñido pensamiento, la difunta Loliña Araújo no se llevaba bien con su nuera, Guillermina Fojo, eso no es nunca novedad porque ya se sabe, la experiencia demuestra que aquella realidad en cueros y este riguroso pensamiento caminan por senderos diferentes y quizá dispares, Ofelita Barcia, aunque era algo gastadora, tenía la cabeza muy en su sitio y no se dejó llevar nunca por la fantasía, al arte le pasa como a la ciencia y en la vida y la muerte subyace la misma pretensión, estas cuatro fuentes son exactas o reales pero no exactas y reales al mismo tiempo, toda la ternura del mundo se ahoga en sí misma y no acierta a volar libre sino en casos muy contados, cuando Gambiño emborrachó a Berta con anís dulce se sintieron muy felices los dos, lo malo vino inmediatamente después y no terminó hasta que el verdugo le puso fin, el garrote que estranguló a Gambiño está ahora en la Fundación Camilo José Cela, en Irla Flavia, al sur de la provincia, aquellas fuentes no admiten las ambas condiciones que quedaron dichas porque la realidad objetiva ha volado hace ya mucho, ha huido de la cabeza de los hombres, se le ha disuelto en la sangre y en los siete humores del organismo.
– Me hubiera gustado ser astrónomo para enviarle globos a la luna, globos con caramelos y pastillas de goma, ahora sólo puedo tirar botellas a la mar con una poesía dentro, con una rima de Bécquer o una dolora de Campoamor.
En el invernadero del chalet de San Pedro de Nos y en recuerdo de su abuela Clara, Fran inventó flores de colores muy desusados y extraños, flores de nombre misterioso y poco conocido, esto no se adecua con cazar gaviotas volando con anzuelo, a mí me dijeron tanto Xestoso como Evaristo que había sido Fran, daría cualquier cosa por ser Dios para inventar flores y bautizarlas acertadamente y con elegancia, sentido comían y buen gusto.
– ¿Se siente usted descansada?
– No mucho, ¿por qué?
– No, por nada; me parecía como verla a usted un poco pálida y ojerosa.
– Sí, quizá tenga usted razón, a veces no se puede disimular la fatiga, hay hombres y mujeres que incluso presumen de fatigados.
Miquel Enric Poch i Barberá, es nombre supuesto, alias Beltranete, es apodo supuesto, también hijo, como el del remo de trainera, del primer matrimonio de mi marido, murió de sida, la poesía lírica tiene sus servidumbres, descanse en paz, la afición de Beltranete, su irrefrenable tendencia, la heredó de su madre, la primera mujer de mi marido, Julita Michaux, es nombre supuesto, que sí era lesbiana, según pude entender en determinados círculos vaticanos.
Es irritante pensar que unos rollos de papel de retrete marca La Condesita hayan podido ser la causa de esta crónica de sucesos amargos, ahora sólo falta echarle los lebreles al rastro de Matty López, si fuésemos capaces de juntar este fin con aquel principio no moriríamos nunca, el que se agarra a la rueda de la vida no deja resquicio por el que la muerte pueda colarse, la rueda es la representación de la vida eterna. Ruego encarecidamente que se me dispense de volver a narrar de nuevo el asesinato ritual de Felipa Carballo, es nombre supuesto, la segunda mujer de mi marido, yo no quiero más tratos con la policía, antes preferiría la lenta y suspiradora muerte por inanición, yo no quiero ni pensar siquiera en la sangre de Felipa poniéndolo todo dulcemente perdido. Contra lo que se piensa, no es cierto que los demonios sean machos y sirvan de correo a las mujeres, ni los ángeles ni los demonios tienen sexo, aunque a veces se les represente con atributos masculinos, minúsculos y débiles pero masculinos, Jaime Vilaseiro, el marido de Matty, es un pobre piernas que se defiende porque no lo sabe, que se va defendiendo amparado por la coraza de la ignorancia.
– Escucha lo que te voy a preguntar, Norah Jefferson la Pálida, ¿por qué sonríes a quien te da de comer?, ¿por qué te pliegas con tan manso y administrativo acatamiento a las monsergas de los poderosos de ambas especies, los efímeros, presidentes, ministros, alcaldes, y los permanentes, obispos, generales, banqueros?
– Lo ignoro, Beltrán Bonaparte el Inquieto, a mí también me defiende el estado de angélica ignorancia.
La Orensana, doscientas y la cama, se pasa las horas muertas trasegando ginebra en el bar Cartagena, el cuartel de Manolita Matueca es el bar Yenka, Manolita Matueca le da al vermú, es incansable, don Valentín el de correos practica más el tapadillo, a él no se le ve nunca por estos bares de mala nota, no tengo más remedio que mentir para que se callen Paula Fields y los ejecutivos de Gardner Publisher Co., en esto de mentir cuenta mucho el entrenamiento, hay mentiras hermosísimas y nobles y verdades herméticas y desagradables.
– ¿Me crees tan miserable como para no tener más medicina que la esperanza, como dice el inglés?
– ¡Otra vez el inglés! ¿Qué inglés?
– Eso carece de importancia, repara en que es lo de menos y procura responder mi pregunta.
– ¡Yo qué sé!
Pichi López intentó violar a la chica de la droguería, a Luisa la de la sombrerería, a Merceditas la del estanco, a Olvido la de los cruasanes y a María Juana la telefonista de los taxis, era incansable, no llegó a violar a ninguna porque todas gritaron y se le escurrieron, pero probó suerte con las cinco y quizá con alguna más, hasta que la ferrolana Matilde lo metió en vereda fue un evidente peligro para el vecindario, si cualquier padre o hermano o novio lo hubiera deslomado a bastonazos él se habría estado quietecito, ¡vaya que sí!, ni lo dude siquiera, ése es un lenguaje que se entiende muy bien, lo que pasa es que ahora la gente ya no gasta bastón y además habla de los derechos humanos.
– Tengo en la punta de la lengua lo que dijo doña Leocadia cuando falleció tu tía Marianita, vo creo que puede venirme a la cabeza en cualquier momento.