Bangkok es el destino más exótico que por ahora los seguidores de Pepe Carvalho le conocen, a la espera de que próximas aventuras abran nuevos mundos todavía no muy explorados ni explotados por las agencias de viajes especializadas en turistas japoneses. El detective viajó en octubre de 1982 a Thailandia persiguiendo el fantasma de una mujer, la vieja amiga Teresa Marsé, que quería perderse en los mares del Sur para encontrarse a sí misma, paradoja también masculina como demostraron Antonio Jaumá ("La soledad del manager"), Carlos Stuart Pedrell ("Los mares del Sur") e incluso el propio Carvalho en los años 60, tras su marcha de España a Estados Unidos.

Después de cumplir con unos supuestos e inaplazables deberes ciudadanos -sorprendentemente Pepe Carvalho votó por correo en octubre de 1982, aunque no es probable que él creyese en la consigna del cambio como sí hicieron diez millones de españoles-, embarcó rumbo al sur de Asia en un avión que más parecía un autocar de excursión de domingo con destino a Montserrat o al Escorial que un Jumbo747 con atributos transcontinentales.

No fue aquélla la primera vez que Carvalho iba al sur de Asia. Ni probablemente será la última, si cumple sus propósitos confesados durante una cena con su amigo y vecino Enric Fuster. En una fecha poco precisa -Montalbán y el detective se refieren a ella de forma vaga, aunque muy probablemente fuese a finales del año 1969 o comienzos de 1970, pocos meses antes de volver definitivamente a Barcelona-, Pepe Carvalho estaba moviéndose por el sur de Asia todavía por cuenta de la CIA. "(…) Estaba en Bangkok para ayudar a preparar la retaguardia de la presumiblemente perdida batalla del sudeste asiático á…ú. En su ánimo, una intuición de despedida, de último servicio, que no quería clarificarse a sí mismo".

La consulta del historial de José Carvalho Tourón

en la CIA no dejaría lugar a tantas especulaciones: el agente gallego operaba en el sudeste asiático como uno más de los miles de asesores civiles y militares que Estados Unidos había desembarcado en Thailandia en aquella época, en especial desde la intensificación de las acciones de las guerrillas comunistas con base en Camboya, acciones especialmente duras entre los años 1968 y 1970.

Hacía pocos meses que Richard Nixon había anunciado la escalonada reducción de efectivos militares norteamericanos en el área pero, de hecho, la CIA mantenía una activa presencia en la zona a fin de detectar cualquier signo de infiltración o radicalización de la actividad guerrillera en Thailandia. Estados Unidos daba prácticamente por perdido Vietnam pero no Thailandia, a pesar del revés diplomático que sufrió Nixon quince meses más tarde, en noviembre de 1971, cuando el gobierno militar del país asiático le exigió la total retirada de las tropas acantonadas en el país. Carvalho cumplía en Thailandia funciones de espionaje, aunque no hubiera mucho que espiar o la información que obtuviese fuera apenas relevante para el curso de la guerra.

Bangkok era la base de operaciones de muchos espías occidentales, y hasta allí volvió quince años después en un viaje absurdo en busca de Teresa Marsé.

La vuelta a Thailandia -esos pájaros de Bangkok, los mismos en todos los cielos- fue para el detective un nuevo reencuentro con su pasado, tal y como le había sucedido en Amsterdam en 1974 ("Tatuaje"), en Madrid en 1980 ("Asesinato en el Comité Central") o incluso como le sucede cada vez que sale de su casa y desciende las rampas del Tibidabo para ir a buscar refugio a su despacho de las Ramblas, el punto más cercano a la geografía de su infancia.

La etapa en la CIA

Pepe Carvalho ha recorrido prácticamente medio mundo por cuenta del Tío Sam. Durante los años 60 viajó de Norte a Sur y de Este a Oeste, y en muchas ocasiones se le pudo ver -aunque quizá sólo fuera un doble, o un sustituto, o una maniobra más de la Compañía para acrecentar la leyenda que acompañaba los movimientos de este falso agente gallego- en casi todos los puntos calientes del planeta. "Ninguna descripción de Carvalho coincide con la anterior y ya no queda ninguna esperanza de que pueda coincidir con la ulterior. En la Paz, tras el atentado contra Paz Estenssoro, carvalho era un hombre alto, aquilino, muy moreno, de ojos magnéticos. En Siria, después de la última intentona del Baas, Carvalho es un oscuro, pequeño hombre calvo con lentes bifocales. En Kenya sería un tragasables rubio panocha. ¿Quién es Pepe Carvalho?" ("Yo maté a Kennedy"). En Bolivia estuvo entre 1963 y 1964, poco antes de la definitiva caída de Víctor Paz Estenssoro; en Siria, en 1963, tras el golpe del Baas y la instauración del régimen autocrático del general Hafez; en Kenya formó parte de una leyenda fomentada hasta el infinito, la de la supuesta actividad del presunto doble o triple agente Pepe Carvalho.

Pocas certezas pueden apuntarse durante este agitado período en la vida de Carvalho. Después de su marcha de España a Estados Unidos y su ingreso en la CIA estuvo muy cerca de muchos de los hombres más destacados de la Administración Kennedy. Incluso es posible que llegase a estar demasiado cerca del mismísimo presidente, aunque su participación en el complot que acabó con la vida de JFK en Dallas en noviembre de 1963 nunca ha podido probarse, y Manuel Vázquez Montalbán tampoco se ha mostrado muy explícito sobre este extremo. Bien al contrario.

Se sabe, por ejemplo, que antes del asesinato de Kennedy, Pepe Carvalho viajó a Argentina ("El premio") -probablemente en 1962- junto a uno de los "cabezas de huevo" del presidente demócrata. Muy a su pesar, Carvalho pasó en Buenos Aires tan sólo unas pocas horas. No pudo satisfacer el deseo de ir a Corrientes porque su misión era velar por la seguridad de Dean Rusk, uno de los hombres de confianza de Kennedy. El secretario de Estado estadounidense estaba de visita de inspección al cono sur, antes de que se llamase cono sur, y se entrevistó con el todavía entonces presidente de la República, Arturo Frondizi. No hay fechas exactas del desplazamiento y resulta difícil precisarlas, pero es muy probable que el encuentro entre Rusk y el presidente argentino tuviese lugar pocos días antes del golpe militar que acabó con el mandato de Frondizi, depuesto en 1962 y posteriormente confinado en la isla de Martín García. ¿Tuvo algo que ver Carvalho en la acción desestabilizadora y en la asunción de la presidencia por parte de José María Guido? Misterio. Uno más que añadir a la vida del detective.

La República Dominicana fue otro de los destinos del agente de la CIA Pepe Carvalho. El detective lo rememora mientras vuela de Barcelona a Madrid a bordo del "Pére Lachaise" para asistir a la cena literaria que ofrece el magnate Lázaro Conesal ("El premio"): "Recordaba un viaje entre Santo Domingo y Sosúa en los tiempos en que estaba tratando de derrocar a Bosch en beneficio de Balaguer, a pesar de que había tratado fugazmente a Bosch en un congreso de rojos en el que le había infiltrado la CIA á…ú lo derrocaron los americanos con la ayuda de Carvalho aunque él se negara a presenciar el momento estricto del derrocamiento: ojos que no ven corazón que no siente y al fin y al cabo la inteligencia de todo progresista latinoamericano se demuestra asumiendo que está condenado a perder".

Extraños escrúpulos los del agente Carvalho, que en el último instante no quiso contemplar el resultado de una obra bien hecha, su obra, quizá porque tenía la seguridad de que nada fallaría llegado el momento. Y el momento llegó en setiembre de 1963. Aunque ningún dato de las crónicas de Montalbán lo confirma, es prácticamente seguro que Carvalho, entonces muy familiarizado con la isla, volviese a la República Dominicana dos años después, poco antes de mayo de 1965, dentro del contingente especial que la CIA puso en marcha para preparar la invasión de las tropas norteamericanas en connivencia con los soldados que la OEA enviaba para tratar de legitimizar la acción ante sus propios ojos. La invasión, con o sin Carvalho, dio al traste con la experiencia revolucionaria de la presidencia del coronel Caamaño y aupó de nuevo al poder al dictador Joaquín Balaguer.