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– Has visto al Fade. -Murmuró él, intimidado.

– ¿El Fade?

Él asintió. -Al menos, así es como lo llamamos.

Ella negó con la cabeza, claramente indispuesta de ir más lejos con el sujeto. -De todas formas, hay mucho que no entendemos sobre este mundo. ¿Los vampiros existen? Esto es sólo una cosa más.

Cuando él no dijo nada durante un ratito, ella le echó un vistazo. -¿Por qué me miras así?

– Eres un wahlker. -Dijo él, sintiendo como si debiera levantarse e inclinarse ante ella, como una costumbre.

– ¿Un wahlker?

– Alguien quien ha ido a otro lado y ha vuelto. De dónde yo vengo, ese es un título de distinción.

El teléfono móvil sonó y ambos giraron sus cabezas. El sonido venía de dentro del petate.

– ¿Podrías traerme aquel bolso?-preguntó él.

Ella se inclinó e intentó levantarlo. No pudo. -¿Por qué no te doy solo el teléfono?

– No. -Él luchó por ponerse de rodillas. -Sólo déjame…

– Rhage, lo conseguiré…

– Mary, para. -Le ordenó él. -No quiero que lo abras.

Ella retrocedió ante la cosa, como si estuviera llena de serpientes.

Con una sacudida él metió su mano dentro. En cuanto encontró el teléfono, lo levantó y se lo puso al oído.

– ¿Si? -Él ladró, cerrando parcialmente la cremallera del petate.

– ¿Estás bien? -Dijo Tohr. ¿Y dónde infiernos estás?

– Estoy bien. Sólo que no estoy en casa.

– Ninguna mierda. Cuando Butch no te encontró en el cuarto de gimnasia y tampoco en la casa, se preocupó y me llamó. ¿Necesitas que vayamos a buscarte?

– No. Estoy bien dónde estoy.

– ¿Y dónde está eso?

– Llamé a Wrath la pasada noche y no me ha contestado. ¿Está en los alrededores?

– Él y Beth se fueron a un lugar íntimo en la ciudad. Ahora, ¿dónde estás? – Cuando no hubo una rápida respuesta, la voz de sus hermanos cayó un poco más abajo. -Rhage, ¿qué infiernos estás haciendo?

– Sólo dile a Wrath que lo estoy buscando.

Tohr maldijo. -¿Estás seguro de que no necesitas que vayamos a buscarte? Puedo enviar un par de doggen con una bolsa de cuerpo plomada.

– Nah, estoy bien. – Él no iba a ninguna parte sin Mary. -Más tarde, hombre.

– Rhage…

Colgó y el teléfono sonó otra vez inmediatamente. Después de comprobar la ID, él dejó a Tohr dejar un mensaje en el buzón de voz. El dejó la cosa a su lado en el suelo cuando su estómago se quejó.

– ¿Quieres que te consiga algo de comida? -Le preguntó Mary.

Él la miró un momento, atontado. Y luego tuvo que recordarse que ella no sabía la intimidad que le ofrecía. De todas formas la idea de que ella le honrara con el alimento que le prepararía con sus propias manos lo dejaron sin aliento.

– Cierra tus ojos para mí. -Le dijo él.

Ella se puso rígida. Pero cerró los párpados.

Se inclinó hacia delante y presionó sus labios suavemente sobre los suyos.

Aquellos ojos grises reabrieron de par en par, pero él se retiro antes de que ella pudiera.

– Me gustaría que me alimentaras. Gracias.

Capítulo 22

Cuando el sol se fue, O ojeaba los bosquejos del edificio que cubrían la mesa de la cocina de U. Él marcó uno.

– Esto es lo que quiero. ¿Cuan rápido podemos levantarlo?

– Rápido. El sitio está en medio de ninguna parte, y la instalación no estará sujeta a cualquier dificultad municipal, así no hay ninguna necesidad de tener el permiso de construcción. Reuniendo los apoyos de la pared y lanzando algunas tablillas exteriores sobre un espacio 140 metros cuadrados no nos llevará demasiado tiempo. La instalación de las zonas de almacenaje de los cautivos no debería ser un problema. En cuanto a la ducha, podemos desviar la corriente cercana fácilmente e instalar una bomba para proporcionar el agua corriente. Las provisiones de hardware y herramientas son todas genéricas y he seguido el tamaño estándar de longitudes aconsejadas reduciendo la cantidad de recorte. El generador impulsado por gas sobre el lugar proveerá de la electricidad para las sierras y las pistolas de clavos. También nos proveerá de luz si queremos mantenernos aquí a largo plazo.

– Dame un número de días.

– Con un equipo de cinco tipos, puedo tener un techo sobre tu cabeza en cuarenta y ocho horas. A condición de que pueda trabajar en el suelo y las provisiones lleguen a tiempo.

– Entonces, te aguantaré dos días.

– Empezaré a conseguir lo que necesitamos en Home Depot y Lowe esta mañana. Repartiré las órdenes de los suministros entre dos. Y vamos a necesitar una pequeña excavadora, una de esas Toro Dingos con cubas intercambiables y sistema de azada. Sé dónde podemos alquilar una.

– Bien. Todo está bien.

O se inclinó hacia atrás para estirar los brazos y ociosamente los separó cubriéndose. La casa de U era un anónimo profundo bajo en el territorio de clase media. Esta parte de Cadwell con calles llamadas Elmwood, Spruce Knoll y Pine Notch, dónde los niños montaban con sus bicis sobre las aceras y la cena estaba sobre la mesa a las seis de la tarde.

Toda la feliz-feliz, alegría-alegría hacía que la piel de O se erizara. Quería prender fuego a la casa. Echar sal al césped. Talar los árboles. El impulso se volvió tan profundo que lo sorprendió. No tenía ningún problema con la destrucción de la propiedad, pero él era un asesino, no un vándalo. No podía creer por qué le importaba una mierda.

– Quiero utilizar su camión. -Le dijo U. -Alquilaré un remolque con enganche. Entre los dos, seremos capaces de coger la entrega en la pasarela y las provisiones de materiales utilizados para techar de sus lotes. No hay ninguna razón para la gente de Home Depot sepa de dónde estamos.

– ¿Y el material para las unidades de almacenaje?

– Sé exactamente lo que está buscando y dónde encontrarlo.

Se oyó un sonido electrónico.

– ¿Qué infiernos es eso? -Preguntó O.

– Un recordatorio sobre el registro de las 9 de la mañana. -U sacó una BlackBerry, sus embotados dedos volaron sobre el pequeño teclado. -¿Quiere que envíe su estado por correo electrónico?

– Sí. O se concentró en U. El lesser había estado en la sociedad durante 175 años. Era tan pálido como el papel. Tranquilo y agudo como una tachuela. No tan agresivo como otros, pero estable.

– Eres un miembro valioso, U.

U ladeó una sonrisa y levantó la vista de la BlackBerry. -Lo sé. Y me gusta que me utilicen. Hablando de, ¿a quién va a darme para el equipo?

– Vamos a utilizar las dos escuadrillas principales.

– ¿Nos tendrá dos noches fuera de línea?

– Y días. Dormiremos por turnos en el sitio.

– Bien.-U miró hacia abajo hacia la cosa que había en su mano, tocando una pequeña rueda sobre el lado derecho de ello. -Ah,…mierda. Al Sr. X no le va a gustar esto.

O estrechó los ojos. -Oh, ¿si?

– Es un correo electrónico de las escuadrillas Beta. Adivino que a estoy en la lista.

– ¿Y?

– Un grupo de Betas cazaba anoche y corrió contra un de la Hermandad en el parque. De cinco de ellos, tres faltan. Óigalo bien, el guerrero estaba con una mujer humana.

– A veces tienen sexo con ellas.

– Sí. Bastardos con suerte.

******

Mary estuvo de pie en la cocina pensando en la manera que Rhage la miraba. No podía entender por qué ofrecerse a hacerle el desayuno era semejante gran cosa, pero él había actuado como si ella le hubiera hecho un gran regalo.

Echó la tortilla y se dirigió a la nevera. Sacando un contenedor de plástico con fruta cortada, sacó la mezcla con una cuchara. Esto no le pareció bastante, entonces ella agarró un plátano y lo cortó echándolo por encima.

Cuando dejó el cuchillo, se tocó los labios. No hubo nada sexual en el beso que le había dado en el diván; había sido de gratitud. Y la acción de boca-sobre-boca en el parque había sido más profunda, pero la distancia por su lado había sido la misma. La pasión había sido unilateral. La suya.