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– Vale. Dime cuál es la relación con mi caso.

Hardy respondió apretando el botón del mando a distancia. La pantalla gigante se iluminó. Sawyer y Hardy contemplaron las imágenes en el pequeño cuarto de la nave. Cuando el joven alto aceptó la maleta metálica del hombre mayor, Hardy congeló la imagen. Miró la expresión intrigada en el rostro del agente. Hardy sacó un puntero láser del bolsillo de la camisa y señaló al hombre joven.

– Este hombre es un empleado de Tritón Global. No lo teníamos en la lista de vigilancia porque no era un alto cargo y no figuraba entre los miembros del equipo negociador de la compra.

– Sin embargo, es obvio que ahí tienes al culpable. ¿Sabes quiénes son los otros?

– Todavía no. El hombre se llama Jason W. Archer, con domicilio en el 611 de Morgan Lañe, en el condado Jefferson, Virginia. ¿Te resulta familiar?

Sawyer se concentró a fondo. El nombre le sonaba. Entonces lo recordó y fue como si le hubiera atropellado un camión. «¡Joder!» Casi se levantó de la silla, con los ojos desorbitados fijos en el rostro del joven mientras el nombre destacaba en la lista de pasajeros que había leído mil veces. Al pie de la pantalla aparecían la fecha y la hora: 17 de noviembre de 1995. 11.15 ÁM Pacific Standard Time. Sawyer asimiló la información de un vistazo y comenzó a hacer cálculos. Siete horas después de que el avión se estrellara en Virginia, este tipo estaba vivito y coleando en Seattle. «¡Joder!», repitió.

– Eso es -asintió Hardy-. Jason Archer figuraba en la lista de pasajeros del vuelo 3223, pero es obvio que no subió a bordo.

Hardy volvió a poner en marcha la cinta. Cuando el rugido de los reactores sonó en la pantalla, Sawyer volvió la cabeza hacia la ventana. El maldito avión parecía estar a punto de estrellarse contra el edificio. Después miró a Hardy y vio que su amigo le sonreía.

– Yo hice lo mismo cuando lo oí por primera vez.

Sawyer miró en la pantalla a los hombres que observaban el techo hasta que el ruido del avión se perdía en la distancia. El agente entornó un poco los párpados mientras miraba con mucha atención la escena. Algo le había llamado la atención, pero no sabía qué.

– ¿Has visto alguna cosa? -le preguntó Hardy, que le observaba.

Sawyer permaneció en silencio unos segundos y después meneó la cabeza.

– ¿Qué estaba haciendo Archer en Seattle la mañana del accidente en Virginia cuando se suponía que viajaba en un avión a Los Ángeles? ¿Trabajo?

– En Tritón ni siquiera sabían que Archer viajaba a Los Ángeles y mucho menos a Seattle. Creían que se había tomado unos días libres para estar con su familia.

– Échame una mano, Frank, porque no sé de qué va.

– Archer tiene esposa y una hija pequeña -se apresuró a responder el otro-. Sidney, la esposa, es abogada en Tylery Stone, el bufete que lleva los asuntos legales de Tritón. Ella atiende muchas de las cosas de Tritón y encabeza el equipo negociador para la compra de CyberCom.

– Eso es muy interesante, y quizá conveniente para ella y su marido.

– Reconozco que eso fue lo primero que se me ocurrió, Lee.

– Si Archer estaba en Seattle, digamos, a las diez o diez y media de la mañana, hora del Pacífico, tuvo que coger un vuelo de primera hora.

– Western Airlines tiene uno que sale más o menos a la misma hora que el vuelo a Los Ángeles.

Sawyer se levantó y se acercó al televisor. Rebobinó la cinta y congeló la imagen para estudiar a fondo el rostro de Jason Archer. Se volvió hacia su antiguo compañero.

– Sabemos que Archer estaba en la lista de pasajeros del vuelo 3223, pero tú dices que el jefe no sabía nada de este viaje. ¿Cómo se enteraron de que estaba en el avión?

Hardy sirvió más café y después se levantó para ir hasta la ventana. Era obvio que a estos dos hombres les gustaba moverse mientras pensaban.

– La compañía aérea dio con la esposa mientras ella estaba en una reunión de negocios en Nueva York y le comunicó la mala noticia. En dicha reunión había gente de Tritón, incluido el presidente. Se enteraron entonces. La noticia se divulgó de inmediato. Esta cinta sólo la han visto otras dos personas. Nathan Gamble, presidente ejecutivo de Tritón, y Quentin Rowe, el segundo de a bordo.

Sawyer se masajeó el cuello tenso y bebió un trago de café.

– Western confirmó que Archer presentó el billete en el mostrador y recogió la tarjeta de embarque. De no ser así, no habrían avisado a la familia.

– Tú sabes tan bien como yo que cualquiera pudo presentarse con un documento de identidad falso. Probablemente, los billetes estaban pagados. Consignó el equipaje y pasó el control de seguridad. Incluso con las nuevas medidas de seguridad, no necesitas una identificación con foto para subirte a un avión. Sólo las llevan los empleados y los mozos de cuerda.

– Pero alguien subió al avión en el lugar de Archer. La compañía tiene la tarjeta de embarque, y una vez que subes, no te puedes bajar del avión.

– El tipo que lo reemplazó era muy estúpido o un cabrón con mala suerte. Quizá las dos cosas.

– Sí, pero si Archer voló a Seattle, significa que tenía otro billete.

– No pudo aparecer dos veces en el mostrador de embarque para cada vuelo. Tuvo que usar un alias y un documento de identidad falso para el vuelo a Seattle.

– Tienes razón. -Sawyer analizó las posibilidades-. Quizá todo lo que hizo fue cambiar los billetes con el tipo que tomó su lugar.

– Sea cual sea la verdad, desde luego tienes trabajo por delante.

– ¿Alguien habló con la esposa? -preguntó Sawyer.

Hardy abrió una carpeta y consultó unos papeles.

– Nathan Gamble habló con ella, durante unos minutos, dos veces. Quentin Rowe también.

– ¿Y cuál es su historia?

– Primero dijo que no sabía que su marido estaba en el avión.

– ¿Primero? ¿Así que cambió la historia?

– Después le dijo a Nathan Gamble que el marido le había mentido. Le dijo que iba a Los Ángeles para entrevistarse con otra compañía para discutir sobre un nuevo empleo. Pero resultó que no tenía ninguna entrevista.

– ¿Quién lo dijo?

– Sidney Archer. Supongo que llamó a la compañía para decirles que el marido no acudiría a la cita.

– ¿Lo has comprobado? -Hardy asintió-. ¿Has hecho nuevos progresos en tu investigación?

En el rostro de Hardy apareció una expresión casi de dolor.

– Ahora mismo no parece tener mucho sentido. Nathan Gamble está muy disgustado. Paga las cuentas y quiere resultados. Pero lleva tiempo, tú lo sabes. Sin embargo… -Hardy hizo una pausa y contempló la moqueta. Era obvio que se trataba de un hombre al que no le gustaban las cosas poco claras-. De todos modos, según Gamble y Rowe, la señora Archer cree que su marido está muerto.

– Si es que dice la verdad, y ahora mismo para mí es dudoso -exclamó el agente, acalorado.

Hardy lo miró con una expresión burlona. Sawyer se dio cuenta y aflojó los hombros.

– Entre nosotros, Frank, me siento un poco imbécil con este asunto.

– ¿Cómo es eso?

– Estaba seguro de que Arthur Lieberman era el objetivo. Estructuré toda la investigación sobre esa premisa, y descarté las demás posibilidades.

– Todavía estás en los primeros pasos, Lee. No se ha perdido nada. Además, es probable que Lieberman fuera el objetivo, en cierto sentido.

– ¿Qué quieres decir? -preguntó Sawyer, alerta.

– Piénsalo. Tú mismo acabas de contestar a la pregunta.

En el rostro de Sawyer apareció una expresión sombría, cuando de pronto comprendió lo que Hardy acababa de decir.

– ¿Quieres decir que ese tipo, Archer, hizo estallar el avión para que creyéramos que Lieberman era el objetivo? Venga, Frank, eso es estirar demasiado la cuerda.

– Si no hubiésemos tenido la suerte de grabar este vídeo, eso sería exactamente lo que estarías pensando ¿no? Recuerda, hay una única cosa en un accidente aéreo, en particular cuando un avión se estrella contra el suelo casi intacto, como en este caso.