La hora de su partida había llegado y su misión tocaba a su fin.
El Baba llegó a la orilla del Tío Paví; depositó 5 paisas en la mano de su sucesor Guru Angada y se postró a sus pies.
Todos sus devotos se habían enterado de su próxima partida y acudieron en masa al lugar.
Guru Angada, con sus manos unidas, permanecía ante Nanak y éste, adivinando sus pensamientos, le dijo:
– Cualquier cosa que me pidas te será concedida.
– Oh Rey -suplicó Guru Angada-, si te place, permite que todos tus devotos descarriados vuelvan de nuevo.
Y el Baba contestó:
– Por tu amor todos son perdonados.
Luego Nanak se sentó bajo un árbol de Sarih. Y todos sus familiares y amigos le rodearon y comenzaron a llorar. Los músicos entonaron canciones de despedida y el Baba cayó en un trance.
Los hindúes y musulmanes devotos del Nombre disputaban entre sí quién se quedaría con el cuerpo del Baba y éste les dijo:
– Colocad flores a ambos lados de mi cuerpo, los hindúes en el lado derecho y los musulmanes en el izquierdo. Quienes tengan sus flores sin marchitar podrán llevarse mi cuerpo.
Diciendo esto se echó a dormir, y su cuerpo fue cubierto con una sábana.
Cuando al día siguiente la levantaron, el Baba había desaparecido y las flores de ambos lados seguían frescas. Cada uno de ellos tomaron las suyas y todos los discípulos cayeron a tierra.
En el año Samvat 1595, el décimo día de la mitad luminosa del mes de Asú, Baba Nanak fue absorbido en el Señor en Kartarpur.