– Todo está orientado hacia el Oeste. Si el arrastre colectivo es como pensamos (ilimitado) en vez de recolectar la desintegración que los exhaladores reciben (cincuenta metros de alcance) literalmente arrancará y chupará la exhalación de todos los seres humanos que se encuentren dentro del blanco de acción. En su camino nos arrancará todas las características humanas.
– ¿Qué tal un golpecito de prioridad, coronel? -preguntó Mathieu, con una sonrisa embaucadora.
Starr ignoró el sarcasmo.
– Resumiendo, si se encuentra en el lugar donde el Pentágono cree…
– El Pentágono, ¿eh? ¿Siempre volviendo a papá?
– …todo el mundo occidental se verá reducido a un estado de bestialidad execrable. Simplemente dejaremos de funcionar como una civilización.
– Coronel -dijo Mathieu, y esta vez no tenía ningún indicio de ironía o de odio en la cara-. Usted puede liberar a una civilización de muchas cosas, pero no puede liberarla de sí misma.
Starr no lo escuchaba. Estaba pensando en alta voz.
– El arrastre normal de un exhalador capta solamente la exhalación en el momento de la muerte natural. Empero lo que aquí enfrentamos es la posibilidad (la probabilidad) de un super arrastre… Se vaciará a los vivos de su… digamos… energía… Deshumanización instantánea.
– Deshumanización -musitó Mathieu-. Es gracioso que el Pentágono comience a preocuparse por eso.
– Mientras los chinos o cualquier otro país totalitario (que para el caso es lo mismo) alienten el apresador con la exhalación de su propio pueblo… bueno, no es cosa nuestra lo que los chinos les hacen a los chinos, o los checoslovacos a los checoslovacos. Pero esta cosa está dirigida hacia todos nosotros y ni nosotros ni los rusos podemos arriesgarnos a "esperar y luego ver".
Mathieu cerró los ojos. Después de todo, el Círculo Erasmo había triunfado. Actualmente I'affaire de l'homme estaba alcanzando un punto crítico o un punto de no retorno. La humanidad debía afrontar su propia naturaleza y tomar una última decisión: la elección de última hora. La última crisis. Nunca antes, quizá desde el advenimiento de Cristo, la elección había estado tan claramente entre las propias manos del hombre. Civilización o materialismo, cultura, espíritu o mierda, renacimiento o bestialidad. En realidad el Círculo Erasmo estaba presentando a las potencias gobernantes un ultimátum: se trataba del fin o del comienzo.
El auto seguía corriendo a lo largo del Sena. La lluvia salpicaba el parabrisas y los neumáticos seguían chorreando. Starr tenía las manos hundidas en los bolsillos del impermeable, tratando de sujetar los puños.
– Tratarán de arrancar la exhalación de todo el mundo libre, teniendo como objetivo 360 grados, en redondo -aseguró-. Incluyen a Rusia, a Europa y a nosotros.
– ¿Y bien? -preguntó Mathieu-. Después de todo sólo se trata de lo que la NASA denomina un primer paso tecnológico.
Starr lo miró y Mathieu se rió.
– Por favor, mon colonel, trate de que no se le reviente una vena. Sería muy fastidioso.
Starr realizó uno de los más admirables triunfos secundarios de la vida: sonrió.
– No permita que esto lo preocupe demasiado -prosiguió Mathieu-. No existe simplemente una manera de decir cuan efectivo…
– Una linda palabra -gruñó Starr.
– …sí, qué éxito llegará a tener el pequeño experimento chino. Será sin precedentes.
– Hubo un precedente -aclaró Starr.
Luego vaciló. Estaban completamente separados de París por el diluvio. Alrededor de ellos todo era líquido.
– No debería contarle esto, señor Mathieu, pero creo que el juego está demasiado avanzado para las delicadezas. ¿Alguna vez ha oído hablar de la "implosión" de Merchantown?
– No.
– Ocurrió en la planta de la Compañía de Herramientas Ungarn. Habían estado efectuando para nosotros ciertos experimentos.
– ¿Para nosotros?
– Para el gobierno de los Estados Unidos. Digamos que para la Comisión de Energía Atómica. Una labor sumamente delicada, la de medir la exhalación, el tiraje mínimo y máximo y los límites de seguridad. Los científicos que estaban a cargo eran dos hombres que usted conoce, los profesores Nitri y Politz. Ambos, desertores del Círculo Erasmo, creo…
Mathieu asintió.
– Sí. Pensaban que no debíamos informar ni a los rusos ni a los chinos.
– La prueba de la "exhalación múltiple" se llevó a cabo en mayo del año pasado, y bajo el máximo de precauciones de seguridad. La "implosión" ocurrió en cuanto se hizo funcionar el acumulador aunque no era del tamaño del chino. No hubo pérdidas humanas; las instalaciones quedaron intactas. En realidad no se rompió ni un vidrio de las ventanas. Es más, ninguna de las víctimas presentaba ningún rastro de lesiones físicas; sin embargo las características humanas les habían sido arrancadas. Encontraron a los once técnicos, a los científicos Nitri y Politz, y al vicepresidente de la Compañía, Lloyd T. Ungarn, en cuatro patas sobre el piso, comiéndose los excrementos.
La lluvia empezaba a amainar. En la niebla apareció Notre-Dame proyectando su estructura arquitectónica de mellizos siameses.
– Creo recordar que les habíamos prevenido el peligro de los multiacumuladores a los gobiernos involucrados -comentó Mathieu-. Sin embargo, personalmente, no creo que el captador chino funcione al máximo, porque de lo contrario terminarían diciéndole adiós a su propio trasero… Seguramente han de haber pensado en ello. No obstante si el pentágono está preocupado… ¿Porqué simplemente no borra a China del mapa? Creo que se lo denomina derecho de prioridad… Cualquier cosa antes de permitir que deshumanicen a un presidente norteamericano. Están preocupados porque no saben qué puede suceder. Bombardeen China, entonces sabrán.
El chofer apretó bruscamente los frenos; Mathieu fue impulsado hacia adelante. El conductor giró en el asiento y lo miró.
– Coronel, ¿por qué no termina con él? -preguntó-. ¿Porqué no termina con el zorrino?
La nariz de Mathieu sangraba.
– Disciplina -respondió Starr-. Es lo único razonable. La disciplina.
– Mate al bastardo -respondió el hombre.
– No pertenecemos al cuerpo de asesinos, Pete, -afirmó Starr-. Es otra rama.
– Bueno, pediré que me transfieran -sostuvo el hombre-. Entonces regresaré aquí y le volaré los asquerosos sesos. ¿Hasta cuándo puede aguantar?
– Estás entorpeciendo el tráfico -le dijo Starr.
El automóvil arrancó.
– Déjeme en el laboratorio -le indicó Mathieu-. Todavía tengo mucho trabajo.
– ¿Alguna cosa interesante? -le preguntó Starr amablemente.
– Promisoria.
Los ojitos celestes de Johnny Starr se fijaron en él.
– Una sola pregunta más, señor Mathieu, una por el paseo… Una curiosidad personal, estrictamente no oficial. ¿Por qué usted y todos sus amigos del Círculo Erasmo han presentado los detalles de su magnífica labor entre las grandes potencias nucleares que tanto odian, y lo han hecho tan espontáneamente, realmente con tanto ahínco?
– Porque los bastardos lo estaban reclamando -respondió Mathieu.