El Mecánico me increpó por ser un aguafiestas y no participar en las actividades del grupo. Ello, en sí mismo, no hubiera bastado para apartarme de la lectura.

Pero al recordarme el Agente de Seguros que yo era el presidente del Club de los Admiradores y tenía la obligación de participar, comprendí que tal vez estaba obligado a conservar la unidad social del grupo anteponiéndola a mis egoístas intereses individuales.

Yo les dije que consideraría la posibilidad de unirme a ellos si jugábamos a la banca y no ya, al póker.

Les dije que era contrario al juego y que en el póker suele dominar el afán de dinero en detrimento de la habilidad y la distracción.

Los demás no se opusieron y me uní a ellos para jugar sobre la mesa del comedor.

El Mecánico preparó sendos tragos para sí y para el Agente de Seguros.

El Perito Mercantil y yo nos abstuvimos de beber.

Empezamos la partida llevando la banca el Perito Mercantil. El Mecánico, que siempre se toma todos los juegos en serio y es muy mal perdedor, jugó concentrándose mucho y sin apenas hablar.

De esta forma nos marcó a todos la pauta y nos dedicamos a barajar, a pasar y a jugar en suma casi en silencio.

Pero, al cabo de tres cuartos de hora, tal vez porque estaba a veinte puntos de su más inmediato oponente, o tal vez porque el alcohol le había soltado la lengua (para entonces ya se había tomado tres tragos), el Mecánico empezó a referirse a la sexualidad en general y al Objeto en particular.

Ahora, quince horas más tarde, no estoy en condiciones de recordar con exactitud todas las palabras que se pronunciaron, pero poseo una excelente memoria que me permite recordar el meollo de cualquier conversación en la que haya intervenido y estoy seguro de que lo que estoy poniendo sobre el papel constituye un fiel reflejo del espíritu que presidió anoche nuestra discusión.

Ingiriendo ruidosamente whisky, el Mecánico inició la conversación que tan siniestro sesgo adquiriría al final.

"Mirad, todos nos hemos estado contando lo colaboradora que se muestra la tía (es decir, el Objeto), lo estupenda que es y lo bien que nos lo estamos pasando con ella -dijo-.

Muy bien, eso es cierto y yo he sido el primero en reconocer que me gusta. Y lo sigo diciendo.

Por consiguiente, no vayáis a interpretar mal lo que os voy a decir. No reniego de nada que haya dicho antes. Sigo afirmando que está muy bien dotada, que está construida como es debido y que, es muy apasionada.

Pero permitidme que os diga que pensando en las dos últimas veces si me paro a reflexionar, bueno, tengo que decir que, cuando te metes allí abajo, reconozcámoslo a oscuras son todas iguales. Quienquiera que lo dijera dio en el blanco".

"Lo dijo Benjamín Franklin -le interrumpí yo-. Al aconsejar a un joven amigo, escribió que una vieja es preferible a una joven y, al poner sus razones, afirmó que las arrugas y el aspecto no importaban porque, "cubriendo la parte de arriba con un cesto y examinando sólo lo que hay de cintura para abajo, es imposible adivinar si una mujer es joven o vieja".

Y después añadió: "De noche todos los gatos son pardos ".

"Eso de que las viejas son mejores es una idiotez -dijo el Mecánico-, pero nuestro amigo Benjy tenía razón al decir que a oscuras son todas iguales, y eso es precisamente lo que yo estaba diciendo.

Si lo pensarais un poco, me daríais la razón.

Porque tenemos en nuestro poder al supernido de la sexualidad, todo el mundo se gasta miles de millones para verla y soñar con ella, y nosotros la tenemos aquí con nosotros y ¿a qué se reduce todo? Tenemos a una muchacha muy bien equipada, es cierto. Pero también lo están cientos de otras mujeres que he conocido.

Y, en cuanto a la diversión, ¿qué tiene ella que no tengan otras? Quiero decir que, una vez te has acostado con ella una docena de veces, acaba agotando los trucos y ya sabes lo que tiene y lo que puede darte, y entonces te das cuenta de que es lo mismo que puede darte cualquier otra mujer con quien te hayas acostado, sólo que ésta no es tan famosa ni ha sido objeto de tanta publicidad.

¿No os parece? ¿Qué os da una superestrella que no os dé cualquiera de las demás? Pensadlo bien. Son los mismos pechos, los mismos traseros, los mismos manguitos apretados, los mismos trabajos de mano y a la francesa, los mismos gritos, en nada distintos a los que he conocido con cientos de otras mujeres con quienes me he acostado, desde secretarias y camareras hasta mujeres de la alta sociedad.

Es más, si queréis que os diga la verdad, en más de una ocasión me he acostado con bocados mucho mejores que esta tía tan famosa".

Me irrité ante la injusta parrafada del Mecánico pero no dije nada y preferí escuchar la opinión de los demás.

Sentía curiosidad por saber si se atreverían a manifestar su opinión. Para mi asombro, el Perito Mercantil fue el primero en hablar y dijo lo siguiente: "Como es natural, yo no tengo la misma experiencia que algunos de vosotros en materia sexual, pero, basándome en mis conocimientos, yo diría que las cualidades de nuestra invitada son muy superiores a las corrientes y, en cierto sentido, bastante especiales.

La encuentro muy atractiva, bien proporcionada, interesante y complaciente. Además, posee un grado impresionante de experiencia y una admirable afición a la variedad sexual.

Considero que se trata de algo que puede apreciarse mejor en el caso de que lleves casado mucho tiempo con la misma mujer. Claro que cuando uno disfruta de un soberbio banquete todas las noches, tal como nos ha ocurrido a nosotros, se acaba perdiendo un poco el apetito.

Si se consume habitualmente, hasta el más apreciado bocado de “gourmet” se convierte en una cosa vulgar, ésa es la trampa. Lo reconozco.

– carraspeó y terminó la frase-y tal vez, en cierto sentido, sea en esencia lo que nuestro amigo ha estado diciendo.

Cuando anoche abandoné su lecho, tras habérmelo pasado de maravilla, mientras bajaba por el pasillo empecé a pensar en la muchacha desnuda de que os hablé una vez, aquella a quien fotografié y con quien mantuve relaciones sexuales en el salón Malrosa.

No hacía más que pensar en ella".

"De noche todos los gatos son pardos", repitió el Mecánico con voz de aburrimiento.

Esperé a que hablara el Agente de Seguros y éste así lo hizo: "Me fastidia tener que mostrarme de acuerdo con mi amigo de Tejas pero, puesto que estamos hablando con toda sinceridad, creo que no tengo más remedio que mostrarme de acuerdo.

Sí, esta tarde lo he estado pensando un poco, incluso en los momentos en que me encontraba en su compañía.

Me parece estupendo, magnífico pero, ¿dónde está la novedad? Las primeras veces, sobre todo cuando decidió colaborar, me parecía emocionante y distinto porque, bueno, supongo que por ser quién es y, además, porque se trata de alguien que desea todo el mundo.

Pero una vez se desvanece la novedad y el misterio, no tienes más remedio que reconocer que no es mejor que muchas mujeres de que hayas gozado antes.

Es más, esta tarde estaba pensando bueno, una vez me hube serenado, claro que no es ni mucho menos tan buena como algunas prostitutas que he tenido ocasión de conocer.

Y que conste que no la menosprecio. Puede codearse con las mejores. Pero cuando ya te has saciado de una cosa, estás en condiciones de verla desde otra perspectiva.

Y te dices: está muy bien pero no la considero superior a cualquier otra muchacha.

Mirad, os confesaré una cosa. Esta tarde ni siquiera me apetecía ir. Lo hice porque me pareció que estaba obligado. Pero sabía que vería lo que ya había visto otras veces no sólo en ella sino también en otras. Sabía que haría lo que ya ha hecho otras veces y lo hizo.

Me lancé a ello pero no me emocioné demasiado. Es más, lo que más me apetecía era la partida de cartas de esta noche".

Ya había llegado el momento de que manifestara mi opinión y lo hice con firmeza, lealtad y corrección.