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Él se apartó de ella y se fue directamente hacia la puerta.

– ¿Rhage? – Ella cogió su camisón y se lo puso mientras salía tras él.

Fuera en el pasillo él se paró para juntarse los pantalones y Mary casi gritó. El tatuaje estaba vivo. La cosa se había levantado sobre su espalda, el diseño se alzaba en las sombras.

Y se movía aun cuando él estaba fuera. El gran dragón bulló mientras la miraba fijamente, la cabeza y los ojos dirigidos hacia ella mientras su cuerpo se ondulaba.

Buscaba una salida.

– ¡Rhage!

Él salió como una bala, bajando al vestíbulo y desapareciendo por una puerta oculta bajo la escalera.

Rhage no dejó de correr hasta que estuvo dentro de las instalaciones de entrenamiento. Cuando pasó por el vestuario, perforó las puertas al abrirlas y fue hacia la ducha común. Conectó una de las duchas, se deslizó hacia abajo sobre los azulejos y se sentó bajo el chorro de agua fría.

Era todo tan terriblemente claro. Las vibraciones. Los murmullos. Siempre alrededor de Mary, sobre todo si estaba excitada.

Dios, no sabía por qué no lo había entendido antes. Tal vez no quería evitar la verdad.

Estando con Mary era diferente porque…él no era el único que quería hacer el amor con ella. La bestia la quería también. La bestia quería salir para poder tomarla.

Capítulo 42

Cuando Bella llegó a casa no podía estarse quieta. Después de haber escrito en su diario durante una hora, se puso unos vaqueros, una camiseta y su parka. Afuera, la nevisca caía de forma desorganizada, haciendo girar los remolinos de aire frío.

Cerrando la cremallera de la parka, anduvo sobre la alta hierba y desigual del prado.

Zsadist. No podía cerrar los ojos y no verlo estar de espaldas en aquel cuarto de baño.

Destrozado. No roto.

Se paró y miró la nieve.

La había dado su palabra de que no lo volvería a molestar, pero no quería mantener la promesa. Dios la ayudara, quería intentarlo otra vez con él…

En la distancia notó que alguien andaba en los alrededores de la casa de Mary. Bella se puso rígida por el miedo, pero entonces vio una melena oscura, por lo que no era un lesser.

Obviamente Vishous estaba trabajando en la instalación del sistema de seguridad. Lo saludó con la mano y fue hacia allí.

Después de haber hablado con V en la fiesta, le había gustado tremendamente. Tenía la clase de capacidad mental que por lo general aspiraba hacia las habilidades sociales de un vampiro, pero con aquel guerrero, tenías el paquete entero. Era atractivo, omnisciente, poderoso, la clase de hombre que te hacía pensar en bebés solo para guardar su ADN en el fondo genético.

Ella se preguntó por que llevaba aquel guante de cuero negro. Y sobre los tatuajes que tenía en el lado de su cara. Tal vez le preguntaría sobre ellos, si le parecía bien.

– Pensaba que no tendrías que terminarlo ahora. -Le dijo cuando pasó por la terraza. – Que pasa con Mary…

La figura de cabello oscuro que iba hacia ella de frente no era Vishous. Y esto no estaba vivo.

– ¿Jennifer? -Le dijo el lesser maravillado.

Durante una fracción de segundo Bella se congeló. Entonces ella se dio la vuelta y corrió, moviéndose rápidamente sobre la tierra. No tropezó; no vaciló. Era rápida y estaba segura mientras cruzaba el prado, aun cuando estaba aterrorizada. Si pudiera llegar a casa, podría encerrarse y dejar fuera al lesser. Cuando él entrara por la ventana, ella ya estarías en el sótano donde nadie podía llegar. Llamaría a Rehvenge y cogería el túnel subterráneo que llevaba al otro lado de la propiedad.

El lesser estaba detrás suyo- podía escuchar el sonido de sus largos pasos y el crujido de la ropa – pero no había terminado cuando se precipitó al otro lado del césped crujiente, helado. Guió sus ojos hacia las alegres luces de su casa, provocando a sus músculos para correr más.

El primer dolor la golpeó en el muslo. El segundo en medio de la espalda, en la parka.

Sus piernas se endentecieron y sus pies parecían aletas de gran tamaño. Entonces la distancia que tenía que recorrer era mayor, se extendía infinitamente, pero continuó de todos modos. Cuando se dirigió a la puerta trasera, serpenteaba. De alguna forma, entró dentro, pero luchó contra la cerradura con los dedos que tenía sin fuerza.

Cuando se giró y se fue tambaleándose hacia el sótano, el sonido de de que las puertas de la ventana estaban siendo golpeadas era da alguna manera extrañamente tranquilas, como si estuviera pasando en algún lugar lejano, muy lejano.

Una mano le atrapó el hombro.

El impulso bélico fue fuerte en ella y se armó de valor, pegándole al lesser con el puño cerrado. Momentáneamente él se quedó atontado y luego él la golpeó en la espalda, enviándola al suelo. La giró y la golpeó otra vez, la palma abierta sobre su pómulo, golpeando su cabeza sobre el suelo.

Ella no sintió nada. Ni la bofetada, ni el golpe en la cabeza. Lo cual fue bueno por que no la distrajo cuando le mordió el brazo.

Agitándose juntos, golpearon la mesa de la cocina, dispersando las sillas. Se liberó cogiendo una de las cosas y lo golpeó en el pecho con el Disorientated, jadeante, avanzó lentamente distanciándose.

Su cuerpo se agotó al pie de la escalera del sótano.

Estando tendida allí, estaba consciente, pero incapaz de moverse. Tenía un vago pensamiento sobre que algo le goteaba sobre los ojos. Probablemente su propia sangre, tal vez un poco de la del lesser.

El alcance de su visión giraba a su alrededor mientras estaba tendida.

Examinó la cara del lesser. Cabello negro, ojos marrones pálidos.

Buen Dios.

El asesino estaba llorando cuando la levantó del suelo y la acunó entre sus brazos. La última cosa de la que fue consciente, fue la vista de sus lágrimas cayéndole sobre la cara.

Ella no sintió absolutamente nada.

O sacó con cuidado a la mujer en la cabina del camión. Deseaba por todos los infiernos no haber estado de acuerdo en dejar su lugar de esa manera podría vivir en el centro de persuasión. Habría preferido mantenerla lejos de los otros lessers, pero hombres otra vez, si estaba aquí sería capaz de asegurarse de que no escapaba. Y si cualquier otro asesino se acercaba a…bien, utilizaría los cuchillos.

Mientras pasaba a la mujer por la puerta, le miró la cara. Se parecía a su Jennifer. Ojos de diferente color, pero la cara en forma de corazón. La espesa cabellera oscura. El delgado cuerpo, perfectamente proporcionado.

En realidad, ella era más hermosa que lo que había sido Jennifer. Y golpeaba con más dureza también.

Puso a la mujer sobre la mesa y tocó la magulladura de su mejilla, la herida del labio, las señales sobre su garganta. La lucha había sido tremenda: por todos los medios, sin ahorrar nada, ninguna parada hasta que él ganó y sostuvo su cuerpo entre sus brazos.

Mirando fijamente a la vampira, recordó el pasado. Siempre había tenido miedo de ser el que mataría a Jennifer, que alguna noche todos esos golpes cruzarían la línea. En cambio había terminado por asesinar al conductor que le había clavado el coche de frente. El bastardo había estado bebido sobre las cinco de la tarde y ella solo volvía a casa del trabajo.

Llevarse a su asesino había sido fácil. Había encontrado donde vivía el tipo y había esperado que llegara a casa en busca de mierda. Entonces le había golpeado la cabeza al hombre con el hierro de los neumáticos y lo había empujado por las escaleras. Con el cuerpo enfriándose, O había conducido hacia el norte y al este, todo el camino atravesando el país.

Donde había caído en la Sociedad.

Un coche paró fuera. Rápidamente recogió a la mujer y la llevó a uno de los agujeros. Después de colocar el dogal alrededor de su pecho, abrió la tapa de uno de ellos y la dejó caer en su interior.

– ¿Conseguiste otro? – Le preguntó U cuando entro dentro.