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Se dio vuelta y clavó los ojos en el techo. Cuando su mente armó una imagen de John, se sintió agradecida. El niño era mejor que tantos otros temas en los que podía hacer hincapié.

No podía creer que tuviera veintitrés años de edad, aunque mientras más pensaba en él, si parecía posible. Apartando su fijación por Matrix, era increíblemente adulto. Viejo, realmente.

Cuando dijo que era tiempo de marcharse, ella había insistido en llevarlo de regreso a su apartamento. Bella había preguntado si podía ir también, entonces los tres fueron al centro con su bicicleta sobresaliendo detrás del Civic. Dejar al niño delante de ese miserable edificio de apartamentos había sido duro. Ella casi le había rogado que volviera a casa.

Pero al menos él había estado de acuerdo en estar en casa de Bella a la noche siguiente. Y tal vez la academia de artes marciales abriría algunas puertas para él. Tenía la impresión de que no tenía muchas amistades, y pensó que Bella era dulce al hacer el esfuerzo en su beneficio.

Con una pequeña sonrisa, Mary recordó la manera en que John había mirado a la otra mujer. Con tímida admiración. Y Bella manejó la atención graciosamente, sin embargo ella sin duda se dio cuenta de sus fijas miradas. Probablemente lo supo todo el tiempo.

Por un momento Mary se dio el gusto e imaginó mirar al mundo a través de los impecables ojos de Bella. Y caminando sobre las perfectas piernas de Bella. Y balanceando el perfecto cabello de Bella sobre un hombro.

Fantasear había sido una buena diversión. Decidió que iría a la ciudad de Nueva York y se pavonearía por la Quinta Avenida llevando puesto algo fabuloso. No, a la playa. Iría a la playa con un bikini negro. Caramba, puede ser un bikini negro con una tira de cuero.

De acuerdo, eso sería un poco de espeluznante.

De todos modos, habría sido genial, una sola vez, el tener la mirada fija de un hombre sobre ella con adoración total. Tenerle esto… cautivado. Sí, esa era la palabra. Habría amado a un hombre que estuviera cautivado por ella.

Excepto que no iba a ocurrir nunca. Aquel tiempo en su vida, de juventud, belleza y sexualidad cubierta de rocío, habían pasado. Nunca habían existido, realmente. Y ahora era una mujer nada especial de treinta y un años de edad que había tenido una vida muy ardua, gracias al cáncer.

Mary gimió. Oh, esto era estupendo. Ella no estaba aterrorizaba, pero estaba hasta las rodillas de sentir lástima de sí misma. Y la mierda parecía lodo, pegajoso y asqueroso.

Ella pulsó sobre la luz y cogió la Vanity Fair con determinación sombría. Dominick Dunne, llévame fuera, pensó.

Capítulo 7

Después de que Rhage se quedara dormido, Butch bajó con V al vestíbulo hacia el estudio privado de Wrath. Normalmente Butch no se quedaba alrededor de los negocios de la hermandad, pero Vishous iba reportar lo que habían encontrado cuando iban a la casa, y Butch era el único que había visto al lesser en el árbol.

Cuando atravesó la puerta, tuvo la misma reacción que siempre tenía con la decoración Versailles: no encajaba. Todas las cosas de florituras de oro en las paredes y las pinturas de pequeños niños gordos con alas en el techo endeble y el mobiliario frágil, de fantasía. El lugar se veía como un lugar pasado de moda, tipos franceses con pelucas empolvadas. No un cuarto de guerra para un montón de resistentes guerreros.

Pero que diablos. La Hermandad se había trasladado a la mansión porque era conveniente y segura, no porque les gustara la decoración.

Él escogió una silla con patas largas y delgadas y trató de sentarse sin dejar ir todo su peso. Cuando se sentó, saludó con una inclinación de cabeza a Tohrment, que estaba en el sofá recubierto de seda de enfrente. El vampiro ocupaba la mayor parte del mueble individual, su gran cuerpo tumbado desgarbadamente sobre los cojines azul pálido. Su pelo negro cortado como en las Fuerzas Armadas y sus anchos hombros le marcaban como una persona de mala leche, pero esa mirada azul oscuro contaba otras historias.

Debajo de toda esa cosa de guerrero duro, Tohr era un tipo realmente agradable. Y sorprendentemente empático, a pesar de que golpeaba a los muertos para ganarse la vida. Era el líder oficial del Brotherhood desde que Wrath había ascendido al trono hacía dos meses, y el único guerrero que no vivía en la mansión. La Shellan de Tohr, Wellsie, esperaba a su primer hijo y no iba a compartir el hogar con un montón de tipos solteros. ¿Y quién la podía culpar?

– Así es que adivino que vosotros chicos os divertisteis durante el camino a casa.-Thor le dijo a Vishous.

– Sí, Rhage realmente se soltó.-V contestó mientras se servía un trago de vodka de la conservadora barra.

Phury entró después y saludó con la cabeza. A Butch le gustaba mucho el hermano, si bien no tenían mucho en común. Bien, excepto por su fetiche con el vestuario, pero incluso allí tenían diferencias. Lo de Butch era una capa de pintura fresca en una casa barata. El estilo y la elegancia masculina de Phury lo llevaba en cada hueso. Era letal, sin lugar a dudas, pero tenía vibraciones metrosexuales para él.

La impresión de caballero refinado no era simplemente un resultado de sus atractivas ropas, como el suéter negro de l cachemira y los anchos pantalones finos de sarga que estaba usando. El hermano tenía la cabellera más asombrosa que Butch hubiera visto. Largas ondas, gruesas, rojas y marrones eran escandalosamente hermosas, incluso para una mujer. Y su mirada amarillenta, que brillaba como el oro a la luz del sol, adicionaba a todo el asunto.

Por qué él era célibe era un misterio total.

Cuando Phury fue a la barra y se sirvió un vaso de oporto, su cojera apenas se notó. Butch había oído que el tipo había perdido la pierna en alguna parte a lo largo de la línea. Ahora tenía una extremidad artificial, y evidentemente no le obstaculizaba en el campo de batalla lo más mínimo.

Butch se giró para mirar a alguien que había entrado en el cuarto.

Desafortunadamente, el gemelo de Phury había decidido aparecer a tiempo, pero al menos Zsadist era una persona lejana y se mantenía apartado de todo mundo. Eso le iba bien a Butch, porque ese bastardo le ponía nervioso.

La cara llena de cicatrices de Z y los oscuros ojos brillantes eran simplemente la punta del iceberg para freakis. El pelo rapado, los tatuajes alrededor de su cuello y muñecas, los piercings: era una amenaza completa y tenía la impresión de que tenía de que tenía un alto octanaje de odio. En el argot de la ejecución de la ley, él era una triple amenaza. Frío como la piedra. Mezquino como una serpiente. E imprevisible como el infierno.

Aparentemente Zsadist había sido secuestrado de su familia cuando era un niño y vendido para en algún tipo de esclavitud. Los cien o más años que él había estado en cautividad le absorbieron todo lo remotamente humano – o, vampiro -que había en él. Él no era más ahora que oscuras emociones atrapadas en una piel estropeada. Y si sabías que era lo mejor para ti, mejor te apartabas de su camino.

Desde el vestíbulo llegó el sonido de pisadas fuertes. Los hermanos se quedaron callados, y un momento más tarde Wrath llenó la puerta.

Warth era enorme, de pelo oscuro, un tipo con una boca cruel. Llevaba siempre puestas unas gafas oscuras, mucho cuero, y era la última persona del planeta a la que nadie querría engañar.

El tipo también había pasado a encabezar la lista de hombres que Butch querría tener a su espalda. Él y Wrath habían forjado un vínculo la noche en que a Wrath le habían disparado mientras recuperaba a su esposa de los lessers. Butch había echado una mano, y eso era todo. Estuvieron bien.

Warth entró en el cuarto como si poseyera el mundo entero. El hermano tenía todo el material de un emperador, lo cual tenía sentido, porque eso es lo que era él. El Rey Ciego. El último vampiro de pura sangre que había en el planeta. Un gobernante de raza.