– ¿Quiere usted que siga enumerando posibilidades?
– Sí, una más, sólo una más.
Admito que a la cruz de San Andrés pueda llevársela por delante la costumbre, estamos aún muy lejos de que esto sea así, pero la costumbre podría barrerla e incluso hacerla astillas; mientras el hambre se ensañe con los negros que se resisten a admitirla como norma, la cruz de San Andrés seguirá siendo el inútil símbolo de todos los despropósitos gratuitos.
– ¿Puedo descansar un poco?
– Sí, tómese una semanita entera, la verdad es que se lo merece.
El abuelo de Matilde Verdú fue militar, era teniente coronel de carros de combate, el arma es caballería, y murió en el cumplimiento del deber durante la guerra civil, lo mataron en el frente de Valsequillo, Córdoba, le pegaron un tiro en el vientre y murió sin que diera tiempo de llevarlo al hospital, murió por el camino. Robert, a los dos años de divorciarse, se casó con una chica que se parecía muchísimo a Betty Boop, eso no es norma general pero casi, a eso le falta poco para ser norma general, eso es algo que suele pasar, se conoce que remuerde menos la conciencia porque se supone que la traición es más llevadera.
– ¿Recuerda usted el nombre de la nueva mujer de Robert?
– No, lo supe pero se me olvidó, sólo recuerdo que era de Tuy y puede que pariente de don Manuel, el cónsul de Portugal.
Fernando Gambiño no tuvo suerte porque le dieron garrote sin esperar a que lo matase la cirripona que llevaba a cuestas, él no lo sabía, ni el juez, ni el verdugo tampoco, pero Dios sí, a Dios no se le oculta nada y menos las decadencias, los hundimientos y los derribos, por Torregamones, por Fermoselle y por Formariz llaman cirripona al cáncer de hígado, esto de los nombres de las enfermedades es muy aventurado y huidizo, se escapa frecuentemente de los lexicones y hasta de los usos, a Loliña Araújo, Faneca, le mordió el cangrejo venenoso del zaratán y se murió a los tres meses, se conoce que ya venía arrastrando la miseria desde hace algún tiempo, la esquela mortuoria fue del mismo tamaño y muy parecida a la de Clara, sólo variaban los nombres y las fechas; Baldomero, el sacristán de Santa Lucía, le mandó decir una misa a sus expensas, el recuerdo de los actos deshonestos obliga a mucho. Fran, el hermano de Betty Boop, es Simón Pedro, lo convenció en seguida Julián Santiso, no tuvo que esforzarse demasiado, y remató la labor Salustiano Balado Abeijón, el que fecundaba a Matty con la semilla del bien, todos los caminos son buenos para acceder a la paz del espíritu y al encuentro con el Uno a través del misticismo de entrega, te doy todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que pudiera tener a cambio de que fortalezcas mi espíritu en la obediencia, es tuyo todo lo que me pidas, mi cuerpo y mi alma, mi corazón y mi voluntad, y mi único deseo es complacerte para que puedas seguir guiándome a través de la incertidumbre y la tiniebla, amén, liberemos nuestras potencias a través de la doctrina del pensamiento, amén, declaro contigo que en la Escuela de Albores reposa la única verdad, amén. A las vagabundas las preña el hambre y la desventura, Betty Boop quedó preñada cuatro veces más, ella no sabe de quién, siempre hay un marinero que no tiene donde dormir, con la bolsa vacía tampoco cabe en un prostíbulo, primero parió un varón que se le murió al nacer, no llegó a tener nombre, Betty Boop estaba muerta de risa porque no sabía cómo se llamaba, después tuvo dos gemelitas que vendió a un matrimonio de Redondela, son muy monas y van muy bien vestidas y alimentadas, no sé los nombres porque los padres adoptivos tampoco dan mayores facilidades, lo llevan todo con mucha discreción; Betty Boop pasa algunas temporadas en Conjo, la encierran de vez en cuando, sufre, le dan electrochoque, la escarnecen y se escapa, con la camisa de fuerza o atada al camastro te pueden escupir en los ojos y mear en la cara, en los manicomios nadie tiene defensa, ni siquiera los médicos y los loqueros, Betty Boop no parió en Conjo ni atenazada por la camisa de fuerza, casi no se puede respirar, en esto tuvo más suerte que Margaret Falmouth, la inglesa que parió en la cárcel sin que le soltaran las esposas, otros dicen que se llamaba Karen Tavistock.
– ¿Y Ana Barnstaple?
– También.
– ¿Y Mary Berriedale, que chupaba la sangre a los niños en los acantilados de Sennen y de Botallack?
– También, en esto hay cierta abundancia, cierta variedad.
Becky y su novio viven juntos y se llevan bien, parece que se llevan bien, al margen de cómo se lleve la pareja a esto se le llama ahora relaciones prematrimoniales, Becky y su novio no se atreven a tener hijos, les da miedo, hay casos en los que es mejor no tener hijos, yo creo que la maternidad vuelve locas a las mujeres de esta familia, las desequilibra y las trastorna, tampoco soy el único que lo cree, no hay que insistir ni ser nunca crueles; Roque Espiñeira es buen muchacho, es trabajador, tiene una conducta correcta y lleva una vida monótona y ordenada, para ayudarse da clases particulares a niños ricos que no llevan bien E.G.B. o B.U.P o C.O.U., para Dámaso Alonso vivimos en el siglo de las siglas, esto lo repetía siempre el pobre Lucas Muñoz, lo malo es que el vicioso amor a las siglas se le imponga a los españoles desde el bachillerato, física, ciencias sociales, inglés, claro, latín, con moderación, lo que sea, si algún tema no se lo sabe bien se lo repasa antes, Becky se aburre a veces pero se aguanta, el ejemplo de sus hermanas pesa mucho, Matty, cuando Becky era niña pequeña, la trataba como a una muñeca, Matty fue siempre muy maternal, más que Betty Boop. No te dejes engañar nunca por la tristeza ni por la ternura, tampoco por cualquier otra virtud de pobre, por ninguna otra virtud de esclavo, la mendicidad es un instinto y la serenidad de juicio y la sabiduría adivinada son dos de las cinco inercias de los triunfadores, las otras no se deben pregonar a los cuatro vientos, antes de la Revolución Francesa arábamos la tierra las mujeres y no los bueyes, convendría repetir constantemente esto que acabo de decir.
– ¿Usted confunde o identifica al hombre con el pensamiento?
– Sí, sin duda, y se lo demostraría si dispusiésemos de tiempo, lo que no puedo es argumentar contrarreloj.
No fue Jesusa Cascudo sino Matilde Verdú la mujer que se ayudaba haciendo de señora de compañía de mi tía Marianita, a veces las cosas quedan medio confusas y conviene explicarlas mejor, Jesusa Cascudo no era muy agraciada y se tenía que conformar, ¡a la fuerza ahorcan!, con pecar sólo con el pensamiento, ni la vida ni la muerte se pueden conducir por el obediente senderillo argumental de la costumbre, Matilde Verdú tose constantemente, si no está tísica ya debe faltarle poco, Isidoro Méndez Gil, el hermano del joyero suicida, se reserva todos los derechos sobre la periodicidad y el ritmo de sus deyecciones, no es admisible que los gobernantes quieran regir nuestro más íntimo regimiento, el paternalismo no puede llegar hasta esos humillantes extremos.
– Puede usted seguir con su monótona melopea.
– Gracias, señor. Yo no soy sino una mujer de agrio y desabrido carácter, reconocer las verdades es casi siempre doloroso, pero yo prefiero pregonarlo a tragármelo, yo soy una mujer desmoralizada y con muy poca resignación a quien gustan todos los machos, pero no lo puedo decir en voz alta, declaro que soy rica en aprensiones y pobrísima en sentimientos, vo ya no puedo hacer más cosa que dejarme llevar por la vida hasta la muerte, nadie se regodea jamás bastante en el encanto de las estaciones intermedias, ya no deseo gobernar mi cabeza ni sonreír al déspota que nos perdona la vida cada mañana, sólo me queda agradecer la caridad y dejarme comer por el vergonzoso insecto de la murmuración, de la adiestrada e inclemente murmuración, yo hago oídos sordos al rumor de la mar, ese eco difuso que me acompañará aún después de muerta, no es verdad que Eva está poseída por el Enemigo Malo, el color de su piel indica que el demonio todavía no prendió del todo en su corazón, hago un verdadero esfuerzo por suponer que los más espinosos problemas pueden tener arreglo si confiamos en la infinita misericordia del Todopoderoso expresada en los clementes y reconfortadores abrazos de paz del líder, Amancio Jambrina el Bello, Amancio Villaralbo el Fuerte, Amancio Moreira el Inteligente, Amancio Sande el Perifollo, Amancio Restande el Carabinero, Amancio Codesido el Ágil, yo me llamaré para siempre y a partir de este mismo momento Adoración Cordero Chousa, hija de Fabián Espantoso Arcade, celador de telégrafos, y de Celia Naveira Loureiro, sus labores. Me basta con haber reducido a escombros mi soberbia y ya queda dicho cuanto tenía que decir.