Cuando Dantón entró, le besó la boca y se sentó junto a ella, Lourdes y Santiago ya estaban en un rincón oscuro y habían pagado la cuenta. Esa noche, los jóvenes salieron en el Renault rumbo a la costa oaxaqueña. Santiago manejó toda la noche, sin decir palabra, muy despierto, librando la sierpe interminable de curvas entre la ciudad de México, Oaxaca y Puerto Escondido. Lourdes iba dormida sobre el hombro de su novio; Santiago sólo tenía ojos para las formas oscuras del paisaje, los grandes lomos de la sierra, el cuerpo arisco y abundante del país contrastado, bosques de pinos y desiertos de tepalcate, muros de basalto y coronas de nieve, inmensos cactos de órgano, floraciones súbitas de Jacaranda. La geografía solitaria, sin poblados ni habitantes. El país por hacerse empeñado en deshacerse primero.
El mar apareció a las ocho de la mañana, no había nadie en la playa, Lourdes despertó con una exclamación de alegría, ésta es la mejor playa de la costa, di ¡o, se desnudó para entrar al mar, Santiago también se despojó de la ropa, entraron juntos, desnudos, al mar, el Pacífico fue su sábana, se besaron más hondo que las aguas verdes y plácidas, sintieron sus cuerpos levantados sobre el fondo de arena, excitados por el vigor salino, Lourdes levantó las piernas cuando sintió la punta del pene de Santiago rozándole el clítoris, le rodeó la cintura con las piernas, él la abrazó y le introdujo la verga en el mar, pegando fuerte contra el mono de Lourdes para que ella sintiera por fuera cómo les gusta a las mujeres mientras él sentía por dentro cómo les gusta a los hombres y se derramaron y lavaron y espantaron a las gaviotas.
Aprende cuanto antes las reglas del ¡uego, le había dicho Dantón a Santiago cuando su hijo entró a trabajar con él al BUFA. Los que quieren ascender entran al PRI y se contentan con lo que les cae. Tienen razón. Son ajonjolí de todos los moles. Lo que les ofrecen, lo toman. Un día pueden ser oficial mayor, al siguiente Secretario de Estado y pasado mañana administrador de puentes y caminos. No importa. Tienen que tragárselo todo. La disciplina reditúa. O no reditúa. Pero ellos no tienen otra alternativa. Nomás que allí es donde comienza el código común para todos, los que ascienden y los que ya estamos arriba. No te enemistes con nadie que tenga poder o pueda tenerlo, hijo. Cuando haya enfrentamientos, que sean en serio, no por un quítame allá esos pelos. No hagas olas, hijo. Este país sólo avanza en un mar de sargazos. Mientras más calma chicha, más creemos que progresamos. Es un secreto y una paradoja, de acuerdo. No digas nunca nada en público que se preste a controversias. Aquí no hay problemas, México progresa en paz. Hay unidad nacional y quien se alebresta y rompe la tranquilidad, lo paga caro. Vivimos el milagro mexicano. Queremos algo más que un pollo en cada olla, como dicen los gringos. Queremos un refrigerador repleto en cada hogar y si es posible, con puros productos de los supermercados de tu abuelo don Aspirina, que Dios tenga a su vera y al que convencí que el comercio se hacía en grande. Ah, qué don Aspirina, tenía alma de abarrotero.
Se sirvió dos dedos de Chivas Regal en un pesado vaso de cristal cortado, sorbió y prosiguió.
– Voy a relacionarte bien, Santiago, pierde cuidado. Hay que empezar joven pero lo duro es durar. Los políticos, ya ves, empiezan jóvenes pero salvo excepciones, duran poco. Los hombres de
negocios empezamos jóvenes pero duramos toda la vida. Nadie nos elige y mientras no digamos nada en público, no somos ni vistos ni criticados. A ti no te hace falta hacerte notar. La publicidad y el autobombo son formas de rebeldía en nuestro sistema. Olvídalas. No te expongas nunca a decir algo de lo que luego te arrepientas. Tus pensamientos, guárdatelos para ti nomás. Que no haya testigos.
Santiago aceptó la copa que le ofreció su padre y se la bebió de un golpe.
– Así me gusta -rió Dantón-. Lo tienes todo. Sé discreto. No te expongas. Apuéstale a todos pero arrímate al bueno, cuando viene la grande, la sucesión presidencial. Las lealtades no valen, las obsecuencias sí. Aprovecha los primeros tres años del sexenio para hacer negocios. Luego vienen los declives, las locuras, los sueños de ser reelectos o ganar el Premio Nobel. Y a los presidentes se les bota la canica. Hay que acomodarse con el sucesor, que aunque lo escoja el presidente en turno, una vez en la silla va a hacer pedazos al antecesor que lo nombró, a su familia y a sus amigos. Navega en silencio, Santiago. Nosotros somos continuidad callada. Ellos son fragmentación ruidosa. Y a veces, ruinosa, cómo no.
Que invitara a bailar a Mengana y a cenar a Zutana. El papá de Perengana era socio de don Dantón y tenía una fortuna modesta de cincuenta millones de dólares, pero el papá de Loli Parada andaba por los doscientos millones y aunque era menos manipula-ble que el socio, adoraba a su hija y le daría todo lo que…
¿Todo?, le dijo Santiago a su padre, ¿qué llamas todo, padre? Carajo, no sigues tus propios consejos, cabrón papacito, dejas demasiados papeles, aunque los escondas muy bien, tus archivos están llenos de pruebas que has ido guardando para poder chantajear a quienes te hicieron favores y refrescar la memoria a quienes les debes favores, en los dos casos fuiste corrupto, cabrón viejo, no me mires así, no voy a medirme, chingada madre, tengo fotocopias de todas tus pinches movidas, me sé de memoria cada mordida que recibiste de un Secretario de Estado por manejarle un asunto público como si fuera privado, cada comisión que te dieron por servir de intermediario y hombre de paja en una compraventa ilegal de terrenos en Acapulco, cada cheque que te pasaron por servirles de frente a inversionistas gringos en actividades vedadas a extranjeros, cada peso que te dieron por asumir la responsabilidad de terrenos ejida-les desalojados aun a costa del asesinato de campesinos para que un presidente y sus socios desarrollaran ahí el turismo, me sé las muer-
tes de líderes sindicales independientes y de líderes agrarios rejegos, por todo te pagaron y a todos les pagaste, padre mío e hijo de la chingada, no has cometido un acto lícito en tu puta vida, vives del sistema y el sistema vive de ti, te condenan las pruebas porque las necesitas para condenar a quienes te sirvieron o a los que serviste, pero el secreto se acabó, pinche viejo, yo tengo copia de todo, no te preocupes, no voy a darle nada a los periódicos, ¿qué gano con eso?, no voy a decir palabra, salvo que te vuelvas más loco de lo que estás, ojete, y me mandes matar, y en ese caso ya dispuse que todo salga a la luz y no aquí, donde le pagas a los periodistas, corruptor de mierda, sino en los Estados Unidos, allí donde te duele, donde te arruinas, cabrón papacito, porque les lavas dinero a los criminales yanquis y mexicanos, porque violas las leyes sagradas de la sagrada democracia americana, sobornas a sus funcionarios bancarios, les pasas regalitos a sus congressmen, chinga tu madre, si hasta has creado tu pequeño lobby personal en Washington, palabra que te admiro, viejo, eres mejor que Willy Mays, tocas todas las bases, palabra que más que a ti desprecio a todo el jodido sistema que has contribuido a crear, ustedes están podridos de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies, del presidente al último gendarme están más podridos que una plasta de mierda seca que lleva cuarenta años repartiéndose entre todos y dándonos de comer a todos, ¡a la chingada, don Dan-tón López-Díaz, a la puritita chingada!, no quiero comer mierda, no quiero un centavo tuyo, no quiero verte el puto hocico ni una vez más en mi vida, no quiero volver a mirar a un solo socio tuyo, a un solo líder de la CTM, a un solo redentor de la CNC, a un solo banquero salvado de la ruina por el gobierno, a un solo… me lleva la puta madre, lo que voy a hacer es luchar contra todos ustedes y si me pasa algo a mí, algo peor te va a suceder a ti, papacito lindo.
Santiago le arrojó las copias de los papeles a la cara a su padre mudo, tembloroso, con los dedos acalambrados puestos por reflejo sobre los timbres de auxilio pero incapaz al fin de hacer nada, reducido a la impotencia brutal en que su hijo quiso colocarlo.