En el colegio tuvo ocasión de interpretar el papel de la señora Erlytine en "El abanico de lady Windermere" de Oscar Wilde y el de Wendy en el "Peter Pan" de Barrie.

En el transcurso de su tercer año de estudios, sin que sus padres lo supieran, se presentó a un concurso de belleza y resultó vencedora. Parte del premio consistía en un viaje a Nueva York al objeto de realizar un anuncio para televisión por cuenta de un fabricante de géneros de punto.

El anuncio tuvo tanto éxito que a Sharon la animaron a abandonar los estudios e iniciarse en la carrera de actriz de televisión. Aparte, un profesor particular de arte dramático le dio lecciones según el método Stanislavsky.

Un día, junto con otras jóvenes actrices, pasó modelos de traje de baño en el transcurso de una fiesta benéfica que tuvo lugar en el Plaza.

Resultó que había allí un agente de Hollywood acompañado de su esposa, éste vio inmediatamente la posibilidad de convertir a Sharon Fields en una estrella.

Le preparó una prueba cinematográfica y los estudios la contrataron para un año con un sueldo muy reducido.

Se la llevaron a Hollywood, donde interpretó un pequeño papel en una película de "suspense" llamada ''El hotel del terror".

El papel era el de la novia de un gángster. Sólo aparecía en dos escenas. El resto ya lo sabéis.

El pequeño papel produjo una avalancha de cartas de admiradores, hombres en su mayoría, como jamás había recibido cualquier estrella consagrada. Sharon firmó inmediatamente un contrato a largo plazo. Y ahora, veintitrés películas más tarde, se ha convertido en la máxima estrella y el máximo símbolo sexual de toda la historia cinematográfica.

– Malone se detuvo para recuperar el resuello y para rebuscar entre sus papeles más detalles acerca de la carrera de Sharon-.

En cuanto a algunas de las películas en que…

– Ya basta -le interrumpió Shively-.

No es necesario que nos convenzas de lo extraordinaria que es. No somos tontos. Lo sabemos. Pudimos verlo anoche con nuestros propios ojos. No hemos venido aquí para eso.

Por lo que a mí respecta, lo que quiero es saber algo más acerca de la vida sexual de esta mujer.

Apuesto a que tiene una vagina más grande que una lancha de desembarco.

– ¿Su vida sexual? -preguntó Malone-. Muy bien. Sus relaciones con distintos hombres son del dominio público. Es una de las mejores cualidades de Sharon.

No tiene nada que ocultar. Es muy sincera a propósito de todo lo que hace o ha hecho. En cuanto a los hombres, bueno, ha estado casada dos veces, las dos veces siendo una chiquilla y las dos veces muy rápidas.

La primera vez fue con un universitario que se alistó en el ejército al poco tiempo de haberse ella graduado, lo cual sucedió al mes de haber contraído ambos matrimonio. Fue enviado al Vietnam y le mataron allí.

Poco tiempo después se casó con el agente buscador de talentos que la había descubierto, se llamaba Halen. Se había librado de su primera esposa por Sharon pero, al llegar a Hollywood, se divorciaron. Creo que este último matrimonio sólo duró seis meses.

– Por lo menos ya sabemos que no es virgen -dijo Yost riéndose estúpidamente.

– El matrimonio no es necesariamente una prueba de pérdida de la virginidad -dijo Brunner muy en serio.

– Bueno, creo que no debemos preocuparnos por eso -dijo Malone-.

Aunque no me atrevería a llamar descocada a nuestra chica, creo que ésta siempre se ha comportado en la vida de acuerdo con sus sentimientos y sin inhibición alguna.

Siempre ha sido una hedonista. Jamás ha reprimido sus necesidades sexuales. Siempre las ha satisfecho.

Ya habéis leído los reportajes de sus relaciones amorosas y acerca de su tendencia a acostarse con hombres famosos publicados en las primeras planas de los periódicos.

Ha habido por lo menos media docena de escandalosas relaciones aireadas a los cuatro vientos. Tres de ellas tuvieron lugar con famosos actores, dos de los cuales estaban casados.

Después hubo un púgil, un campeón de peso semipesado. Después un multimillonario perteneciente a la alta sociedad de Boston. Después -ya lo recordáis-aquel apuesto senador del Medio Oeste.

– Sí -dijo Brunner-.

Su esposa se divorció de él y le estropeó la candidatura al presentarse él a la reelección.

– Y sus últimas relaciones -quiero suponer que habrán sido unas relaciones-con el actor británico Roger Clay -dijo Malone-. Decían que iba a casarse con él. Al parecer, tuvieron una disputa y él regresó a Londres.

Ella tiene el propósito de trasladarse a Londres el veinticuatro de junio -faltan unas seis semanas-pero no creo que se proponga verle. De todos modos, podemos suponer con bastante fundamento que en la actualidad no está sexualmente activa.

Y también podemos suponer que le gusta estar sexualmente activa.

– ¿Y quién lo dice? -preguntó Shively removiéndose en su asiento.

– Es del dominio público -repuso Malone-. Ella no lo oculta.

Leí el informe de un psiquiatra acerca de la actitud de Sharon en relación con la sexualidad.

Dice muchas cosas. Desde su primera infancia, a pesar del ejemplar ambiente en el que creció, por el motivo que sea siempre ha carecido de confianza, siempre se ha sentido insegura e inadaptada.

Una forma de adaptarse, de ser aceptada por los demás, es la de procurar ser deseada por los hombres.

Es lo que dijo un famoso fotógrafo a propósito de Marilyn Monroe.

"Cuando conocía a un hombre no lo sabía, se sentía segura y a salvo sólo cuando sabía que aquel hombre la deseaba. Por consiguiente, toda su vida se encaminaba a la provocación de este sentimiento.

La única forma que conocía de hacerse aceptar era la de hacerse desear. Y lo mismo sucedía con la máquina fotográfica. Procuraba seducirla como si fuera un ser humano". ésa es Sharon Fields.

– Demonios -murmuró Yost levantándose para volver a llenarse el vaso.

– Ya véis de la clase de persona de que se trata -dijo Malone.

– Todo eso me parece muy bien -dijo Yost preparándose otro whisky-.

Nos has demostrado que la señora es casquivana. Nos has dicho que ella no lo oculta. Pero no nos has demostrado en absoluto que accediera a acostarse con hombres como nosotros, con hombres que no sean magnates cinematográficos, apuestos actores, multimillonarios o políticos, ésa es la prueba que queremos escuchar.

– Eso queremos escuchar -repitió Shively-.

Deja de andarte por las ramas, hijo. Queremos que nos lo demuestres o que calles la boca de una vez por todas.

– Os estaba poniendo en antecedentes, os estaba aleccionando para abriros el apetito -les explicó Malone-. Tengo la mercancía. Os prometí una prueba. Ahora podréis verla.

Sin más palabras, Malone tomó una abultada carpeta de papel manila, se levantó, extrajo toda una serie de recortes y se los entregó a Yost, que los aceptó y cruzó la estancia para ir a sentarse y leerlos.

Malone le entregó otro montón de recortes a Brunner y después le entregó a Shively la carpeta con el resto de los recortes.

Mientras los tres empezaban a leer los recortes, Malone se situó en el centro de la habitación para observar sus reacciones y esperar su veredicto.

Después, sin poder contenerse por más tiempo, Malone prosiguió mientras los demás seguían leyendo y le medio escuchaban.

– Tal como ya os he dicho, he seguido la carrera de esta muchacha desde el principio.

Conozco todos los matices de lo que dice, los cambios más sutiles de sus actitudes.

Podéis creerme; en mi calidad de primer espectador mundial de Sharon, no hay nada que pueda pasarme inadvertido. Por consiguiente, podéis creerme si os digo que de un año o dos a esta parte he observado un drástico cambio en Sharon Fields.

Era lo que vosotros pensáis que es: una muchacha que sólo aceptaría por amantes a los famosos, a los ricos y a los poderosos. Pero eso ya ha terminado. Ya no existe.