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– Voy contigo? -preguntó Peabody.

– No, te necesito aquí. -No puedo llevarte a Dallas. No puedo arriesgarme. No puedo permitirlo. - Sigue usando el veneno. Debe conseguirlo en algún lado. -tuvo cuidado de mantener su voz profesional y continuó. -También leerán en reporte de Mira que a pesar del bajo porcentaje de probabilidades de la revisión de la computadora, Ella cree que Roarke es también un potencial objetivo.

– Un jodido clase A.

Aunque esa flecha fue derecho a su corazó, ella ignoró el arrebato de McNab. -A pesar de que él no encaja en su perfil clásico, y de los datos acumulados, que de acuerdo a la computadora da una posibilidad insignificante, él cubre sus necesidades para la guerra conmigo. Ser conscientes de la identidad de un potencial objetivo puede ayudarnos a protegerlo. Tengo la agenda de Roarke por los próximos cinco días, y hay copias para ustedes también en sus paquetes. El rehusa tener protección policial directa, pero está de acuerdo en tomar precauciones básicas.

Su mente regresó al cuerpo de Mouton, despatarrado en el piso de su oficina. Antes que la cara de Roarke se sobrepusiera sobre la imagen, la expulsó. -Su seguridad es superior, pero como primaria…

Ella lanzó un juramento corto y brutal, metiendo sus manos cerradas en puños en los bolsillos. -Feeney, me gustaría que veas su seguridad en sus oficinas, en casa, en sus vehículos.

– El me llamó hace una hora. Me voy a encontrar con él esta tarde.

– Gracias. Ok. Es todo lo que tenemos, así que háganlo trabajar. Voy a estar en mi oficina.

– Está sacudida. -le susurró McNab a Peabody cuando Eve salió. -Y ella no se sacude fácil.

– Voy a ir a hablar con ella. -Salió como un rayo del salón, revisó el corredor, y justo atrapó un vistazo de Eve moviéndose en un deslizador. Tuvo que correr, y apartar a codazos a varias personas, pero llegó justo cuando Eve se bajaba.

– Dallas. Espera un minuto.

– No tengo tiempo para charlar, Peabody. Si quiero despejar las cosas para poder hacer ese viaje, tengo que moverme.

– Ella no lo va a conseguir a él. Ni siquiera va a poder acercarse. -Tocó el brazo de Eve, luego lo retuvo para detener el avance de Eve. -Tal vez si fuera sólo uno de ustedes ella podría tener suerte y hacer algún daño. Pero va ir contra ambos. No va a poder. No hay de forma de que lo haga en el universo conocido.

La frustración y el miedo se atascaron en la garganta de Eve, saliendo en un tono bajo y duro. -Todo lo que tiene que hacer poner algo en una taza de café, un vaso de vino, una jodida copa de agua.

– No, eso no es todo. Más que sacudida penso Peabody, está asustada hasta los huesos. -Sabes que no lo es. Va a tener que conseguir pasar a través de sus radares y los tuyos. Mira, no conozco los hechos sobre de donde vino, como llegó aquí, pero puedo deducirlo. No es sólo que él sabe como manejarse por si mismo, sino que lo hace. Por eso es peligroso. Es una de las cosas que lo hacen malditamente sexy.

Eve se volvió, mirando ciegamente la máquina expendedora. -Sin embargo no está particularmente preocupado.

– Eso no quiere decir que no sea cuidadoso, que no esté atento.

– No, no es así. Ya sé que no es así. -Para darle algo que hacer a sus manos, sacó un crédito, lo metió dentro y ordenó una barra de caramelo.

Disculpe, ese item está actualmente sin stock. Quiere hacer otra selección?

– No la patees!! -dijo Peabody rápidamente cuando Eve retrocedió. -Ya perdiste tus privilegios de expendio antes. Trata con esta. Es realmente buena. -antes que su teniente pudiera hacer daño, Peabody seleccionó otro item.

USTED HA SELECCIONADO UNA BARRA CRUJIENTE-PEGAJOSA, LA TRIPA MASTICABLE, TRATADA CON TRES CAPAS DE CHOCOLATE SUSTITUTO, UNA GALLETA Y RELLENO DE CREMA DE NUECES.

Eve la arrebató, retomando su camino mientras la máquina detallaba los ingredientes pasando por los gramos de grasa y los contenidos calóricos.

– Puedo preguntarte algo sobre el caso Stibbs?.dijo Peabody, corriendo para mantenerse a la par.

– Camina y habla.

– Estube estudiando el archivo y estoy lista para traerla a entrevista, pero creo qu etal vez podría vigilarla cuando pueda organizarlo, por un día o dos. Encontrarle el ritmo, sabes. Y estuve pensando si debería dejar que me viera o no.

Con algún esfuerzo, Eve ajustó su línea de pensamiento. -Quédate en uniforme, déjala verte. La va a desequilibrar.

– Y voy a tratar de hablar con un pde personas que dieron declaraciones sobre el homicidio, gente que conocía a los tres sujetos. No hará daño si ella se entera?

– La va a mantener sobre ascuas, imaginando que pasa. Va a ser primordial cuando la traigas.

– Quiero esperar hasta que regreses de Texas antes de traerla. En caso de que lo arruine.

– Espera hasta que regrese, pero no lo vas a arruinar. Yo no trabajo con inútiles. -agregó haciendo sonreir a Peabody cuando separaron sus caminos en el cubil de Homicidios.

En su oficina, Eve se tomó un momento para tranquilizarse, mordió un trozo de la barra de caramelo y decidió que se parecía bastante a una tripa masticable. Con la agenda de Roarke en su cabeza, hizo una llamada a la oficina de él en el centro de la ciudad.

– Sé que tienes una reunión en cinco minutos -empezó cuando él apareció. -Cristo sabe como puedes estar reuniéndote con todas esas personas cada día de tu vida.

– Soy una persona normal, teniente. Un alma amistosa.

– Sí, claro. Es muy inconveniente para ti dejar de lado todas esas reuniones mañana?

– Cual es el punto de ser el dueño de todos tus negocios si no puedes dejar de lado tus compromisos cuando quieras? Que necesitas?

– Quiero salir para Dallas en la mañana. A primera hora.

– De acuerdo. Me voy a ocupar de eso.

– No sé cuanto tiempo nos va a tomar, pero deberíamos poder ir y volver en el mismo día. Pasar una noche cuanto mucho.

– Lo que haga falta. Eve, ya no estás sola.

Ella asintió, y pensando que era una tontería, tocó con los dedos el rostro de él en la pantallo. -Tampoco tú.